miércoles, 27 de enero de 2021

Karate japonés y karate okinawense: Falsas concepciones de uno, otro y sobre el papel de ambos en la defensa personal. La realidad sobre Motobu y Funakoshi.

En vista de las recientes discusiones que hay por diferentes medios sobre las diferencias entre el karate japonés y el okinawense y la superioridad como sistema de defensa personal y de metodología de uno respecto al otro (buena parte de estas discusiones iniciadas a raíz de la visualización de algún vídeo del YouTuber e instructor de karate Jesse Enkamp), me he decidido a hacer una recapitulación de varias afirmaciones y concepciones que se hacen sobre ambos tipos de karate, la supuesta eficacia superior de uno con respecto al otro en una situación real y la mecánica de trabajo para afrontar dichas situaciones de uno y otro para desmentir algunas falsas creencias que hay en torno a toda esta temática. Sin más dilación, voy a comenzar a enumerar algunas de estas afirmaciones y a comentarlas y mencionar por qué o en qué medidas son falsas.

El karate okinawense es para la defensa personal y el japonés es para competir porque la defensa personal se da en distancia corta, que es la distancia en la que trabaja el karate okinawense. El japonés es deportivo porque la distancia media-larga es para conseguir puntos.

Esta afirmación, muy concurrida de un tiempo para acá por practicantes de karate okinawense (sobre todo tras habérsela escuchado repetir hasta la saciedad al YouTuber arriba mencionado) es una verdad (o mentira) a medias. Efectivamente, la defensa personal no sólo puede empezar en la distancia corta, si no que es muy posible que en algún momento el agresor acorte la distancia quedando muy cerca de nosotros. Evidentemente, cuando esto ocurre, debemos saber defendernos y desenvolvernos en esta situación. 

¿Significa esto que la distancia corta es la distancia ideal y suprema para la defensa personal? Absolutamente no. La distancia corta debe ser una distancia de transición, un lugar en el que no debemos querer estar y debemos buscar salir lo más rápido posible y, sobre todo, evitar entrar todo lo posible. Como refuerzo para mi argumento, voy a usar este vídeo en el cual Yagi Ippei, maestro de Goju-ryū, en el minuto 1:30 dice, claramente, hablando sobre cómo manejaría una situación de defensa personal real, 'No dejaría que el oponente se acerque más de esta distancia', procediendo a indicar que usaría una mano para mantener la distancia y si lo ve claro golpear. Segundos después dice 'No me gusta acercarme demasiado'. La distancia que está manejando es media, media-corta a lo sumo, una de las distancias en las que se especializa, precisamente, el Shōtōkan-ryū.

En una situación real, la distancia segura es la media-larga. En esa distancia, controlamos al agresor, controlamos sus movimientos tanto de cuerpo como de mano (por si intenta agarrar o sacar un arma cercana o escondida), controlamos nuestro entorno (al mantener la distancia con el oponente, podemos tener una visión más clara de nuestros alrededores sin dejar de vigilar al agresor) y, de este modo, controlar a otras personas alrededor (por si alguno de ellos es acompañante del agresor, o si están escondidos esperando una oportunidad). Cuando entramos en la distancia corta dejamos de ser capaces de ver y controlar el entorno, la gente que nos rodea y la totalidad del oponente. Todo esto implica y aumenta la probabilidad de una serie de riesgos peligrosos, desde que podemos tropezar con algo en el movimiento hasta que si aparecen acompañantes del agresor podemos no verlos o que el mismo agresor saque o alcance un arma sin que podamos verlo con claridad. Por eso, la distancia corta es el segundo peor lugar en el que podemos estar en una situación real (ya hablaré más adelante del primero) y debemos, en primer lugar, tratar de evitar llegar a este por todos los medios. De nuevo, ¿qué estilo trabaja, precisamente, buscando mantener y trabajar desde la distancia media-larga, tanto en ataque como en defensa? Shōtōkan-ryu.

¿Significa esto que es mejor no aprender a luchar en distancia corta y aprender únicamente distancia media-larga? De ninguna manera. Hay que aprender a manejar todas las distancias ya que, como he dicho anteriormente, no es raro que más pronto o más tarde una situación real nos lleve a la distancia corta y la única forma de saber desenvolverse en ella es haberla trabajado. Lo que significa todo esto que digo es que nuestra prioridad en una situación real debe ser siempre mantener la distancia media-larga y, cuando la perdamos, poner todos nuestros recursos para recuperarla y volver a ella.

Por eso, por ser un sistema que nos enseña a trabajar en la distancia media-larga (y, tras el bunkai del kata y su aplicación desde una perspectiva pragmática, también en distancia corta), el Shōtōkan-ryu es un estilo tan bueno para la defensa personal y las situaciones reales como cualquier sistema de karate okinawense. Creer que, como el karate japonés se especializa y predomina (que no significa que se centre únicamente en ello) la distancia media-larga, su única utilidad es la deportiva es un error. Si bien, por normativa, esa distancia es la que se usa en el karate deportivo, deportivo no es sinónimo de japonés, entre otras cosas porque también participan en karate deportivo practicantes de karate okinawense. Aprendamos a distinguir el karate deportivo del karate Budō, sea japonés u okinawense y a ver los puntos fuertes de uno y otro para poder aprenderlos y ser mejores budōka.

El karate japonés es irreal porque busca terminar con un solo golpe. El 'ichi geki, hisatsu' es mentira y en el karate okinawense no se busca, se quiere derribar y finalizar al oponente.

Aquí se puede hablar largo y tendido, desde la concepción errónea de ese concepto hasta la mentira de que en el karate okinawense no se busca esa idea. Muchos insisten en golpes más similares a los atemi de aikido, krav maga o similares, que se realizan como golpes leves que, supuestamente, desconciertan y aturden al oponente para permitirnos realizar nuestro numerito de técnicas. Sobra decir que cuando alguien está acostumbrado a recibir golpes (cosa nada rara en agresores callejeros, sobre todo si han recibido formación en lucha, cosa nada rara hoy día), no los va a frenar un golpecito en la cara. ¿Habéis visto los combates de boxeadores o de UFC, en los cuales uno avanza lanzando golpes, el otro retrocede dando golpes, los dos se están dando en la cara con fuerza y ninguno se detiene? Pues imaginad que, en lugar de esos golpes potentes, uno de ellos está dando atemi suave para aturdir. Sería irrisorio. Eso sí es irreal desde la visión de la defensa personal, el pensar que un golpe leve en la cara a alguien acostumbrado a recibir golpes lo va a aturdir o frenar para que nos permita realizar un derribo.

Pero, retomando el tema, si nos remitimos de nuevo al vídeo mencionado anteriormente sobre Yagi Ippei, en el minuto 2:41, dice textualmente 'El karate okinawense debe terminar con un solo golpe'. Algunos podrían decirme que Yagi Ippei practica Goju-ryū moderno, que está 'aguado' o 'contaminado' por ideas del karate japonés. En ese caso, podemos remitirnos a Itosu Anko, alumno de Matsumura Sokon, practicante de Shuri-te y maestro no solo de Funakoshi Gichin, si no también de otros como Motobu Choyu y Choki (Motobu-ryū), Yabu Kentsū (Shorin-ryū), Hanashiro Chōmo (Shorin-ryū), Mabuni Kenwa (Shito-ryū) o Chibana Chōsin (Kobayashi-ryū).

Itosu era famoso por su gran fuerza y su capacidad, habilidad y preferencia para acabar combates con un solo golpe. Es considerado por muchos eruditos y estudiosos del karate no solo como el abuelo del karate, si no como el primero en poner en práctica y fomentar la preferencia de 'un golpe, una muerte'. Hay diversas fuentes que cuentan cómo Itosu era famoso por esto, por vencer a sus oponentes con un golpe, incluso en una agresión de varios oponentes. Ya son dos fuentes que hablan de que el karate okinawense (ya que Itosu practicaba karate okinawense puro) también busca esa idea de finalizar con un solo ataque.

Ahora, ¿es realista esa perspectiva de la defensa personal? sí y no. Es realista porque, por un lado, efectivamente nuestra intención debe ser esa, que nuestro golpe sea definitivo, que no necesitemos nada más que eso para finalizar a un agresor. No es realista porque hay demasiados factores a tener en cuenta para que dicho concepto se manifieste: nuestra constitución física/fuerza, la del agresor, el contexto en que se produce la agresión, dónde aplicamos ese primer golpe, etc. ¿Significa eso que es mejor entrenar para golpes rápidos y continuos que para un solo golpe poderoso y definitivo? realmente no. Significa que debemos entrenar para conseguir que cada golpe nuestro sea definitivo, y que luego cuando realicemos una combinación de golpes seamos capaces de que cada golpe de esa combinación sea definitivo. Debemos golpear con esa determinación, con esa intención. Poner el 200% de nosotros en cada golpe, aunque sea una combinación. La concepción que tienen muchas personas externas (e internas) al karate japonés de que no hay que trabajar combinaciones porque 'se debe buscar un golpe una muerte' es no solo absurda e irreal, si no errónea. Y, de nuevo, no es exclusiva al karate japonés si no que se hereda del okinawense.

En el karate okinawense no hay patadas altas, son un invento del karate japonés para la competición, son imprácticas para el objetivo del karate, sólo útiles en competición y no es necesario entrenarlas.

De nuevo, esta es una de esas afirmaciones que, aunque no son completamente falsas, sí son erróneas. Por un lado, el insistente comentario de que 'en el karate okinawense no existen las patadas por encima de la cintura'. Por mucho que algunos lo hayan olvidado, Funakoshi Gichin era practicante de karate okinawense, y era lo que enseñaba incluso cuando se fue a Japón. Fue su hijo, Gigo, quien sistematizó buena parte de las patadas altas y, además la mayoría de patadas que tenemos hoy en karate (mawashigeri, kaiten ushirogeri, ura mawashigeri, etc.) y las diferentes variaciones de estas (keage, kekomi...). Y, a pesar de las recientes creencias, debidas a las afirmaciones plenas de cierta personalidad de YouTube, no hay ningún indicio ni prueba de que tomase o copiase esas patadas del savate francés. Pudo tomarlas del savate, o de algún sistema de kung fu norteño, o del taekkyon koreano o se le podrían haber ocurrido (los que ayudaron a Gigo a sistematizar el Shōtōkan-ryū insisten en que Gigo inventó mawashigeri pensando en la idea de dar un maegeri pero desde el lado), pero esa es discusión para otra publicación.

El caso, es que Gichin era practicante de karate okinawense, y en su libro Karate-do Kyōhan, considerado en su edición original el máximo exponente de Shōtōkan-ryū pre-Gigo, es decir, previo a las modificaciones que este realizó, menciona, por un lado, las zonas a las que se puede lanzar kebanashigeri (que, a efectos prácticos, vendría a ser lo que hoy llamamos maegeri keage), mencionando entre los objetivos el pecho del oponente. Llamadme loco, pero el pecho de una persona está bastante más arriba de su cadera y abdomen. Quizá no llegue a ser una patada nivel jōdan, pero es una patada bastante alta, nada que ver con el chūdan bajo de las patadas al abdomen o costados. No solo eso, si no que también habla de las tobigeri, las patadas en salto. De nuevo, llamadme loco, pero las patadas en salto, por su naturaleza, tienden a ser no solo patadas vistosas, si no también altas.

Esto se ocupa del erróneo pensamiento de que no hay patadas altas en el karate okinawense, pero ¿es necesario aprender patadas jōdan o kaitengeri? ¿son útiles para defensa personal, o sólo sirven para que queden bonitas y den puntos en competición? una vez más, la respuesta no es tan simple como 'sí' o 'no'. Es una verdad evidente que las patadas por encima de la cintura en una situación real implican una relación beneficio/riesgo que, normalmente, no sale a cuenta. Pasa igual con las patadas con giro o kaitengeri. El riesgo de resbalar, tropezar, que la ropa nos incomode o el tiempo de vulnerabilidad si el agresor es capaz de esquivarnos o, peor, agarrarnos, no se ve compensado por el beneficio de acertar esa patada en su cara, más aún habiendo otras muchas opciones con una ratio beneficio/riesgo bastante más positiva.

¿Significa eso que no debemos aprender, entrenar y trabajar ataque y defensa de patadas jōdan y kaitengeri? no, todo lo contrario. Debemos trabajarlas exactamente igual que las patadas chūdan y las patadas gedan. Pasa algo similar que con el trabajo de distancias. Por un lado, no podemos desechar la posibilidad de que nuestro agresor sea alguien que ha recibido formación en lucha. Cada día son más la gente que practica artes marciales, y muchísima gente se apunta a deportes de contacto como kick boxing, thai boxing o sistemas como wing tsun, jeet kune do y otros sistemas, con la intención de usar los conocimientos que adquieren de mala manera. Por eso, de entrada, no podemos asumir que nuestro oponente no sabrá luchar, si no todo lo contrario. Con esto en mente, o simplemente teniendo en mente lo aleatoria y caótica que puede ser una situación de agresión real, no podemos desechar la posibilidad de que nuestro oponente vaya a lanzarnos una patada a la cara, incluso una buena patada.

¿Qué pasa si no estamos acostumbrados a recibir patadas a nivel jōdan, tanto en entrenamiento de yakusoku kumite como en trabajos de jyū kumite? No sé si recordáis que ocurrió cuando los Gracie comenzaron a expandir y popularizar su sistema de ne waza, el Brazilian jiujitsu. Resumiendo, lo que ocurrió básicamente fue que decenas de luchadores de decenas de sistemas, no acostumbrados a trabajar derribos y entradas a piernas, en cuanto se veían venir a un tipo para agarrarles y derribarlos, se bloqueaban sin saber qué hacer, o trataban de golpearles esperando que uno o dos golpes lo aturdiese y frenase. ¿Resultado? todos al suelo y hechos un nudo en segundos. Exactamente lo mismo pasa con las patadas altas. Si no estás acostumbrado a trabajar con patadas altas, cuando alguien lance una tu cuerpo no va a reaccionar contra eso, porque le es desconocido. Pero no basta con soltar una patada y ya, del mismo modo que no basta tirarte a las piernas del otro para trabajar derribos, es necesario aprenderlo adecuadamente, con técnica, de modo que las defensas se realicen contra ataques efectivos y nuestras defensas sean verdaderamente pragmáticas y efectivas. Si trabajamos defensas contra técnicas inefectivas o erróneas, lo que aprenderemos no será realmente útil y pasaremos un mal rato si nos vemos en esa situación el día de mañana.

Pero este no es el único motivo por el cual es necesario y adecuado trabajar patadas altas (además de medias y bajas). El karate, como la mayoría de artes marciales, no se basa simplemente en lo que va a serme útil y necesario para defensa personal, también trata de desarrollo personal y físico, de mejorar nuestra salud, fuerza y control sobre nuestro cuerpo. Las patadas altas con precisión y potencia, patadas con giro y de más son trabajos para condicionar nuestro cuerpo y nuestras aptitudes. Además, cuando más y mejor desarrollemos las patadas a niveles más altos, mejor vamos a ser capaces de realizar las patadas a niveles más bajos del mismo modo que, si somos capaces de realizar con una técnica correcta un derribo a alguien que pese 20kg más que nosotros, cuando derribemos a alguien de nuestro peso nos resultará mucho más sencillo. Evidentemente, habrá personas que por su contexto personal (edad, problemas físicos, fisiología, etc.) no puedan dar vistosas patadas altas, pero no se trata de eso, si no de conseguir poner a prueba nuestros límites y ver hasta dónde podemos llegar con esfuerzo y trabajo y de mejorar al máximo, de ser lo mejor que nos permita nuestro cuerpo.

Por supuesto, todo este asunto de las patadas altas, que de algún modo conecta también con el tema anterior de las distancias en la defensa personal, también guarda relación con el trabajo de suelo, ne waza, y el trabajo de kumite, del cual ya hablo en la publicación sobre la defensa personal y el combate. Para aprender a desenvolvernos frente a algo, o en un contexto, debemos trabajarlo y aplicarlo en situaciones de estrés y no colaboración y, sobre todo, con la técnica y metodología correcta. Porque nunca sabemos qué puede surgir en una situación real, ni a qué puede recurrir el agresor.

Las posiciones bajas del karate japonés son innecesarias y únicamente útiles para el contexto de competición. Sólo las posiciones altas del karate okinawense son útiles para la defensa personal.

Nos vemos, una vez más, en el mismo contexto que con la distancia y las patadas altas. Se insiste mucho en que las posiciones más amplias y bajas del karate japonés, como zenkutsudachi, no sirven en la defensa personal y que en una situación real no vamos a tener espacio para usar semejantes posiciones. Por un lado, olvidamos que buena parte de las posiciones de karate, altas o bajas, son transicionales y contextuales, es decir, que se utilizan o bien para pasar de una fase a otra o bien para unos contextos bastante específicos. Cualquier practicante de karate japonés que conozca y domine mínimamente la defensa personal, en una situación real, va a usar de modo general una posición más cómoda como motodachi, bastante más similar a la posición estándar del karate okinawense, y pasará de forma transicional a una posición u otra según las acciones que realice, sin mantenerse fijo en una posición por mucho tiempo.

Pero, además, posiciones como zenkutsudachi o fudōdachi, ligeramente acomodadas y adaptadas, son posiciones ideales para desplazarse de forma rápida y ágil a la vez que recorremos una buena distancia, siendo ideales para ayudarnos a mantener la distancia con el oponente y, al mismo tiempo, ayudarnos a acortarla rápidamente para encajar un buen ataque en el momento adecuado que, como ya hemos dicho al principio de esta publicación, debería ser nuestro objetivo principal siempre que nos sea posible, buscar y mantener la distancia media-larga y tratar de finalizar con un golpe en el momento adecuado, evitando todo lo posible caer en la distancia corta. Una vez más, eso no significa que no deban trabajarse posiciones altas y cortas, si no todo lo contrario. Como siempre podemos vernos en un contexto en que salir de la distancia corta no sea una opción, o simplemente hemos caído en ella, debemos ser capaces de desenvolvernos en ese ambiente con una posición adecuada y buscar resolver la situación o salir de ahí lo más rápido posible.

Y, al igual que con las patadas, las posiciones bajas nos ayudan y permiten trabajar y condicionar nuestro cuerpo y nuestras piernas, ganar potencia y resistencia, mejorar el uso de la cadera, la conexión con el suelo y el modo de canalizar la energía desde el suelo hasta el puño, codo, rodilla, etc. facilitándonos luego trasladar esa sensación a posiciones más altas y cómodas. Por eso, el trabajar posiciones bajas es beneficioso e ideal, a la vez que útil.

El karate okinawense sirve para la defensa personal, Motobu Choki lo probó en cientos de enfrentamientos. El karate japonés es para el deporte, Funakoshi Gichin no era buen luchador ni le gustaba el combate, así que el karate que se desarrolla en Japón es peor. Motobu venció a Funakoshi en combate.

Hay mucho revuelo, y medias verdades, sobre esta afirmación, sobre todo después de que cierto YouTuber, de nuevo, sacase a la luz cierto vídeo esgrimiendo teorías, verdades parciales u opiniones como si fuesen la verdad absoluta, aprovechándose de su posición como 'personalidad' del karate. Vamos por partes: 

Motobu Choki. Un personaje que, durante mucho tiempo, no se le ha prestado nada de atención y, de repente, se ha convertido en la quintaesencia y máximo exponente del karate okinawense y, parece ser, el único que ha probado su karate en 'confrontamientos reales'. ¿Quién es Motobu Choki? Descendiente de la familia real de Okinawa, tercer hijo de su familia, por lo que no tuvo derecho a aprender el sistema de karate (llamado 'te' en aquella época) familiar. Según los testimonios, de mal carácter, camorrista y poco educado, pero parte de la realeza okinawense. Por su naturaleza, los maestros de karate de la época no solo no lo aguantaban, si no que realmente tampoco querían enseñarle, ya que era propenso a ir a buscar pelea a los barrios rojos, pero no podían negarse a ello por su origen noble. Por ello, se limitaban a enseñarle lo básico a regañadientes, para cumplir, y poco más, sin atreverse nadie a llevarle la contraria por sus actividades de camorrista al considerarse una falta de respeto.

Ahora, analicemos bien eso de 'confrontamientos reales en los barrios rojos'. Si cualquier persona presume de 'experto en defensa personal con amplia experiencia en el campo', sospecha. ¿Cómo adquiere alguien 'amplia experiencia en la defensa personal' para ser un experto en esto? quiero decir, a cualquiera puede habernos ocurrido algún altercado y haber tenido que defendernos, pero por norma general lo natural es tratar de evitar esos conflictos y, cuando se producen, evitar la confrontación al máximo. Como ya menciono en la publicación de la defensa más allá de las artes marciales, la defensa personal más efectiva es aquella que no se produce, es decir, cualquier día que logramos evitar un enfrentamiento, y en caso de enfrentamiento logramos evitar la agresión, es una defensa personal efectiva. Si una persona 'tiene amplia experiencia en situaciones de defensa personal', ¿no será que, más que defensa personal, esa persona ejerce la agresión ajena?. Imaginemos la situación: Motobu se va al barrio rojo y se para en mitad de la calle. Ojea y tantea el terreno, buscando con quién pelearse. Entonces, un pobre desgraciado, que lo mismo era algún mafiosillo, un cobrador, o lo mismo un mercader o noble medio borracho y que jamás ha soltado un bofetón, cruza miradas con él. Motobu decide que ese tipo le ha provocado y, sin previo aviso, se va hacia él y le suelta la primera hostia. Si te vas al primer desgraciado que te cruces, posiblemente borracho, y le sueltas la primera hostia sin que se la vea venir, está claro que las tornas de ese combate van a ir en tu favor. Pero ni eso es experiencia real, ni es defensa personal, es camorra pura y dura.
Pero vamos a ir más allá, vamos a imaginar que se peleaba con gente más curtida. Con los vigilantes de los locales o con los yakuza de la zona. Para que sea defensa personal, la otra persona debe ser quien intente provocarnos y agredirnos, y nosotros debemos tratar de evitar el altercado y defendernos (lo cual no significa no golpear primero) de su agresión. Pero si él iba al barrio rojo a probar sus habilidades, en muchos casos él sería el instigador de la pelea y buscaría activamente la búsqueda del conflicto, seguramente forzando, precisamente, a la otra persona a defenderse, o provocando un combate, algo muy diferente de una defensa personal. Incluso mirándolo desde esta perspectiva, al final toda la leyenda de Motobu encaja más o en la vida de un simple matón frustrado que golpeaba a cualquier desgraciado y se creía fuerte o, en su defecto, en la de alguien cuyo karate, en el mejor de los casos, es equiparable al de un luchador de MMA, kenka karate que lo llamaban, karate callejero, nada que ver con el karate para la defensa personal de Okinawa del que tanto se enorgullecen muchos de los que, hoy día, ensalzan la figura de Motobu.

Respecto al supuesto enfrentamiento entre Motobu y Funakoshi, ya la mayoría conoce la versión en la cual Motobu aparece en la escuela de Funakoshi, le reta y, sin que Funakoshi pueda evitarlo, Motobu le hace tres derribos de kotegaeshi y se marcha triunfante. Ok, pues esta es una de las al menos tres versiones que hay sobre esta historia. Y esta versión tiene, como único respaldo y fuente, la autobiografía de Motobu Choki. Es decir, esta maravillosa versión en la cual Motobu levanta la liebre de lo mal karateka que es Funakoshi y sale triunfal de la escuela consta únicamente en un libro escrito por el propio Motobu.

Otra versión de este mismo encuentro dice que Motobu estaba haciéndole preguntas a Funakoshi sobre cómo se defendería de un puñetazo y, cuando Funakoshi fue a mostrárselo, Motobu, de improviso, realizó la proyección, de forma sucia y bajuna.

Pero una versión que parece ser más creíble, básicamente porque es la versión contada por una tercera persona presente, Otsuka Hironori, fundador de Wadō-ryū, estudiante de Funakoshi Y uno de los que ayudó y apoyó a Motobu a establecerse en Japón, es decir, alguien ajeno e imparcial a ambas personas. Otsuka cuenta que, estando en la escuela de Funakoshi, Motobu apareció junto a un yondan de judō. El judōka agarró firmemente a Funakoshi de las solapas y Motobu le dijo 'Tan orgulloso que estás de tu kata básico, venga, libérate de este agarre, a ver qué utilidad tienen'. Sobra decir que un judōka joven, con un agarre firme y asentado, a un Funakoshi ya mayor, las probabilidades estaban en contra del viejo maestro. No hay que ser un genio para saber que es bastante difícil liberarse de un agarre fuerte, finalizado y consolidado. Aún así, Funakoshi intentó liberarse, tras lo cual fue alzado y lanzado por el judōka. Tras esto, se le preguntó a Otsuka si quería probar suerte, el cual con su trasfondo de jujutsu se ocupó sin dificultad del duelo.

Pero, incluso si la primera versión fuese cierta, pongámonos también en contexto: Motobu, miembro de la realeza okinawense. Funakoshi, de buena familia pero un simple profesor. Incluso fuera de Okinawa, la jerarquía entre ambos se mantiene. Y el primero aparece en la escuela del segundo demandando un duelo. Es absolutamente impensable que, incluso su Funakoshi fuese mil veces más fuerte que Motobu, le hubiese vencido, mucho menos dado una paliza. Funakoshi se habría dejado vencer una y otra vez porque habría sido una falta de respeto enorme que él, un simple profesor, diese una tunda a un miembro de la familia real de Okinawa. Y eso era algo que, irremediablemente, Motobu sabía.

Pero quiero llegar mucho más lejos en este tema, ya que esta historia se utiliza como mantra para decir que 'el karate okinawense es más efectivo para la defensa personal que el japonés porque Motobu probó su karate en cientos de combates'. Motobu no fue el único que probó su karate en enfrentamientos reales. Antes y después de él ha habido decenas. Matsumura, Azato e Itosu son tres ejemplos simples, pero si vamos a después de él y en karate japonés, Funakoshi Gigo participó en muchos combates (y sí, es cierto que perdió un combate contra practicantes de Goju-ryū, a raíz del cual comenzó a modificar su karate y a desarrollar el Shōtōkan-ryū) y buscó y probó los mejores métodos de realizar tsukiwaza y uchiwaza en cuerpos reales, buscando y estudiando de qué modos causaban más daños y más lesiones, Kase Taiji trabajó no solo de formador de kumite de la JKA, si no también de guardaespaldas, protegiendo a personalidades de agresiones reales y atentados contra sus vidas, Asai, Enoeda, Egami, Shirai, Aoki... Muchos de ellos, al igual que Motobu, han probado su karate en combates reales. Algunos, formando o siendo parte del ejército durante la II Guerra Mundial, otros, al igual que Motobu, en los barrios rojo, otros en combates entre las universidades con contacto pleno (contacto del estilo de acabar con dos, tres o cuatro dientes menos, en ambulancia al hospital, etc.), sin mencionar el estado del Japón de la post-guerra y la cantidad de asaltos que se producían por la pobreza y carencias que pasaba el país. Motobu no fue el primero ni el último en poner a prueba su karate en situaciones reales, y la mayoría de otros exponentes sí estaban usando su karate como defensa personal, al contrario que él.