sábado, 17 de noviembre de 2018

Chikara no kyoujaku y el zanshin, unión cuerpo y mente.

En karate existen dos conceptos, uno físico y otro mental, que tienen muchísimo más en común de lo que la gente siquiera se imagina. Estos conceptos son el chikara no kyoujaku (力の強弱, el empleo de la fuerza al liberarla) y el zanshin (残心, espíritu permanente/espíritu alerta). Muchos se preguntarán dónde he encontrado la relación entre ambos conceptos. Para responder a esto, primero tenemos que analizar y comprender de verdad lo que son ambos conceptos.

Chikara no kyoujaku

Es uno de los puntos del 19º precepto del Shoto Niju Kun, hace referencia al momento en que se debe liberar la energía al realizar una técnica. Para la mayoría, esto puede parecer algo obvio, pero es bastante más complejo de lo que aparenta. El momento de liberar la energía es el momento en que se ejerce la fuerza, donde se imprime toda la potencia de nuestra técnica y, por lo tanto, donde se realiza la contracción muscular. Es un momento preciso y concreto, de menos de un segundo, en el cual se concentra absolutamente todo para que la técnica tenga auténtica efectividad. Todo antes y después de ese momento debe ser relajación, velocidad y agilidad. Muchos pensarán que esto es sencillo, normal, lógico, pero no todo el mundo lo consigue.

No es raro que alguien realice una técnica, sobre todo de ataque, manteniendo el puño muy apretado, el brazo tenso e incluso el hombro elevado. De ese modo, toda la potencia del golpe se pierde por el camino, llegando débil a su objetivo, además de llegar muy lentamente. Debemos esforzarnos por entrenar de modo que absolutamente todo el trayecto de la técnica desde que empieza hasta que llega a su objetivo nuestra musculatura está relajada. El puño puede estar cerrado, con firmeza, pero no con tensión, de modo que la relajación de nuestros músculos nos permita la mayor movilidad a la mayor velocidad posible. Entonces, el puño alcanza su objetivo, la zona que queremos golpear. Es muy importante la precisión, tanto en qué zona queremos golpear de nuestro oponente como con qué zona debemos golpear nosotros. Si lanzamos un tsuki debemos concentrarnos en golpear con el seiken, los dos primeros nudillos, o con el nakadakaken, si lanzamos un shuto yokomen uchi o shuto gamen uchi, el borde de la mano del meñique debe impactar de forma precisa.

Habiendo alcanzado el objetivo de nuestro golpe con velocidad, relajados y con la zona de golpeo adecuada, con precisión, entonces, sólo entonces, en el preciso instante en que nuestra piel va a entrar en contacto con la del oponente, justo ahí, realizamos la contracción muscular, ese es el punto exacto de liberación de la energía, donde se imprime toda la potencia de nuestro ataque, nunca antes, mucho menos después. Así es como se consigue un ataque realmente efectivo, y una defensa. Pero no acaba aquí.

Del mismo modo que nos hemos concentrado concienzudamente en mantenernos relajados y ágiles hasta el momento justo del contacto, también debemos concentrarnos y estar atentos a que justo después de ese microsegundo de contracción muscular donde hemos transferido toda nuestra energía en ese golpe, inmediatamente después, debemos volver a relajarnos completamente, desechar toda contracción que hayamos plasmado en el golpe o defensa, de modo que nos permita de nuevo rápida y ágilmente recoger la técnica y poder, o bien volver a una distancia segura o continuar con una segunda técnica, ya sea con el mismo brazo o con el otro. Esto es especialmente importante al realizar una defensa, ya que si al defender nos quedamos tensos no seremos capaces de realizar un contraataque rápido, preciso y potente tal como hemos mencionado justo antes.

También es especialmente importante a la hora de realizar hente (cuando se realizan dos o más técnicas usando el mismo brazo), pues es completamente imposible realizar de forma rápida y eficaz una segunda técnica con la mano que acabamos de atacar o defender si no somos capaces de relajarnos al instante de haber realizado la técnica. Es un trabajo extremadamente difícil y que puede ocupar una parte importante de nuestro entrenamiento, tanto siendo mudansha como siendo yudansha, y en especial siendo yudansha.

Una forma gráfica de expresar esto es que debemos pasar de 0 a 100 y, de nuevo, a 0 en menos de un segundo. Cero es la relajación plena durante todo el trayecto de la técnica, cien es ese microsegundo de contracción plena y liberación de energía, cero la vuelta a la relajación plena tras realizar la técnica que, a su vez, es también el momento previo a otra técnica, ya sea de ataque, de defensa o de desplazamiento. 0-100-0. Así debe ser nuestro karate, cada técnica, cada movimiento que realicemos, da igual que hagamos kihon, kata o kumite.

Como elementos importantes y a tener en cuenta cuando trabajamos este concepto se incluyen los hombros, evitar levantarlos, tenerlos siempre relajados, vigilar la contracción muscular durante la técnica, de modo que estemos relajados durante todo el trayecto previo y posterior a esta, la respiración, pues si no sabemos respirar adecuadamente, llevando el aire al hara, al abdomen, no seremos capaces de transmitir potencia a las técnicas y si el aire va al pecho en lugar de al hara elevaremos los hombros, y el asentamiento de la posición, pues no podemos dar un cañonazo desde una canoa, debemos tener estabilidad, una posición bien enraizada y afianzada al suelo que nos permita realizar las técnicas con potencia sin que perdamos nuestro equilibrio. Son muchísimas cosas a tener en cuenta y, obviamente, debemos trabajarlas poco a poco, pues es imposible tenerlo todo en mente a la vez cuando aún estamos asimilando los conceptos.

Zanshin

Como ya comenté en otra publicación, el zanshin es el espíritu que perdura, traducido en ocasiones como el espíritu alerta. En ambos casos, se hace referencia a la actitud de alguien, generalmente, tras realizar una técnica. No podemos atacar, o defender y contraatacar, y quedarnos clavados en el sitio, tal cual, sin hacer nada más, como suele hacerse en los ejercicios de kihon kumite más básicos, debemos mantenernos alerta, que nuestro espíritu perdure, se mantenga, después de realizar nuestra técnica, por lo que lo natural después de lanzar nuestro ataque es volver a una posición de guardia y distancia de seguridad, atentos al oponente y otras posibles amenazas.

Generalmente, el zanshin se resume en eso, pero también se puede extender al momento previo a realizar las técnicas, a la atención, la concentración, tanto para atacar nosotros como para recibir un ataque, eso sigue siendo el 'espíritu que perdura'. Más aún, en la vida misma debemos mantener el zanshin, estar alerta, no ante una agresión física per se, o no únicamente a eso, si no a cualquier tipo de amenaza o revés, desde un problema que pueda surgirnos en el trabajo hasta algo trivial como un tropezón, un resbalón, que nos permita estar preparados para reaccionar y minimizar los daños que tal imprevisto pueda causar. Tampoco significa vivir en un constante estado de alerta que roce la paranoia, ni mucho menos, simplemente mantener cierta actitud de preparación, estar listo para lo que pueda venir, sin necesidad de andar constantemente mirando hacia atrás por si alguien intenta apuñalarnos. Pero de esto hablo de forma más extensa en la publicación sobre el go Budo shin, así que aquí voy a centrarme en otro aspecto más del zanshin, relacionado de forma más estrechamente con el budo, el kumite, el goshin y el enfrentamiento en general.

¿Recordais todo lo mencionado justo antes sobre el chikara no kyoujaku, 0-100-0, etc.? Bueno, pues está estrechamente relacionado con el zanshin, ya que el 0-100-0 requiere, aunque mantengamos relajación muscular, mantenernos alerta, en guardia, atentos, vigilantes. Cuando nuestro rival nos ataca, estamos atentos a su reacción, nos preparamos, su ataque se acerca y nosotros, manteniendo aún la relajación muscular, iniciamos nuestra defensa. Al alcanzar su brazo, liberamos la energía, damos toda nuestra potencia en defender ese ataque e instantáneamente nos relajamos, pero no significa que mentalmente nos relajemos también, si no todo lo contrario, seguimos manteniéndonos alerta, nuestro espíritu perdura, se mantiene, pues debemos realizar un contraataque, y después de ese contraataque quizá debamos realizar otro, o alejarnos a una distancia segura, o reaccionar a una defensa de nuestro oponente, o a un contraataque tras su defensa... Del mismo modo, quien nos ataca, tras relajarse justo en el momento en que su ataque es defendido, debe mantenerse alerta para realizar un segundo ataque o para defenderse de nuestro contraataque o para evadir hacia una distancia segura... E incluso cuando ambos se separan hacia una distancia segura, ambos se mantienen alerta, en guardia, vigilantes.

Todo ese proceso en el cual uno realiza una técnica y reacciona a la respuesta del oponente, absolutamente todo eso es zanshin, es un estado de alerta y de espíritu permanente que sólo se puede aplicar y realizar si conseguimos un muy buen desarrollo del chikara no kyoujaku, si somos capaces de contraer y descontraer el cuerpo en el momento preciso y adecuado, de liberar la energía e imprimir potencia únicamente en el momento correcto.

Si tenemos muy buen zanshin, pero no somos capaces de aplicar correctamente el chikara no kyoujaku, veremos venir las técnicas de nuestro rival pero no seremos capaces de defender más de una, dos a lo sumo ni seremos capaces de contraatacar adecuadamente, menos aún con potencia. Si manejamos muy bien el chikara no kyoujaku pero carecemos de un buen zanshin, tendremos los medios físicos para reaccionar y contraatacar a cualquier cosa que haga nuestro oponente, pero no tendremos el estado mental adecuado para percibirlo y responder. Ambos conceptos van de la mano y deben desarrollarse conjuntamente, sin olvidar ambos. Ver un combate de dos maestros que manejen ambos conceptos es extremadamente parecido a esos combates de samurai que algunos seguro habéis visto en películas, de dos personas, una frente a otra, mirándose con atención durante varios segundos, a veces minutos, hasta que uno lanza un ataque, al cual el otro responde y en un breve intercambio de 2, 3, 4 golpes, uno de los dos cae derrotado. Ese combate se decide por un fallo, un retraso de menos de un segundo en cualquiera de las respuestas que uno realiza, por un leve fallo o en la aplicación del chikara no kyoujaku o en el zanshin. No hace falta más que un retraso de un milisegundo para que nuestra defensa no llegue a tiempo para evitar el ataque del oponente.

De ese modo, el chikara no kyoujaku y el zanshin se convierten, de algún modo, en un ejemplo claro y muy ilustrativo de lo que es e implica una buena unión del cuerpo y la mente, las dos caras de una moneda en lo referente a realizar técnicas durante un combate, la diferencia entre vencer y perder. Si no se desarrollan y complementan ambas, no seremos capaces de alcanzar la plenitud del Budo en lo referente al enfrentamiento y eso, a fin de cuentas, tiene una repercusión y efecto espejo bastante claro en nuestra vida.