sábado, 23 de junio de 2018

Primeros auxilios básicos para las AAMM.

Esta entrada voy a dedicarla un poco a los primeros auxilios en las artes marciales, ya que parece haber gran cantidad de dudas sobre qué se debe o no se debe hacer ante ciertas situaciones, golpes y lesiones.

Cabe apuntar que, como indico en el título, esto trata sobre primeros auxilios básicos, no sobre resucitar a alguien en parada o cómo hacer una traqueostomía de urgencia. Hablaré de cómo tratar las típicas contusiones, fisuras, heridas o golpes que solemos recibir durante el entrenamiento, tanto en el instante de sufrirlas como, en algunos casos, los días posteriores hasta su recuperación.

De las cosas más comunes que solemos sufrir suelen ser golpes. De todo tipo. Puñetazos en la cara o costillas, golpes en antebrazos y tibias cuando nos hacen un bloqueo, golpes del pie o tibia en codos al intentar encajar una patada... Y, según lo que practiquemos, podemos recibir incluso codazos y rodillazos en la cara.

En general, cualquier golpe que recibamos que no causa ningún tipo de lesión abierta (es decir, un corte) tiene, como protocolo, aplicar frío en la zona en el plazo de las primeras 8 horas desde que se produjo el trauma. Se puede aplicar un spray de frío estilo cloretilo, usar una de esas bolsas con líquido azul congelada o, simplemente, coger cualquier cosa del congelador envuelto en algo a modo de protección, y colocarlo en la zona golpeada. Esto sirve para tibias, antebrazos, costillas e incluso la cara. Si, además, podemos aplicar de algún modo presión en la zona (presión, no masaje, ojo), esto sobre todo en antebrazos, tibias, pies y manos, zonas propensas a inflamarse mucho con los golpes, mejor. Podemos rematar la faena aplicando, además, alguna crema antiinflamatoria de diclofenaco o similares, rollo Voltaren o Reflex, aunque esto no es tan necesario si hemos aplicado frío y presión de forma adecuada.

Este, es el mejor modo de actuar ante cualquier golpe que recibamos entrenando que sea propenso de inflamarse y de causar hematoma. Si lo pillamos a tiempo y adecuadamente, con suerte ni siquiera saldrá hematoma y simplemente tendremos algo de dolor durante un par de días.

Esto también es aplicable a cualquier tipo de torcedura o incluso si sufrimos alguna fisura, porque también evita la inflamación de la zona y reduce el dolor.

¿Por qué aplicamos frío en estos casos? Al sufrir el traumatismo, lo que suele ocurrir es que se rompen vasos sanguíneos de la zona que hacen que la sangre se extravase y llegue a los tejidos, motivo por el cual la zona se inflama y se pone morada. Al aplicar frío, los vasos sanguíneos se estrechan y cierran, reduciendo el flujo de sangre por estos y, por lo tanto, la cantidad de sangre que se extravasa, al tiempo que, además, hace que los tejidos de la zona (musculatura y de más) también se contraigan y cierren, bloqueando el paso de la sangre a través de ellos. Esto, acompañado de la presión antes mencionada, consigue que la cantidad de sangre extravasada sea mínima y, por lo tanto, podemos conseguir que no haya nada, o apenas nada, de inflamación y de hematoma tras recibir un fuerte golpe. Además, como dije antes, el frío insensibiliza la zona reduciendo el dolor.

¿Que hemos aplicado frío y presión y aún así tenemos hematoma y/o inflamación, o simplemente no pudimos aplicarlo en el momento? No hay problema. Como he dicho, ese es el modo de actuación dentro de las primeras 8 horas de haber recibido el trauma. A partir de las 8 horas, los vasos sanguíneos ya no están soltando sangre, se han regenerado y lo único que queda es la acumulación de líquido dentro de los tejidos que queremos que se vaya. ¿Qué debemos hacer? El proceso opuesto.

Necesitamos aplicar calor. Atención, debemos aplicar calor SECO. ¿Qué significa esto? Que no vale ducharse con agua caliente y dejar la alcachofa de la ducha apuntando a donde nos dimos el golpe, o llenar una palangana de agua y meter la mano. Debemos calentar algo, una toalla, una de esas bolsas de líquido azul, una manta térmica... Un objeto calentado, no introducir la zona del trauma en agua. Calor, acompañado de un poco de masajeo de la zona (esta vez, sí aplicamos masaje en lugar de presión) si no duele demasiado nos ayudará a reducir la inflamación acumulada y el hematoma en poco tiempo. De nuevo podríamos recurrir a alguna pomada antiinflamatoria (que podríamos aprovechar su aplicación para dar le masaje) para que sirva de apoyo al proceso, pero no es algo realmente necesario.

¿Por qué usamos calor esta vez? Como he dicho, los vasos sanguíneos ya no están rotos, han dejado de extravasar sangre, por lo que la inflamación que queda es simplemente lo que no se pudo evitar que saliese antes de cerrarse la lesión en los vasos. Queremos que esa sangre acumulada se vuelva más líquida y que se elimine, por lo que aplicando calor conseguimos que dicho cúmulo se ablande, además de conseguir que los tejidos de la zona se abran y permitan mejor el paso de sustancias a través de ellos, facilitando la evacuación. Con el masaje, lo que conseguimos es movilizar el cúmulo para ablandarlo y esparcirlo, reforzando el efecto del calor para la evacuación.

De nuevo, todo esto es aplicable también a una torcedura o luxación de más de 8 horas de duración.

Ahora, ¿Qué ocurre si el golpe que he recibido ha sido tal que me ha causado una herida o corte? Algo típico, cortes en mejillas por puñetazos, o en frentes y cejas por codos. Incluso en alguna tibia cuando alguien nos defiende y golpeamos su rodilla. La actuación depende de la naturaleza de la herida. Si la herida sangra de forma continua, de modo que puede ser molesto y poco higiénico, pero no es una herida realmente grave o profunda (los cortes en pómulos y cejas son propensos a ser así), lo ideal sería tener a mano agua oxigenada para aplicarla directamente, a chorro, sobre la herida. El agua oxigenada favorece los factores de coagulación, de modo que ayuda tanto a limpiar la sangre (para la ropa es perfecto) como a frenar el sangrado de la herida. Esto nos viene genial porque, además de dejar de sangrar, o reducirlo, nos permite ver con claridad el estado de la herida y valorar si necesita algún tipo de intervención más allá. Otro método para frenar un sangrado de este tipo es aplicar vaselina estéril en el corte, una capa que cubra la lesión y haga de tapón para la salida de sangre, cosa que incluso se puede ver en algunos campeonatos de ciertos deportes de contacto.

De nuevo, el frío sería un buen aliado, de modo que si la herida continuase sangrando podríamos aplicar ambos métodos unidos, una gasa o paño mojado en agua oxigenada y, sobre este, colocar algo frío. De este modo, la acción conjunta del agua oxigenada con el frío ayudará a frenar más rápido el sangrado, además de ayudarnos a prevenir una posible inflamación de la zona.

¿Y qué hacer si me han dado un puñetazo en la nariz y esta me sangra? La mayoría de la gente corre a colocarse algodones en la nariz y levanta la cabeza hacia atrás. Esto, es un error. Nadie va a morir desangrado por un sangrado nasal fruto de un puñetazo en la nariz, por lo que lo correcto es dejar que sangre y aplicar frío en la zona, manteniendo la cabeza hacia abajo, sin bloquear ni tapar los orificios nasales. Dejándolo sangrar y aplicando frío, en unos minutos dejará de sangrar por sí solo. En el peor de los casos, podemos hacer pasadas esporádicas con una gasa o similar mojado en agua oxigenada, pero de ningún modo bloquearemos permanentemente ningún orificio ni alzaremos la cabeza hacia atrás para "cortar el sangrado". Esto no corta el sangrado, lo que hace es mandarlo y acumularlo en la zona posterior de la nariz, lo cual puede acarrear una serie de complicaciones. Si el sangrado fuese algo extremadamente exagerado y abundante que no se corta en unos minutos, entonces sería el momento de acudir a un centro sanitario donde ellos se ocupen del asunto.

A groso modo, esto es lo básico para realizar ante una lesión típica en prácticamente cualquier arte marcial o deporte de contacto, aplicable a golpes, luxaciones, torceduras, fisuras...

Cualquier cosa que sea más seria que todo esto, como una fractura, el manejo de una luxación (si sufrimos una luxación, al igual que con una fractura, podemos aplicar el frío inicial, pero de ningún modo debemos intentar recolocarlo sin tener la preparación necesaria), un traumatismo craneal fuerte, lesiones en ojos y un largo etcétera, entonces sería mejor acudir a un centro sanitario a que revisen lo que nos ha pasado.

Por norma general, cualquier fisura, ya sea de tibias, antebrazos, costillas... el único tratamiento que tiene es el frío en las primeras 8 horas y calor a partir de este punto, además de algún antiinflamatorio para el dolor y, simplemente, dejar que se cure. No hay ningún tratamiento posible más allá de eso, por lo que lo único que podemos hacer es lo dicho y, si es algo que nos duele mucho, simplemente descansar hasta que estemos mejor.

Y, finalmente, decir que ante cualquier duda de si tenemos una lesión grave o leve, de si nos hemos dado un golpe más o menos fuerte o lo que sea, más vale prevenir que curar, sobre todo si es un golpe en la cabeza. El golpe más tonto puede ser serio, incluso si ha sido "un golpecillo de ná", como se suele decir.

Aún así, estoy abierto a dudas o preguntas sobre este tema y, si puedo, las resolveré.

jueves, 21 de junio de 2018

La demonización de las pesas y máquinas.

En muchos sistemas de combate, generalmente en gran cantidad de artes marciales tradicionales (es sorprendente cómo la mayoría de problemas radican en los sistemas tradicionales, pero casi nunca en sistemas más modernos o de una vertiente de más contacto como pueden ser el thai boxing, MMA, krav maga y un largo etcétera) hay una descarada tendencia a demonizar y condenar el trabajo de máquinas y de pesas, es decir, el ir al gimnasio de toda la vida.

Lo plantean como si fuese algo indigno de un artista marcial, algo que mancilla el espíritu y buen nombre de las artes marciales. Entre los mil argumentos que se esgrimen hay algunos que tienen una razón parcial, mientras que hay otros que son tan absurdos como la mente cerrada, obtusa y estrecha que los plantea.

Algunos de los argumentos que se usan son cosas como "los samurai no tenían gimnasios, no podían ir a levantar pesas ni hacer máquinas". Al parecer, nadie se ha fijado en la cantidad de entrenamientos tradicionales, que incluso se realizan a día de hoy, que se basaban en levantar peso usando materiales cotidianos como jarrones, piedras, tablones de madera, etc. que usaban cada día tanto samurai, como monjes de templos estilo Shaolin y otros mil millones de guerreros y escuelas de lucha de la antigüedad. Eso, sigue siendo musculación, ejercicio de pesas y/o máquinas. Simplemente, a día de hoy tenemos materiales y elementos que nos ayudan y facilitan a hacer esos ejercicios de forma más eficiente, cómoda y segura. Este, es uno de esos argumentos absurdos propios de mente cerrada, obtusa y estrecha, además de esgrimir una falta de información y conocimiento en la materia brutalmente abismal.

También es común decir que el ir al gimnasio y mazarse, ponerse con unos biceps del tamaño de melocotones o melones, es contraproducente, que lo hace a uno más lento y torpe, un blanco más fácil y que, además, es un músculo inflado e hipertrofiado pero inútil, sin fuerza real detrás de él, sólo masa.

Este, es uno de esos argumentos que son verdaderos sólo en cierta medida. Efectivamente, si haces un entrenamiento de hipertrofia muscular, basando el ejercicio simplemente en que tu músculo crezca más y más para que sea vistoso, ese músculo no te va a servir para nada a nivel práctico. Un golpe con ese músculo tendrá cierta fuerza porque, efectivamente, tiene masa, peso y la aceleración que pueda añadirle la persona después. Seguro que duele si te da, pero seguramente sea un movimiento relativamente lento, torpe y con bastante poco potencial de daño, más allá del hecho de que algo te golpee sin más en la cara.

Pero esta no es la única forma de ir al gimnasio. El crear músculos enormes, vistosos e hipertrofiados no es el único modo de ejercitarnos en una sala de pesas. Se pueden realizar rutinas para ganar fondo (fuerza resistencia, útiles sobre todo si practicamos un deporte de contacto que tenga algún tipo de competición), rutinas que aumenten la fuerza explosiva (seguramente, la que más convenga a la mayoría de artistas marciales, pues nos permite lanzar golpes realmente demoledores al incrementar la fuerza con que el músculo se contrae, así como la velocidad a la que lo hace, permitiéndonos lanzar golpes mucho más potentes) y rutinas para aumentar la fuerza máxima.

Lo ideal, es conseguir alguna rutina que nos permita mejorar tanto la fuerza resistencia (menos necesaria, pero útil a fin de cuentas, mucho más necesaria en competición) como la fuerza explosiva (útil tanto si queremos competir como si buscamos efectividad en la defensa personal).

¿Cómo podemos conseguir esto? Las súper series son un gran recurso.

¿Qué son las súper series? Las súper series consisten en tomar un grupo de ejercicios y, en lugar de descansar al acabar la serie de uno de ellos, lo que hacemos es pasar a hacer una serie de otro, descansando el primer grupo muscular mientras ejercitamos el siguiente, sin dejar tiempo de descanso entre la serie de uno y la de otro. De este modo, con la rutina de máquinas y pesas estamos trabajando la fuerza explosiva que necesitamos para golpear, mientras que al pasar de una serie a otra rápidamente con apenas descanso (se descansaría 1 minuto máximo tras acabar un bloque de 3 músculos) conseguimos trabajar la fuerza resistencia y mejorarla.

Un ejemplo ilustrativo: Hoy quiero trabajar un ejercicio de biceps, otro de triceps, dos de dorsales, uno de pectorales y otro de deltoides. Tras haber hecho el calentamiento y 15-20 minutos de cinta, carrera o bici pertinentes (Yo, por ejemplo, hago 20 minutos de cinta y luego hago tres series de plancha abdominal, flexiones, lumbares, sentadillas y zancadas, descansando un minuto tras la cinta y otro minuto tras las tres series de ejercicios de autocarga, y luego comienzo con los ejercicios de máquinas), comienzo haciendo la primera serie de ejercicios de biceps, con el peso y repeticiones que convengan. Al acabar, directamente, paso a hacer la serie de triceps y, tras acabar esta, paso a uno de los ejercicios de dorsales. Una vez acabada la serie de dorsales, volvería a hacer otra serie de biceps, luego triceps y luego dorsales de nuevo. Continuaría así, sin parar entre una serie y otra, hasta acabar todas las series de esos 3 ejercicios, sean 3 o 4 o 5 (lo ideal en este tipo de trabajos son 4 o 5 series, ni más ni menos).

Una vez acabo la última serie de, en este ejemplo, dorsales, descansaría un minuto como mucho, bebería algo de agua y tal, y pasaría a un segundo bloque, pectorales, deltoides y el segundo ejercicio de dorsales y lo haría exactamente igual que lo anterior, una serie de pectoral, otra de deltoides y otra de dorsales, todo seguido y sin descanso entre uno y otro hasta acabar la última serie del último ejercicio.

Lo bueno de este método es que, normalmente, nunca vamos a usar menos de 4 o 6 máquinas en una sesión de entrenamiento, ya que incluso si dedicamos un día solamente a biceps y triceps, por ejemplo, tendremos varios ejercicios para cada grupo muscular, permitiéndonos dividirlo igualmente en bloques de 2 o 3 ejercicios.

Además, distribuir así los ejercicios y el dejar poco tiempo de descanso entre uno y otro hace que acabemos bastante más pronto de entrenar, permitiéndonos más tiempo libre fuera del entrenamiento.

Este tipo de entrenamiento de fuerza explosiva, lo que hará será desarrollar nuestra musculatura, evidentemente nuestros músculos crecerán en tamaño, pero de un modo mucho más leve, limitándose simplemente a definirse, endurecerse y fortalecerse sin adoptar un tamaño desproporcionado y exagerado, además de mejorar la contracción muscular rápida, lo cual nos otorga tanto velocidad como potencia en nuestras técnicas, sin hacernos más torpes y lentos por una masa desproporcionada, y al combinarlo con un entrenamiento de fuerza resistencia conseguiremos ganar fondo, tan útil e incluso necesario en según qué contextos.

Un entrenamiento de máquinas así, sumado al entrenamiento normal en el dojo, escuela, dojang o cualquiera que sea el nombre del sitio donde entrenes, contribuye a mejorar y optimizar tu condición física para el sistema de combate que practiques y te hará mejor luchador que si te limitas únicamente a entrenar en la escuela, realizando las técnicas y el poco físico que puede dar tiempo a realizar durante las sesiones de entrenamiento estándar.

No dejéis que los puritanos, los que denotan ignorancia en el tema y los que piensan que las artes marciales traen con ellas una especie de poder místico que otorga fuerza ilimitada a sus practicantes sin necesidad de hacer nada más os engañen con historias y cuentos sobre los grandes guerreros de la antigüedad que no iban al gimnasio y aún así eran invencibles. Todos realizaron físico, absolutamente todos, con los medios y materiales de la época, pero al final todos han acabado levantando pesas, corriendo y haciendo ejercicios de autocarga del mismo modo que lo hacemos nosotros a día de hoy en el gimnasio.

martes, 19 de junio de 2018

La lacra de la falta de contacto.

A día de hoy, he visto muchísimos lugares donde, en mayor o menor medida, se demoniza el contacto, por ínfimo que sea, durante la práctica de artes marciales.

Esta demonización suele ser propia o más vigente en artes marciales tradicionales, más que en cualquier deporte de contacto o sistema de defensa personal. De algún modo, se ha desarrollado cierta creencia a que, como las artes marciales son sobre todo para perfeccionar el carácter del practicante, no es necesario darse golpes durante la práctica y que todo contacto debe ser o inexistente o leve a lo sumo.

Hay que admitir, que si el objetivo es simple y meramente "perfeccionar el carácter", esta afirmación es correcta. No hace falta recibir una sola patada si practicamos por el mero hecho de perfeccionar nuestro carácter, o para hacer ejercicio simple y llanamente, o para competir en según qué categorías, o para hacer exhibiciones.

El problema viene cuando, de algún modo, alguien intenta vendernos que podemos aprender ese arte marcial como un método de defensa personal pero, a la vez, en la práctica diaria no se permite e incluso se condena el contacto y, en ocasiones, incluso el combate.

Por poner ejemplos palpables y simples, el karate es el único sistema de combate que tiene penalizado el "contacto excesivo" durante la competición de combate. Da igual el sistema de combate que mires, boxeo, thai boxing, MMA, incluso el taekwondo, todos tienen permisividad plena en cuanto a la dureza de los golpes (para eso, llevan también protecciones). Por el contrario, en el karate, un golpe "demasiado fuerte" al rival supone penalización o descalificación.

Esto lo hacen escudándose en que el karate requiere tanto fuerza para golpear como control de la técnica para no dañar al oponente. Tampoco es del todo mentira. Es necesario tener autocontrol y tener la suficiente precisión para poder calibrar la intensidad y dureza de la técnica, si queremos dar un simple "toque de atención" o si queremos, directamente, matar a quien tengamos delante.

El problema es que basar el entrenamiento y combate en esto crea una falsa sensación de control y precisión, agravado además por unas protecciones, unas guantillas, de un grosor extremadamente excesivo para el contacto tan leve que se permite en esta competición.

Y todo esto se agrava mucho más cuando se toma la filosofía del karate de "un golpe, una muerte", haciendo referencia a que cada golpe tiene que ser definitivo, de modo que el combate de karate se acaba basando en que dos personas se lanzan una contra la otra, sueltan una, a lo sumo dos técnicas y si uno consigue rozar primero la cara o el torso del oponente, seguido de un gran grito carente de espíritu detrás, eso se considera un punto y no hay que hacer nada más.

Un ejemplo aún peor son estos sistemas en los cuales no se practica ningún tipo de combate. Hay mil millones de ellos, sobre todo muchos estilos de creación moderna con "técnicas tan letales que no pueden ponerse en práctica en combate 'amistoso' ni con protecciones porque sólo funcionan si pretenden matar al otro y sin protecciones". Pero, en lugar de hablar de esas gilipolleces de la new age, voy a hablar de algo que es un poco más antiguo pero que ha envejecido igual de mal, y a riesgo de que muchos de los que lean esto se me tiren al cuello por criticar su sagrado dogma.

Este ejemplo al que me refiero es el aikido. En aikido, todo se practica acorde a la mentalidad de la fluidez de energía, el movimiento circular y armónico para que nunca se interrumpa el flujo de ki hasta el final de la técnica. Todo eso es precioso, pero al final resulta inútil. Inútil como defensa personal, quiero decir. Resulta inútil cuando esto se aplica no solo al que se defiende, si no también al que ataca. Pocos son los lugares donde los practicantes de aikido aprenden a realizar ataques serios, con fuerza y con intención, de modo que el que se defiende se vea obligado a usar la técnica de un modo eficaz, y rudo si es necesario.

Al punto que quiero llegar es que no se puede basar un sistema que, supuestamente, sirve para defenderse en una situación real en un entrenamiento tan sumamente restrictivo. No puedes preparar a alguien para defenderse en la calle sin que esa persona experimente lo que es un buen puñetazo en la cara. No puedes preparar a alguien para defenderse en la calle sin que experimente lo que es que alguien ataque rápido, fuerte, con intención real de darte, ni tampoco sin experimentar lo que es que alguien oponga resistencia cuando intentas hacerle una proyección o una luxación.

Y con esto no quiero decir que hagamos el club de la lucha y salgamos todos de entrenar con la cara comida a hostias y patadas y con 4 dientes menos. No estoy haciendo apología del entrenamiento irresponsable, si no todo lo contrario. Lo que estoy diciendo es que, ocasionalmente, entrenamientos de combate con casco, guantillas y tibiales, en los que más o menos valga todo y en los cuales se pueda dar rienda suelta a nuestro repertorio técnico, al ingenio a la hora de usar técnicas, a pensar cómo aplicar o librarse de situaciones y, sobre todo, a hacerse al factor sorpresa, a la incertidumbre de que no va a venir lo establecido, lo canonizado por mi sistema o forma de competición, si no cualquier cosa, de cualquier manera.

Muchos alegan que este tipo de entrenamiento es para burros, para peleadores callejeros, que los artistas marciales somos eso, artistas, trabajamos las precisión y la finura, y un montón de gilipolleces más. Da Vinci era un artista, un maestro con el pincel, pillaba lienzo y pintura y hacía auténticas obras maestras, pero ni se le pasaba por la cabeza decir la gilipollez de que, usando la misma técnica, método y materiales, era capaz de pintar una fachada de un edificio de 6 plantas, porque la mera idea es absurda, estúpida y sin sentido.

Ya en el siglo XVI, Miyamoto Musashi dijo "sólo puedes pelear del modo en que has entrenado". No puedes esperar que haciendo únicamente trabajos preestablecidos, sin contacto, sin recibir un solo golpe, luego tengas una pelea real y que las cosas salgan bien. Si nunca has recibido un golpe fuerte, aunque sea llevando casco y guantillas, cuando te caiga la primera hostia en la cara, en el mejor de los casos, irás al suelo y ahí te quedarás. En el peor, te quedarás paralizado, sorprendido y anonadado mientras te caen 3, 4 o 5 más. Si nunca nadie te ha opuesto resistencia a una luxación o ha intentado zafarse de ella, cuando intentes aplicarla, el otro se va a librar de ella en 0,2, o no vas a poder aplicarla de forma efectiva porque el otro se estará moviendo. Si nunca nadie se te ha lanzado encima con la simple y mera intención de machacarte, sin importar técnicas bonitas, honor, lealtad o que te caigas al suelo, en el mismo instante que alguien vaya así a por ti, lo menos que puede pasarte es que te mees encima.

La cosa cambia muchísimo entre un combate reglado con alguien que, aunque quiera ganarte, ya sea por deportividad o por las normas, no va a hacerte daño y alguien cuya mirada dice claramente "voy a darte palos hasta que no puedas levantarte" y, además, está dispuesto a hacerlo. Y cuanto más cercano a una situación así sea el entrenamiento, más posibilidades de salir airosos de la situación real tendremos. Que no os engañen con cuentos de que "aunque no se practique combate, entrenando la técnica se consigue nivel para defenderse" ni de "no, es que esto es un arte y hay que trabajar con finura y estilo, pero luego sirve para la calle si entrenas duro". Es todo mentira. La única forma de aprender a usar tu sistema de lucha en un combate donde todo vale, es haciendo un combate donde valga todo, respetando el mínimo de normas de seguridad.

domingo, 17 de junio de 2018

Flexibilidad, ese gran obstáculo.

Muchas de las personas que practican artes marciales, sean del tipo que sean, se encuentran con este gran obstáculo, la falta de flexibilidad y la dificultad y lentitud de ganarla, incrementarla y, en ocasiones, mantenerla, sobre todo a partir de ciertas edades.

En esta entrada, quiero sugerir algunos ejercicios a realizar para ayudarnos tanto a mejorarla como a mantenerla.

La mayoría de la gente suele pensar que hace falta realizar un entrenamiento específico y súper extenso para conseguir mejorar la flexibilidad, incluso haciendo falta un entrenador que ayude y todo eso, además de practicarla todos los días durante 2 horas. Nada más lejos de la realidad.

Tanto si practicamos artes marciales, como si no,  con una simple rutina de unos 30-45 minutos diarios, o día sí día no, podemos conseguir avances relativamente rápidos y buenos en cuestión de semanas, si sabemos qué ejercicios hacer y cómo realizarlos. Y, lo más importante, si los realizamos de forma segura.

Cabe apuntar que la mayoría de consejos que aquí doy es para la flexibilidad y elasticidad de piernas y un poco de espalda, y que no soy ningún experto en stretching. Todo lo que sé es fruto del tiempo que llevo practicando artes marciales y deporte en general, además de haber leído y ojeado algo de bibliografía. También cabe apuntar que las imágenes que añadiré no son mías, ni de nadie conocido, si no cogidas de internet directamente para hacer más claro y gráfico lo que digo.

Y, yendo al asunto que nos compete, comienzo con los ejercicios mencionados.

1- Sentados en el suelo, estiramos una pierna al frente, mientras que la otra la flexionamos pegando la planta del pie a la cara interna del muslo de la pierna estirada, manteniendo la rodilla en horizontal. Tras esto, tratamos de estirarnos al frente, en dirección al pie estirado, con intención de alcanzarlo con la mano.

Es importante hacer énfasis en el concepto de "estirarse al frente", pues la mayoría de la gente lo que hace es curvar la espalda hacia abajo, como si quisiesen tocar la rodilla con la cabeza. Este no es el objetivo del ejercicio, además de no ser sano para la espalda. Lo que debemos intentar es estirar la espalda hacia el frente, como si quisiésemos que la cabeza tocase el pie, que llegue a la altura del pie. En el proceso de intentar esto, irremediablemente, bajaremos el torso y, si somos muy flexibles, conseguiremos que el pecho toque la pierna, pero es un resultado secundario, no el objetivo.

La mayoría de la gente que ha empezado hace poco o nunca ha hecho estos trabajos, seguramente no sea capaz de apenas inclinarse un poco para llegar con la mano a algo más abajo de la rodilla, como mucho. Es lo más normal del mundo. Requiere tiempo y constancia.

Teniendo esta posición, podemos hacer dos cosas. Una es hacer pequeñas cargas estirándose hacia el pie, con pequeños y suaves rebotes, de manera que cada vez que volvamos a bajar consigamos avanzar un poco más al frente, y otra manera es estirar y descender todo lo posible y mantener durante varios segundos. Normalmente, se empieza haciendo lo primero un poco para preparar el cuerpo y, después, se hace manteniendo unos cuantos segundos.

Una de las cosas más importantes en general en todo el trabajo de flexibilidad es la respiración, así como la relajación. Debemos intentar tomar aire profundamente y, mientras lo expulsamos con lentitud, tratar de ir inclinando el cuerpo hasta echar todo el aire. Entonces paramos, volvemos a tomar aire y repetimos la maniobra, así hasta llegar a nuestro límite. En el caso de que estemos haciendo la variante de realizar pequeñas cargas o rebotes, lo que debemos es tomar aire en cada rebote para dejarlo ir en cada bajada, intentando bajar un poco más cada vez. Mientras se hace esto, es muy importante relajar, de forma consciente, la musculatura, ya que en el intento de bajar y estirarnos solemos tensarla y dificultamos el proceso. Debemos estar pendientes de relajar los dorsales y espalda en general, el abdomen, las piernas... Incluso los brazos, ya que podemos levantar y tensar los hombros para intentar llegar lejos.

Una imagen que sirva de muestra del ejercicio.

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2- Otro ejercicio muy útil consiste en, sentados con la espalda recta, juntar las plantas de los pies e intentar pegarlos talones al cuerpo, a nuestra propia ingle. Una vez tenemos los pies todo lo cerca posible del cuerpo, debemos bajar las rodillas con intención de tocar el suelo con ellas, manteniendo los pies todo lo cerca posible del suelo. El ejercicio resulta considerablemente más fácil y cómodo de realizar si se hace descalzo. Como antes, se puede hacer o dando pequeños "aleteos" con las rodillas, de manera que cada vez tratemos de llevarlas más hacia el suelo, o directamente tratando de empujarlas poco a poco hacia abajo usando los codos, ya que las manos las mantendremos sujetando los tobillos o pies para mantenerlos cerca del cuerpo. Al igual que antes, es importante la respiración y relajación en el momento de realizar la extensión del músculo, tanto para que sea más fácil y cómodo como para que sea más seguro.

En la imagen que comparto, este ejercicio corresponde al marcado como número 6.

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3- El siguiente ejercicio sale a partir del anterior. Consiste en, una vez tenemos los pies todo lo cerca posible del cuerpo y las rodillas todo lo pegadas al suelo posible, siguiendo la misma mecánica del primer ejercicio de "estirar" al frente y no "encorvar la espalda" hacia abajo, tratar de bajar el torso, como si quisiésemos que nuestro abdomen tocase nuestros pies, pero movilizando únicamente el torso, no tratando de empujar los pies hacia arriba.

Es muy importante mantener la espalda recta para no sobrecargarla ni lastimarnos, por eso un modo alternativo de trabajar esto es colocar exactamente la misma posición pero, en lugar de sentado en el suelo, tumbado como si estuviésemos "sentados" en la pared, mirando al techo. Aquí, en lugar de estirar el cuerpo hacia el frente, lo que haremos será tirar de los pies hacia nuestro cuerpo, realizando exactamente la misma extensión, pero de forma más cómoda y manteniendo una buena postura. Es una buena alternativa, sobre todo si estamos empezando y aún tenemos poca elasticidad y nos cuesta mantener la postura por ello.

4- El próximo ejercicio es, para mí, uno de los más complicados y de los que peor llevo. Es el clásico de estirar ambas piernas al frente, pegadas, y estirarse al frente (siempre como se indica en el primer ejercicio) para intentar alcanzar ambos pies con las manos. Es el que, a mi parecer, más dificultades pone para mantener la espalda recta, con una buena postura, evitando también flexionar las piernas para tener más comodidad. Como el anterior, también tiene una variante que nos permite realizarlo un poco más cómodo, que es hacerlo de pie, inclinando el torso hacia abajo y dejándolo caer por gravedad, pero vigilando siempre que la espalda esté recta y las piernas estiradas.

En la imagen que comparto, correspondería al número 9

http://www.freedive-earth.com/sites/default/files/stretching.jpg

5- El último ejercicio que sugiero es una variante del clásico de, sentado, abrir las piernas todo lo posible y bajar el torso hacia las piernas alternativamente. Al igual que en la variante del ejercicio 3, se realiza tumbados bocarriba como si estuviésemos sentados en la pared. Estiramos las piernas hacia el techo y luego las abrimos, dejándolas caer hacia los lados, todo lo estiradas posibles y siempre en contacto con la pared.

Una vez lleguemos al tope, que será pronto pues acabamos de empezar, mantenemos 3 minutos, tras los cuales tratamos de abrir un poco más ayudándonos de las manos, justo hasta el límite donde comenzamos a sentir molestia.

Debemos mantenernos en ese punto 4 minutos más. Es importante encontrar el punto adecuado donde podemos empezar a sentir molestia pero que esta no sea demasiada, pues si no el dolor puede hacernos abandonar el ejercicio.

Finalmente, tras esos 4 minutos, tratamos de abrir las piernas un poco más, esta vez adentrándonos un poco más en el campo de apertura que nos causa molestia, llegando casi a nuestro límite y manteniéndonos en ese punto 3 minutos. Tras esos 3 minutos, con mucho cuidado, cerramos las piernas y relajamos aductores y femorales, que seguramente sean los que más se resientan con el ejercicio.

En este ejercicio, los puntos más importantes son que la totalidad de la espalda debe estar tocando el suelo, evitando encorvar la parte más baja. También, debemos estar pendientes de que tanto el abdomen como la cadera y las piernas están totalmente relajadas, ya que con la tensión y la molestia es normal que los tensemos, empeorando la calidad del ejercicio. Debemos estar pendientes en ese aspecto.

Otro factor importante es que debemos tener muchísimo cuidado a la hora de hacer las aperturas, ya que podemos lastimarnos los tendones de la cara interna de la rodilla. Debemos vigilar tanto los aductores al abrir como la cara interna de la rodilla mientras mantenemos.

Al cerrar las piernas, es normal sentir algo de dolor tanto en los aductores como en la rodilla, por la tensión a la que son expuestas ambas zonas, hasta el punto de costarnos un poco el conseguir cerrar las piernas. Se debe tener mucho cuidado y hacerlo con tranquilidad y lentitud, pues podemos lastimarnos.

Este último ejercicio, que ocupa apenas 10 minutos de tiempo, es un gran aliado a la hora de trabajar la flexibilidad, hasta el punto de que realizando simplemente este ejercicio una vez al día podemos notar grandes avances en poquísimo tiempo. Por eso, si un día estamos demasiado ocupados como para hacer toda la rutina (que apenas puede ocupar media hora de tiempo en total), lo ideal sería realizar al menos este, aunque sea justo antes de dormir.

Esta serie de ejercicios podemos realizarla los días alternos al entrenamiento, al acabar los entrenamientos, el mismo día del entrenamiento pero en otra franja horaria... Se puede realizar cada día, un día sí uno no, dos o tres veces por semana... La frecuencia con que se realice depende de cada uno y aportará resultados de forma relativamente rápida, aunque lo ideal sería hacerlo al menos 2 o 3 veces por semana.

Personalmente, conseguí mejorar mi flexibilidad muy rápido limitándome a realizar estos ejercicios dos días por semana, además de los entrenamientos y, a día de hoy, la sigo realizando 2 o 3 veces por semana para mantener el nivel de flexibilidad.

Espero que os sirva y sea de ayuda.

viernes, 8 de junio de 2018

La intención detrás del golpe.

  • ‘Atácame. Atácame. [...] ¿Qué ha sido eso? ¿Una exibición? Tiene que haber intención. Inténtalo. [...] He dicho intención, no ira. Inténtalo. Inténtalo otra vez. [...] Bien, eso está mejor. ¿Qué te ha parecido?’
  • ‘Pienso que...’
  • ‘No pienses, siente. Es como un dedo indicándote la dirección de la luna. No te concentres en el dedo o te perderás toda la gloria celestial. [...] No pierdas de vista a tu adversario, ni siquiera cuando le saludas. Eso es.’
Esto es un fragmento de un diálogo de la película Operación Dragón, de Bruce Lee. De lo que habla, es de un concepto que existe en las artes marciales desde su inicio pero que, de un tiempo para acá, parece que muchos han olvidado. Este concepto es la intención.
Como comento en una publicación anterior, mucha gente parece haber adoptado una práctica de las artes marciales más artística y menos marcial, lo cual está bien siempre y cuando no prediques que esa es la esencia de las artes marciales y que lo que haces es perfectamente útil en defensa personal.
Pero también hay otra clase de gente que, aunque intentan tener una buena técnica, un buen golpe, con kime y potencia, no son capaces de conseguirlo. Algo les falla, falta un detalle que hace que su técnica no termine de tener esa explosividad, esa potencia, el kime puro.
Normalmente, lo mejor que consigue esta clase de gente es una técnica similar a la que realizan aquellos que buscan más la parte artística de un arte marcial. Una técnica que cumple todos los requisitos para ser correcta en cuanto a posición, ejecución, movimiento, etc. Incluso con kiai en ocasiones, pero se ve que, aún así, le falta algo, una chispa.
Esto ocurre cuando uno realiza las técnicas buscando realizar una serie de checks o controles. Es muy común, sobre todo en los principiantes, que son los que más deben pensar en estas cosas, que estas personas realicen las técnicas un poco bajo el pensamiento de ‘Vale, mientras realizo la técnica debo mover los brazos así, colocándolos de esta manera, con las piernas en esta posición, siguiendo esta serie de puntos, movilizar la cadera de esta manera, desplazar el peso de este modo, aplicar velocidad al movimiento, imprimir fuerza y eso es todo. Ah, y kiai cuando lo haga, dar un grito que indique que estoy haciéndolo fuerte’.
Así es como mucha gente concibe una técnica en las artes marciales. Una serie de puntos que van comprobando y realizando a medida que realizan la técnica para que, de inicio a fin, esté realizada de forma correcta, precisa y perfecta. Y, aún así, los que lo ven e incluso ellos mismos en ocasiones sienten que falta algo, que no consiguen terminar de generar kime, que otra gente que quizá realiza la técnica estrictamente hablando peor parece generar más kime.
El problema principal en esta gente es, precisamente, esa forma de ver la técnica. Una serie de controles y puntos que hay que ir “ticando” para que la técnica esté bien hecha. No ven la técnica como UNA cosa, si no como un conjunto de elementos. No ven un reloj como un reloj, si no como unos tornillos, unos engranajes, una correa, unas agujas... Y, viéndolo así, es imposible conseguir que el reloj de adecuadamente el tiempo.
El todo es más que la suma de sus partes, y esto se aplica también a las técnicas. Uno necesita conocer, evidentemente, las partes de una técnica igual que necesita conocer las piezas del reloj, pero una vez las ha aprendido, asimilado y adoptado, necesita dejar de ver la técnica como esa serie de puntos a seguir y comenzar a verla como un todo, algo vivo en sí mismo, sin partes, porque todo está armonizado y trabajando junto.
El cuerpo ya sabrá qué debe hacer, no hace falta pensar en ello. Las piernas se colocarán de la manera adecuada y se desplazarán de forma eficaz. Los brazos realizarán los movimientos con exactitud y rapidez. El cuerpo entero trabajará en consonancia, unificado, como el gran organismo que es, y lanzará la técnica del modo más correcto y perfecto que seamos capaces, por lo que lo único que debemos hacer nosotros es centrarnos en la INTENCIÓN de la técnica, lo que buscamos conseguir. Si es un golpe, acabar con el oponente, si es una defensa, evitar el ataque rival y/o destruir el miembro con que nos ataca. Una vez aprendidos los puntos importantes de la técnica, sólo debemos pensar en lanzarla con pura intención.
Y, cuando consigamos lanzar la técnica así, desde nuestro abdomen, como algo que nos pide el cuerpo, algo que necesitamos hacer para liberar y transmitir la energía, el ki, surgirá el kiai, no porque ahora toque dar un kiai, no porque, si pego un kiai, le digo a la gente que mi técnica es fuerte, si no porque necesitas pegarlo, porque sale de dentro del mismo modo que ha salido por sí mismo el colocar la posición adecuada, realizar el recorrido correcto y golpear en el sitio correcto.
Lo más normal es que, al realizar una técnica así, de algún modo perdamos finura y perfección técnica, en lo que a teoría se refiere, pero nuestra técnica será efectiva, con kime puro detrás de ella, con verdadera intención. Ese, será un auténtico puñetazo, o una auténtica patada, o un auténtico bloqueo, o luxación o proyección, pues esto es aplicable a cualquier técnica de lucha.
El vigilar constantemente los puntos y controles de la técnica y olvidarse de la intención es perfecto para quien está comenzando a aprender y para quien hace una exhibición en la cual quiere mostrar algo bonito y estético. Cuando queremos hacer algo eficiente, práctico, debemos entender la técnica como un todo, sin partes, que nuestro cuerpo ya sabe realizar por sí mismo sin necesidad de andar vigilándolo y con intención plena desde nuestro interior. Ahí, es cuando se consigue el kime puro, el kime real. Un golpe que, incluso si eres una persona pequeña y menuda y tu oponente grande y corpulento, será difícil de bloquear o desviar.
Y no debemos confundir la intención con, por ejemplo, ira o enfado. Yo no lanzo mi golpe con intención de que sea definitivo porque odie a mi oponente, si no porque es el objetivo de mi técnica, es el modo en que debe realizarse, pero detrás de ella no hay ningún tipo de emoción. La emoción lo único que conseguirá es afectar a la técnica, siempre para mal. Si es compasión, el golpe no tendrá potencia y, por lo tanto, puede ser efectivo de menos. Si es ira o enfado, perderemos precisión y descuidaremos nuestra guardia. La técnica debe tener intención plena y cero emoción. Si queremos matar al rival, intención plena de matar. Si queremos dejarlo inconsciente, plena intención de dejarlo inconsciente. Si sólo queremos hacerle un daño leve que lo disuada de su intento de agredirnos, intención plena de causar ese daño leve. Pero siempre intención. Una intención que el oponente no debe notar sólo en los golpes que le damos, si no en nuestros ojos, en nuestra mirada. Debe ser capaz de sentir nuestro espíritu al mirarnos, de tal modo que, con suerte, incluso esa mera percepción le disuada de hacer nada, porque vea clara nuestra determinación e intención en la mirada, el modo en que vamos a defendernos de ellos.
Entended y realizad la técnica como un todo y buscad realizarla con simple y pura intención y conseguiréis alcanzar el kime, y con kime toda técnica que realicéis será imparable.

Osu.

La pureza técnica.

De un tiempo para acá, se está extendiendo un poco una visión de las artes marciales basada un poco en la no-fuerza, lo no-bruto, lo no-tosco. Todo debe ser suave, fluido, preciso, bonito... Toda técnica debe realizarse de forma milimétrica según la teoría, y cualquier cosa que se pase de las medidas y forma de la teoría de la técnica está mal hecho. Se le atribuye a la perfección técnica una especie de nivel supremo de efectividad que, si se desforma lo más mínimo, se pierde y ya no vale para nada lo que haces.
En el caso del karate, si el age uke no está a un puño de distancia de la cabeza, medido, ese age uke está MAL. Si al dar oi tsuki la cadera no está TOTAL Y COMPLETAMENTE al frente, está MAL. Si el soto uke sobrepasa lo más mínimo la linea central del cuerpo al bloquear, está MAL. Y, coincido al 100% en que, realizando kihon y kata, estas afirmación son completa y absolutamente ciertas. El kihon y el kata están hechos para realizar la técnica del modo correcto, lo más al milímetro posible.
El problema viene cuando entramos ya en el terreno del bunkai y el kumite. El bunkai y el kumite son las partes del karate que buscan coger toda esa técnica básica, cuadrada y de libro que aprendemos en el kihon y el kata y aplicarlas del modo más efectivo posible. Cuando se dice ‘del modo más efectivo posible’, se pretende decir que si en algún momento (que suelen ser la mayoría) es necesario desvirtuar o deformar un poco lo que es la medida exacta de la técnica para hacerla más efectiva, se hace. Debe hacerse.
Más aún, uno de los puntos del decimonoveno principio de Funakoshi, el chikara no kyoujaku, se refiere precisamente a esto, junto con el decimoctavo, ‘kata wa tadashiku, jisen wa betsumono’, el kata requiere exactitud, el enfrentamiento real es un asunto diferente, ambos acompañados del concepto de 'atobaya'.
Chikara no kyoujaku, la aplicación precisa de la potencia, se refiere al punto y momento concreto en el cual debemos aplicar la tensión para imprimir fuerza, kime, a cualquier técnica. En el casi del tsuki, debe aplicarse tensión y fuerza únicamente en el último instante, cuando el puño está a punto de golpear el objetivo, y debe aplicarse exactamente en el seiken, en los nudillos de los dedos índices y corazón. En el caso del shuto, igual, aplicando la tensión en el borde de la mano correspondiente al meñique. Si hacemos age uke o soto uke, del mismo modo, justo en el último instante, cuando la cadera está a punto de girar, aplicando la fuerza en el punto justo debajo de nuestra muñeca en el borde externo del antebrazo, zona con la que se golpea al bloquear. El koshi en mae geri y mawashi geri y así sucesivamente.
La cosa es, que el aplicar fuerza y tensión en ese punto y momento implica, también, una leve sensación de empuje, de penetración, al realizar las técnicas, haciendo que se extiendan un poco más allá de lo que dicta la forma estricta de realizarlas. Esta presión, este "más allá" en la técnica, es lo que llamamos 'atobaya'. De ese modo, un soto uke, al defender, no nos quedaríamos justo en la linea media del cuerpo, si no que lo llevaríamos un poco más allá. Apenas unos centímetros, pero esos centímetros permiten imprimir kime real a la técnica, además de permitir un bloqueo auténtico y efectivo, capaz de bloquear el ataque más fuerte y sólido que nos lancen. Y ocurre exactamente lo mismo con los ataques. Si detienes el shuto justo en la linea media del cuerpo, golpearás al rival, le harás daño, pero si aplicas atobaya justo en el momento del chikara no kyoujaku y extiendes un poco más la trayectoria, penetrando un poco más y cargando todo el kime en dicho golpe, no le golpearás y harás daño, si no que lo destrozarás.
De este modo se ve que, efectivamente, aunque el kata requiere exactitud (técnica y posiciones precisas y exactas), el combate real debe buscar algo más efectivo incluso a consta de sacrificar la pureza de las técnicas y posiciones, en pos de la agilidad, potencia, velocidad, precisión y, en general, el kime que nos permita acabar con el oponente.
Para algunos colectivos, parece que esto es poco más que una herejía, un sacrilegio. ¿Deformar o modificar la técnica? Más aún, ¿Realizar una técnica con fuerza real detrás, incluso un bloqueo? Eso es para brutos, para gente que pelea sucio, luchadores callejeros. Somos karateka (o aikidoka, o judoka, o taekwondoin), no hacemos nada rudo, nada bruto, todo es suave, preciso y hermoso. Y, ojo, no tengo nada en contra de quien le guste practicar un arte marcial de este modo. A lo que sí me opongo, y me mosquea bastante, es que, por un lado, quienes entrenan así son propensos a usar frases como que quienes entrenan de otro modo ‘no hacen auténtico karate/aikido/taekwondo/jujutsu/kung fu/el-sistema-que-sea’ y que quienes entrenamos así ‘somos una panda de borricos que no entendemos la finura y esencia del arte’ y, además, defienden que lo que ellos hacen, del modo en que lo hacen, es perfectamente útil y aplicable en una situación real de defensa personal. A eso, sí me opongo. Es como ver a un grupo de ballet diciendo que el street dance no es un baile y que los street dancers no tienen ni puta idea de música ni de bailar.
Si quieres practicar un arte marcial como quienes hacen ballet (no porque el ballet sea menos, si no porque es una danza artística, suave, precisa, estética, no por eso menos dura), me parece perfecto, pero no menosprecies lo que hacemos otros, menos aún cuando, precisamente, quienes entrenamos el arte marcial realmente como un arte MARCIAL, para una efectividad plena y directa, somos nosotros, cosa que se ha demostrado en mil y un casos y de mil y una maneras. Hay quien incluso ha dicho que TAL o CUAL técnica (técnica incluida a lo mejor en un kata o que, aunque no esté en un kata, se practica y existe, como tal) no se puede hacer en karate porque ‘no aparece en ningún kata’ o, peor aún, ‘no es legal usarla en la competición de karate, así que eso no es karate’. Y este tipo de situaciones son mucho más comunes y serias en estilos como el aikido, donde prima tanto la suavidad y fluidez de la técnica y cualquier amago de hacer algo con rudeza y fuerza está visto como un sacrilegio.
Es como si alguien que hace castillos de naipes se creyese que la auténtica arquitectura es la hecha con naipes y que lo realizado con ladrillos es un insulto a la arquitectura, que no debería ser llamado como tal. Más aún, que las casas deberían hacerse de naipes, que es lo verdaderamente útil y práctico.
Hace falta hacer un lavado de conciencia entre los practicantes de artes marciales y hacerles ver que, como cita el decimoctavo punto del Shoto niju-kun, una cosa es el kata (y el kihon) y otra muy diferente el combate real. Las artes marciales son artes de lucha, creadas para matar y no ser matados. Da igual las bellas palabras que usemos para describirlas, da igual los hermosos principios morales que les atribuyamos, la realidad es esa. Siempre se dice ‘no, son para defenderte si es necesario, en la medida justa y precisa’, pero la verdad es que, cuando se crearon las artes marciales, lo normal era que ‘defenderse si es necesario’ y ‘la medida justa y precisa’ solía implicar que o matabas al que tenías delante o te mataba él a ti, porque lo normal era que fuese un bandido, un asaltante, un guerrero de otro clan o bando o mil cosas más.
Así que, por mucho que hablemos de ‘crecimiento personal’, ‘defensa personal’, ‘usar la fuerza necesaria’, la realidad es que entrenamos las artes de matar, y debemos ser conscientes de cómo entrenarlas y de lo que pueden hacer. Más aún, personalmente creo que entrenar artes marciales sin ser conscientes de que realmente son artes para matar, de que aprendemos técnicas para matar al oponente, puede ser peligroso. No para nosotros, no porque nos vayan a dar una paliza en la calle, que también, si no precisamente para los demás. Quien entrena una técnica buscando la máxima efectividad, de manera que ese golpe pueda matar a una persona, por un lado, es consciente de que su golpe puede matar a alguien, es realmente consciente del daño que puede hacer y es consciente de cuando debe o no debe usarlo. Por otro lado, al haber entrenado buscando la eficacia máxima de dicha técnica, también es capaz de controlarla al extremo, sabiendo cómo usarla para causar tanto el máximo como el menor daño posible. Alguien que no entrena buscando esto ni siendo consciente de lo que realmente está entrenando, cuando lance un golpe, no puede ser ni realmente consciente de lo que hace ni puede tener control real y pleno de su ataque, pudiendo ser o una caricia que no haga nada o una puñalada al cuello del oponente. Una auténtica ruleta rusa, vaya.
Entrenad con conciencia y siendo analíticos con uno mismo y con lo que entrenamos. No está mal entrenar solo por el ‘arte’ de las artes marciales, pero crearse la falsa ilusión de que esa es la esencia de un arte marcial y de que lo que haces es realmente lo útil y necesario para una situación real es un error inmenso.

Nunca olvideis que, como ya decía el mismo Funakoshi, una cosa es el kata y otra el combate real y que el chikara no kyoujaku, el waza no kankyu, el tai no shinshuku y el atobaya son TODOS partes fundamentales de una buena técnica efectiva.

Osu.

Hachigogo-kun - Los preceptos 855


Quiero hacer mi primera entrada "formal" al blog hablando de este conjunto de preceptos que "he formado". Evidentemente, yo no me he inventado nada, simplemente los he agrupado y les he dado un nombre.

Lo he llamado "Hachigogo-kun" (八五五訓), los preceptos 855, debido a que se divide en tres bloques, uno de 8 puntos y dos de 5.

Básicamente es un modo de vida, no sólo para un artista marcial o un budoka, si no para cualquier persona, pues son una serie de pautas que cualquiera puede llevar a cabo y, personalmente, creo que puede ayudar a llevar una vida más sana, plena, con menos estrés y por un buen camino.

Los 8 primeros puntos son las 8 virtudes del Bushido. En la mayoría de sitios, indican que el Bushido consta de 7 virtudes, pero Nitobe Inazou, un escritor, entre otras muchas cosas, japonés, añadía una octava virtud, el autocontrol, y me parece algo importante y fundamental. Aprovecho este espacio para recomendar su libro, "Bushido: El alma de Japón", que por lo que llevo me parece una lectura fundamental y obligatoria para quien esté metido en todo este mundo y quiera saber más sobre el bushido y su significado.

Volviendo al tema, creo que estas 8 virtudes, aplicadas a todo en la vida, hacen a uno mejor persona. Habrá quien diga que la honestidad, el coraje o la lealtad son cosas con las que uno nace y, por lo tanto, quien no nace con ello no puede ejercerlo, pero yo personalmente creo que las virtudes son cosas que uno debe ejercitar y poner en práctica. No creo que nadie nazca siendo recto, ni valiente, ni honesto. Ni siquiera educado. Todo eso son cosas que aprendemos, que ejercitamos y que ponemos en práctica, y nosotros mismos decidimos cómo y cuándo hacerlo. Es fácil ser educado cuando se está en una recepción de clase alta donde todo son bellas palabras y sonrisas, pero no lo es tanto cuando te encuentras, por ejemplo, en mitad de un choque de opiniones con alguien que sólo sabe expresar su opinión con gritos e insultos. Ahí, somos nosotros quienes decidimos qué actitud tomar y cómo ejercerla. Y eso es aplicable a todas y cada una de las virtudes.

El segundo bloque son las 5 claves para la salud, que son bastante evidentes, son cosas que cualquier sanitario y, en general, cualquier consejero de vida saludable nos recomienda. Una alimentación equilibrada (que no significa no darse ningún capricho ni andar contando calorías y nutrientes de forma matemática y obsesiva), ejercicio frecuente (que tampoco significa obsesionarse con el deporte y entrenar 7 días a la semana durante 3 o 4 horas), un descanso eficiente, una higiene adecuada y una actitud positiva (y este puede que sea el punto más importante, ya que si conseguimos esto lo demás se vuelve bastante más fácil de conseguir y realizar).

Finalmente, el último bloque son los 5 espíritus del budo, 5 estados mentales que nos permiten tener la actitud adecuada respecto a la vida y las situaciones que se den en ella.

La mentalidad de principiante (Shoshin), de modo que cada cosa que realicemos o aprendamos la hagamos desde el punto de vista de un principiante, con la mente abierta y dispuesta a aprender y asimilar cosas nuevas, con humildad y respeto, tratando de ver qué hacen otros que tú no haces, o qué hacen mejor que tú.

La mentalidad que perdura/permanece (Zanshin), también traducido en ocasiones como el espíritu alerta. Hace referencia al estado mental y actitud tras realizar algo, y mientras se realiza algo, que hace que nos mantengamos atentos, pendientes a tal acto. Nos ayuda a estar centrados, enfocados, incluso cuando hemos acabado algo, buscando posibles fallos, errores, cosas que hayamos pasado por alto, atentos a cualquier incidencia o acontecimiento que pueda darse.

La mente inamovible (Fudoushin), porque si tenemos una convicción debemos ser perseverantes, luchar por ella y defenderla, ser firmes en nuestra idea y tratar de llevarla a cabo. Esto no significa, ni remotamente, que si tomamos una idea vayamos con ella hasta el final por mucho que nos demuestren que dicha idea es errónea, falsa o absurda, significa que mientras que no nos demuestren claramente o de forma convincente que nuestra idea está mal enfocada, nosotros debemos mantenerla y tratar de demostrar que sí está bien, no dudar, ni titubear, ni en los momentos difíciles. Sobre todo, en los momentos difíciles. Este espíritu también es aplicable a nuestra perseverancia, cuando estamos sufriendo o pasando un momento difícil, tener fudoushin para continuar hasta el final. Se dice que los obstáculos son esas cosas horribles que se ven cuando apartas los ojos de tu meta. El fudoushin ayuda a enfrentarse a esos obstáculos y superarlos, por duros que sean.

La no-mente (Mushin), porque en muchísimos casos, al final, lo mejor es simplemente dejar la mente en blanco, no pensar, limitarse a fluir, no fijarse en nada, que todo salga como tenga que salir y actuar como a uno le sale del corazón actuar. Para este ejemplo, me gusta mucho el fragmento de El último samurai, cuando Algren practica esgrima y el hijo de Katsumoto le dice:

  • Algren-san. Por favor, perdón. Demasiado pensar.
  • ¿Demasiado pensar?
  • Hai. Pensar espada. Pensar gente mira. Pensar enemigo. Demasiado pensar. No pensar.
Cuando actuamos sin pensar, acabamos actuando por instinto y por nuestro subconsciente, actuamos más rápido, con más determinación y firmeza. Esto es aplicable a actividades, trabajos, relaciones y, en general, a mil millones de cosas, incluida la vida misma. A veces es necesario no pensar.

Y, finalmente, la mente iluminada (Senshin). Es un estado que muchos equiparan al estado de iluminación del Buda, un sentimiento y espíritu de compasión y amor hacia todo en el mundo. Es un estado en el cual se busca hacer el bien en todo lo que hagamos y hacia todos los que podamos. Se dice que, una vez alcanzados los 4 espíritus anteriores, se puede llegar a este, pues se ha conseguido dominar la mente lo suficiente como para emprender ese camino de llevar compasión hacia todo sin perjudicarse a uno mismo, ni caer en la soberbia, el estrés, la duda o la distracción.

Creo que con este modo de vida uno puede ser, ya no mejor budoka, o samurai o cualquier movida de estas, pues esto es una mera etiqueta que nos ponemos que no trasciende realmente, sino mejores personas, además de sentirnos más plenos, realizados y completos. Salubres, bien con nosotros mismos a nivel interno y externo... En general, creo que es un modo de vida sano a nivel físico y mental que, en realidad, es aplicable a cualquier persona, no sólo a quien le guste el mundo de los samurai o las artes marciales.

Es el modo en que intento vivir mi vida, e intento aplicar estos preceptos a todo lo que hago. Y, espero, el día que se vean puestos a prueba por una situación realmente difícil o complicada, ser capaz de mantenerlos y seguirlos de forma fiel y plena, pues ahí es donde realmente cuentan nuestros principios, cuando todo se vuelve difícil, cuando se nos pone a prueba. El resto del tiempo son como un decorado bonito pero sin función real.

Osu.

El comienzo.

Bueno, es la primera entrada del blog, que servirá simplemente como introducción.

Originalmente, usaba Tumblr para hacer publicaciones, pero me da la sensación de que es una plataforma que, sobre todo en español, usa y sigue poca gente y que da poco juego para que se puedan seguir las publicaciones y el contenido que se ponga en ellas, así que he decidido cambiar a este formato que, creo, es más sencillo de manejar y llega a más gente, facilitando también el que, quien quiera, siga el contenido y publicaciones que haga en él.

Como ya hacía en Tumblr, aquí voy a limitarme a publicar datos de todo tipo sobre las artes marciales, ya sean percepciones o sensaciones personales y subjetivas como datos y hechos técnicos, objetivos, históricos o incluso curiosidades.

Seguramente, en algún momento, también haga publicaciones sobre temas ajenos a las artes marciales sobre acontecimientos o pensamientos que tenga sobre otra serie de asuntos. A fin de cuentas, como dice la descripción del blog, esto son "pensamientos y reflexiones de alguien que trata de seguir el Bushido en tiempos modernos", y el Bushido no se sigue ni se aplica sólo cuando tenemos los guantes, keikogi o mallas puestos, si no en todos los aspectos de la vida diaria.

Espero que, quienes leais esto, os guste lo que escribo y cómo lo escribo y espero que expreséis vuestras opiniones y dudas, siempre desde el respecto y la discusión sana, para generar un buen ambiente y poder aprender todos, tanto quienes me leéis como yo.

Sin más dilación, un saludo

Osu.