martes, 11 de diciembre de 2018

La importancia del shoshin en las artes marciales.

Hace poco tuve una leve crisis a nivel marcial. Dicha crisis se resumía en algo tan simple como que veía que muchos compañeros del dojo, mis kohai, parte de ellos con menos años de práctica de karate que yo y todos ellos con experiencia en menos sistemas de lucha que yo, que he practicado algunos sistemas de lucha en ring y de defensa personal, además de algún sistema de grappling, a la hora de practicar kumite, muchos de ellos me suponían un verdadero reto al combatir, siendo algunos en ocasiones capaces de ganarme bastante terreno e incluso de superarme.

La mayoría diréis ¿y qué pasa con eso? bueno, pasar pasar, no pasa nada tal cual, pero a mí me suponía un dilema, uno gordo. ¿Por qué? pues por algo muy simple: si yo llevo tantos años entrenando, practicando, trabajando, estudiando, además de practicando y estudiando otros sistemas para hacer mi karate más completo y más efectivo, ¿cómo era posible ahora que compañeros que llevaban menos tiempo que yo y tenían menos experiencia en variedad de sistemas y, por lo tanto, un repertorio técnico y variedad de recursos inferior a la mía, me resultasen oponentes tan duros? No es que pensase que mis compañeros debían ser peores, al revés, creo que tienen un nivel perfecto para su nivel y tiempo de entrenamiento y dedicación, es envidiable. Mi problema era conmigo.

Podemos decir que yo he tenido dos periodos de entrenamiento. El primero fue hasta poco después de sacarme el shodan en Kase-ha Shotokan-ryu, luego tuve una etapa en la que no entrené, o entrené poquísimo por circunstancias, estudios, trabajo y tal y el segundo periodo ha sido reciente, tras sacarme el shodan por la Nihon Karate Kyoukai (JKA). En mi primer periodo, parte importante del tiempo entrené con una generación de senpai mayores que yo, de mayor grado y mejores, bastante mejores que yo. Había un salto bastante grande entre ellos y yo en muchísimos aspectos, desde lo técnico hasta la fuerza pasando por la agilidad y los reflejos. Lo atribuía al salto generacional, eran mayores, con más tiempo de entrenamiento y más grado que yo. Cuando alcanzase su edad y grado, sería como ellos. Entonces, pasamos a mi segundo periodo. Ahora, entreno con un grupo de compañeros, kohai prácticamente todos, ya sea por grado o por antigüedad y, además, con menos tiempo y experiencia que yo, como ya he mencionado. Lo natural, según mi lógica, es que el salto generacional y, por lo tanto, de nivel, sea similar al que había entre yo y mi anterior grupo de compañeros, que para mí fuese más sencillo manejarles, enfrentarme a ellos, marcar el ritmo del combate, pero con lo que me encontré es que el salto generacional entre ellos y yo era infinitamente más pequeño, apenas palpable, en comparación con el que había entre yo y mi anterior grupo de compañeros. ¿por qué yo no había mejorado y alcanzado un nivel similar al que tenían mis senpai, ni supongo un rival tan temible para mis kohai como lo suponían mis senpai para mí?

Todo ese contexto se remezcló con una sensación o percepción de que llevaba bastante tiempo estancado, sin mejorar o subir de nivel. Cuando volví a entrenar, que fue en un dojo de la Kyoukai, veía avances y mejoras rápidas y evidentes, casi semanalmente veía que mejoraba algo nuevo. Llevaba tiempo sin entrenar y, además, arrastraba vicios y taras en la técnica básica que no había llegado a corregir antes, y en la Kyoukai otra cosa no, pero machacar y trabajar la base para realizarla exquisita lo hacen hasta la saciedad, cosa que me venía de perlas. Tras sacarme el shodan por la Kyoukai y volver a mi dojo original de Kase-ha Shotokan-ryu, tenía que volver a recuperar el control y potencia que caracteriza a mi escuela, el asentamiento del fudoudachi, la realización de técnicas de hente demoledoras y el uso de uchiwaza extenso que tenemos. De nuevo, veía mejoras en relativo poco tiempo, todo genial. Pero llegó un momento en el cual tenía la sensación de que no avanzaba, que me esforzaba, entrenaba, trabajaba, pero me mantenía quieto en el mismo sitio. Me daba la sensación de que todo el mundo iba avanzando y subiendo su nivel y que yo estaba estancado en un punto y que no me movía de ahí. Lo mencionado anteriormente, junto a esto último, me llevó al pensamiento de que quizá había llegado a mi límite, que no podía mejorar más, que no era un buen budoka porque era incapaz de continuar avanzando y otros mil pensamiento negativos más.

A estas alturas os preguntaréis ¿y qué tiene que ver todo esto con el título de este artículo, con el shoshin? absolutamente todo.

Mi problema, lo que me ocurría, al final, se resumía en una pérdida total y absoluta del shoshin, del espíritu de principiante. Había asumido mi maestría, había asumido que estaba en un punto, que ya no era un principiante y que debía ser capaz de tal o de cual, mejor que este o que aquel. Había asumido que ya había cosas que sabía hacer y manejar y que debía saber otras cosas. En el momento en que había dejado de pensar como un principiante, a realizar cada entrenamiento, por básico que fuese, como algo de lo que tengo que aprender, algo que puedo usar para mejorar algo de mi técnica, por mucho nivel que tenga, me perdí, y conmigo se perdió mi karate y mi espíritu guerrero. Se quebró mi voluntad.

Cuando me di cuenta de esto, de que había perdido el shoshin, traté de esforzarme por recuperarlo. Coincidió con la llegada de gente nueva al dojo, kukyu ambos, por lo que empezamos a hacer trabajos bastante básicos. Kihon estándar de tsuki y geri, kihon ippon kumite, sanbon kumite... Y, en lugar de quejarme o desmotivarme por tener que empezar a hacer trabajo de kukyu de nuevo, decidí aprovecharlo. Da igual que tenga dos shodan, seguro que tengo fallos en algo tan simple como mis desplazamientos en zenkutsudachi o kokutsudachi, seguro que mi técnica de maegeri o de gedanbarai fallan en algún punto al realizarlos, y esos ejercicios eran perfectos para centrarme en realizar la técnica lo mejor posible y mejorar mis vicios y taras. Luego, cuando los grados bajos han faltado al entrenamiento, hemos vuelto a realizar entrenamientos para yudansha, ejercicios complejos y elaborados de timing, coordinación, concentración... Y lo que he ha sido tratar de centrarme en realizarlos manteniendo todas esas cosas que trataba de mejorar al hacer los ejercicios básicos cuando venían los compañeros nuevos. Simplemente centrarme en todos esos puntos que trataba de mejorar, en continuar haciéndolo así. ¿Resultado? con los ejercicios básicos, teniendo la mente abierta y buscando el modo de aprovechar los ejercicios aunque fuesen para kukyu recién llegados conseguí mejorar muchos detalles de mi técnica que, al realizar trabajos superiores, traté de mantener, intentando asimilar tanto lo nuevo que nos enseñaba el sensei como aquellas cosas que yo trataba de mantener al adquirirlas en el entrenamiento anterior.

Al recuperar el shoshin, al volver a entrenar siempre como un principiante, pensando no en lo que no domino y no soy capaz de hacer, si no en lo que tengo que mejorar y perfilar de mi técnica, sin importar el ejercicio que hagamos, sin importar lo demás, simplemente manteniendo la actitud de aprendizaje, evitando el pensamiento de autocomplacencia con mi nivel y mi técnica básica, conseguí evitar la sensación de estancamiento, la sensación de que no avanzaba y de que me superaban mis compañeros, de que no podía ir a más.

Al volver a recuperar el shoshin, he vuelto a entrenar sin tener la mente saturada, sin andar dándole vueltas a si soy o no soy mejor, etc. He recuperado el mushin. Al recuperar el mushin, al realizar cualquier ejercicio o al hacer kumite puedo mantenerme alerta, atento, enfocado, antes, durante y después de atacar o defender, he podido recuperar mi zanshin. Al recuperar el mushin y el zanshin, mi determinación y mi mentalidad vuelven a ser fuertes, estoicas, inamovibles, mi fudoushin también ha vuelto. El shoshin es la base y puerta de entrada a todos los demás espíritus del Budo. Una vez lo perdemos, nos arriesgamos a perder los demás con el más mínimo obstáculo que nos encontremos en el camino. Mientras mantengamos el shoshin, dará igual cuántos obstáculos y dificultades hallemos, siempre será algo de lo que aprender y mejorar, algo que nos aportará si tenemos la forma correcta de verlo, recordando siempre que nunca dejamos de aprender, nunca dejamos de ser principiantes. De ese modo, nuestro potencial, nuestra capacidad de mejora, no tiene límites.

sábado, 17 de noviembre de 2018

Chikara no kyoujaku y el zanshin, unión cuerpo y mente.

En karate existen dos conceptos, uno físico y otro mental, que tienen muchísimo más en común de lo que la gente siquiera se imagina. Estos conceptos son el chikara no kyoujaku (力の強弱, el empleo de la fuerza al liberarla) y el zanshin (残心, espíritu permanente/espíritu alerta). Muchos se preguntarán dónde he encontrado la relación entre ambos conceptos. Para responder a esto, primero tenemos que analizar y comprender de verdad lo que son ambos conceptos.

Chikara no kyoujaku

Es uno de los puntos del 19º precepto del Shoto Niju Kun, hace referencia al momento en que se debe liberar la energía al realizar una técnica. Para la mayoría, esto puede parecer algo obvio, pero es bastante más complejo de lo que aparenta. El momento de liberar la energía es el momento en que se ejerce la fuerza, donde se imprime toda la potencia de nuestra técnica y, por lo tanto, donde se realiza la contracción muscular. Es un momento preciso y concreto, de menos de un segundo, en el cual se concentra absolutamente todo para que la técnica tenga auténtica efectividad. Todo antes y después de ese momento debe ser relajación, velocidad y agilidad. Muchos pensarán que esto es sencillo, normal, lógico, pero no todo el mundo lo consigue.

No es raro que alguien realice una técnica, sobre todo de ataque, manteniendo el puño muy apretado, el brazo tenso e incluso el hombro elevado. De ese modo, toda la potencia del golpe se pierde por el camino, llegando débil a su objetivo, además de llegar muy lentamente. Debemos esforzarnos por entrenar de modo que absolutamente todo el trayecto de la técnica desde que empieza hasta que llega a su objetivo nuestra musculatura está relajada. El puño puede estar cerrado, con firmeza, pero no con tensión, de modo que la relajación de nuestros músculos nos permita la mayor movilidad a la mayor velocidad posible. Entonces, el puño alcanza su objetivo, la zona que queremos golpear. Es muy importante la precisión, tanto en qué zona queremos golpear de nuestro oponente como con qué zona debemos golpear nosotros. Si lanzamos un tsuki debemos concentrarnos en golpear con el seiken, los dos primeros nudillos, o con el nakadakaken, si lanzamos un shuto yokomen uchi o shuto gamen uchi, el borde de la mano del meñique debe impactar de forma precisa.

Habiendo alcanzado el objetivo de nuestro golpe con velocidad, relajados y con la zona de golpeo adecuada, con precisión, entonces, sólo entonces, en el preciso instante en que nuestra piel va a entrar en contacto con la del oponente, justo ahí, realizamos la contracción muscular, ese es el punto exacto de liberación de la energía, donde se imprime toda la potencia de nuestro ataque, nunca antes, mucho menos después. Así es como se consigue un ataque realmente efectivo, y una defensa. Pero no acaba aquí.

Del mismo modo que nos hemos concentrado concienzudamente en mantenernos relajados y ágiles hasta el momento justo del contacto, también debemos concentrarnos y estar atentos a que justo después de ese microsegundo de contracción muscular donde hemos transferido toda nuestra energía en ese golpe, inmediatamente después, debemos volver a relajarnos completamente, desechar toda contracción que hayamos plasmado en el golpe o defensa, de modo que nos permita de nuevo rápida y ágilmente recoger la técnica y poder, o bien volver a una distancia segura o continuar con una segunda técnica, ya sea con el mismo brazo o con el otro. Esto es especialmente importante al realizar una defensa, ya que si al defender nos quedamos tensos no seremos capaces de realizar un contraataque rápido, preciso y potente tal como hemos mencionado justo antes.

También es especialmente importante a la hora de realizar hente (cuando se realizan dos o más técnicas usando el mismo brazo), pues es completamente imposible realizar de forma rápida y eficaz una segunda técnica con la mano que acabamos de atacar o defender si no somos capaces de relajarnos al instante de haber realizado la técnica. Es un trabajo extremadamente difícil y que puede ocupar una parte importante de nuestro entrenamiento, tanto siendo mudansha como siendo yudansha, y en especial siendo yudansha.

Una forma gráfica de expresar esto es que debemos pasar de 0 a 100 y, de nuevo, a 0 en menos de un segundo. Cero es la relajación plena durante todo el trayecto de la técnica, cien es ese microsegundo de contracción plena y liberación de energía, cero la vuelta a la relajación plena tras realizar la técnica que, a su vez, es también el momento previo a otra técnica, ya sea de ataque, de defensa o de desplazamiento. 0-100-0. Así debe ser nuestro karate, cada técnica, cada movimiento que realicemos, da igual que hagamos kihon, kata o kumite.

Como elementos importantes y a tener en cuenta cuando trabajamos este concepto se incluyen los hombros, evitar levantarlos, tenerlos siempre relajados, vigilar la contracción muscular durante la técnica, de modo que estemos relajados durante todo el trayecto previo y posterior a esta, la respiración, pues si no sabemos respirar adecuadamente, llevando el aire al hara, al abdomen, no seremos capaces de transmitir potencia a las técnicas y si el aire va al pecho en lugar de al hara elevaremos los hombros, y el asentamiento de la posición, pues no podemos dar un cañonazo desde una canoa, debemos tener estabilidad, una posición bien enraizada y afianzada al suelo que nos permita realizar las técnicas con potencia sin que perdamos nuestro equilibrio. Son muchísimas cosas a tener en cuenta y, obviamente, debemos trabajarlas poco a poco, pues es imposible tenerlo todo en mente a la vez cuando aún estamos asimilando los conceptos.

Zanshin

Como ya comenté en otra publicación, el zanshin es el espíritu que perdura, traducido en ocasiones como el espíritu alerta. En ambos casos, se hace referencia a la actitud de alguien, generalmente, tras realizar una técnica. No podemos atacar, o defender y contraatacar, y quedarnos clavados en el sitio, tal cual, sin hacer nada más, como suele hacerse en los ejercicios de kihon kumite más básicos, debemos mantenernos alerta, que nuestro espíritu perdure, se mantenga, después de realizar nuestra técnica, por lo que lo natural después de lanzar nuestro ataque es volver a una posición de guardia y distancia de seguridad, atentos al oponente y otras posibles amenazas.

Generalmente, el zanshin se resume en eso, pero también se puede extender al momento previo a realizar las técnicas, a la atención, la concentración, tanto para atacar nosotros como para recibir un ataque, eso sigue siendo el 'espíritu que perdura'. Más aún, en la vida misma debemos mantener el zanshin, estar alerta, no ante una agresión física per se, o no únicamente a eso, si no a cualquier tipo de amenaza o revés, desde un problema que pueda surgirnos en el trabajo hasta algo trivial como un tropezón, un resbalón, que nos permita estar preparados para reaccionar y minimizar los daños que tal imprevisto pueda causar. Tampoco significa vivir en un constante estado de alerta que roce la paranoia, ni mucho menos, simplemente mantener cierta actitud de preparación, estar listo para lo que pueda venir, sin necesidad de andar constantemente mirando hacia atrás por si alguien intenta apuñalarnos. Pero de esto hablo de forma más extensa en la publicación sobre el go Budo shin, así que aquí voy a centrarme en otro aspecto más del zanshin, relacionado de forma más estrechamente con el budo, el kumite, el goshin y el enfrentamiento en general.

¿Recordais todo lo mencionado justo antes sobre el chikara no kyoujaku, 0-100-0, etc.? Bueno, pues está estrechamente relacionado con el zanshin, ya que el 0-100-0 requiere, aunque mantengamos relajación muscular, mantenernos alerta, en guardia, atentos, vigilantes. Cuando nuestro rival nos ataca, estamos atentos a su reacción, nos preparamos, su ataque se acerca y nosotros, manteniendo aún la relajación muscular, iniciamos nuestra defensa. Al alcanzar su brazo, liberamos la energía, damos toda nuestra potencia en defender ese ataque e instantáneamente nos relajamos, pero no significa que mentalmente nos relajemos también, si no todo lo contrario, seguimos manteniéndonos alerta, nuestro espíritu perdura, se mantiene, pues debemos realizar un contraataque, y después de ese contraataque quizá debamos realizar otro, o alejarnos a una distancia segura, o reaccionar a una defensa de nuestro oponente, o a un contraataque tras su defensa... Del mismo modo, quien nos ataca, tras relajarse justo en el momento en que su ataque es defendido, debe mantenerse alerta para realizar un segundo ataque o para defenderse de nuestro contraataque o para evadir hacia una distancia segura... E incluso cuando ambos se separan hacia una distancia segura, ambos se mantienen alerta, en guardia, vigilantes.

Todo ese proceso en el cual uno realiza una técnica y reacciona a la respuesta del oponente, absolutamente todo eso es zanshin, es un estado de alerta y de espíritu permanente que sólo se puede aplicar y realizar si conseguimos un muy buen desarrollo del chikara no kyoujaku, si somos capaces de contraer y descontraer el cuerpo en el momento preciso y adecuado, de liberar la energía e imprimir potencia únicamente en el momento correcto.

Si tenemos muy buen zanshin, pero no somos capaces de aplicar correctamente el chikara no kyoujaku, veremos venir las técnicas de nuestro rival pero no seremos capaces de defender más de una, dos a lo sumo ni seremos capaces de contraatacar adecuadamente, menos aún con potencia. Si manejamos muy bien el chikara no kyoujaku pero carecemos de un buen zanshin, tendremos los medios físicos para reaccionar y contraatacar a cualquier cosa que haga nuestro oponente, pero no tendremos el estado mental adecuado para percibirlo y responder. Ambos conceptos van de la mano y deben desarrollarse conjuntamente, sin olvidar ambos. Ver un combate de dos maestros que manejen ambos conceptos es extremadamente parecido a esos combates de samurai que algunos seguro habéis visto en películas, de dos personas, una frente a otra, mirándose con atención durante varios segundos, a veces minutos, hasta que uno lanza un ataque, al cual el otro responde y en un breve intercambio de 2, 3, 4 golpes, uno de los dos cae derrotado. Ese combate se decide por un fallo, un retraso de menos de un segundo en cualquiera de las respuestas que uno realiza, por un leve fallo o en la aplicación del chikara no kyoujaku o en el zanshin. No hace falta más que un retraso de un milisegundo para que nuestra defensa no llegue a tiempo para evitar el ataque del oponente.

De ese modo, el chikara no kyoujaku y el zanshin se convierten, de algún modo, en un ejemplo claro y muy ilustrativo de lo que es e implica una buena unión del cuerpo y la mente, las dos caras de una moneda en lo referente a realizar técnicas durante un combate, la diferencia entre vencer y perder. Si no se desarrollan y complementan ambas, no seremos capaces de alcanzar la plenitud del Budo en lo referente al enfrentamiento y eso, a fin de cuentas, tiene una repercusión y efecto espejo bastante claro en nuestra vida.

sábado, 27 de octubre de 2018

La decisión al atacar (kime) y el sutemi.

Recientemente he estado pensando bastante en el tema de la decisión, la intención (que ya menciono en una de las primeras publicaciones) a la hora de lanzar un ataque. Algo que ha lanzado, a partes iguales, cierta luz y aún más preguntas sobre el tema ha sido el ver este vídeo sobre Naka Tatsuya probando y experimentando con el Shotokan-ryu frente a otros sistemas como Full contact karate, kenjutsu, bojutsu, BJJ...

Algo característico de estos vídeos, y de otros que hay de él mismo aprendiendo, comparando y estudiando con estilos de karate okinawenses, es que la mayoría de maestros con los que entrena quedan fascinados por el modo en que avanza, se adentra en su guardia y golpea, algo muy característico del Shotokan-ryu y que es herencia del Jigen-ryu kenjutsu. Entre las reacciones comunes a ese modo de rápidamente acortar la distancia y golpear, se encuentran comentarios como 'lo estaba viendo venir, pero no era capaz de reaccionar', 'me he quedado paralizado al verlo venir' y alguno incluso comenta que, directamente, lo ha visto cuando ya tenía el ataque encima. Eso me hizo pensar y meditar sobre qué es lo que hace que ese ataque abrume tanto a los oponentes, algunos incluso usando una espada o un bastón largo, armas con una evidente ventaja sobre la distancia pero, al ver acercarse al karateka, quedan paralizados incluso a medio camino del ataque. Tras observar los vídeos y meditar una y otra vez, acabé llegando a la conclusión de que esto es fruto de la decisión (kime) al atacar.

Pero no debemos confundirnos: atacar con kime no significa atacar fuerte, ni rápido, ni hacer kiai. Cuando hablamos de atacar con kime, con decisión, hablamos de atacar con determinación plena de que ese golpe será definitivo, que acabará con quien tenemos delante irremediablemente. Que todos los elementos de la técnica, todos esos puntos que la definen y que trabajamos una y otra vez hasta hacerla perfecta, se unificarán junto a nuestra intención y determinación para imprimir energía a nuestro golpe y que este acabará con nuestro oponente cuando le golpee. Es una cuestión, un estado, casi más mental que físico per se. Da igual que nuestra técnica sea 100% perfecta y que seamos fuertes y rápidos, nuestro ataque no va a inspirar la misma presión, la misma carga, ni siquiera la misma dificultad de defender o evadir, que si en nuestra mirada y en nuestra actitud se hace manifiesta nuestra intención plena de que ese golpe va a ser definitivo.

¿Nunca os ha ocurrido que, entrenando kumite/sparring, habéis lanzado un ataque y vuestro compañero ha lanzado otro simultaneo o incluso poco después del vuestro e, incluso sabiendo que lleváis ventaja, habéis percibido cierta amenaza o presión que os ha hecho frenaros, paralizaros o incluso retroceder? Son cosas que ocurren, por ejemplo, cuando somos novatos y nos enfrentamos a compañeros avanzados, ya que confiamos poco en nuestra técnica y fuerza y tememos la de quienes son mejores, pero incluso cuando somos avanzados hay ocasiones en que esto nos ocurre, y suele ser la mayoría de las veces con compañeros específicos. Esto es porque nuestro compañero lanza su ataque con decisión, con determinación, centrado únicamente en que su ataque debe llegar a su objetivo y debe ser definitivo, acabarlo todo ahí. Es difícil, y duro, hacer frente a un ataque así. De hecho, al final, sólo es posible si aplicamos el sutemi, que es el otro punto del cual quiero hablar en esta entrada.

La palabra sutemi (捨身) significa 'sacrificio'. En estilos como el judo y el aikido existen las 'sutemi waza', que se supone son técnicas que se realizan sacrificando algo, como por ejemplo una posición ventajosa, pero que dicho sacrificio nos va a traer posteriormente la victoria. En kenjutsu ya se hablaba de este concepto de un modo más crudo, pues hacía referencia a estrategias y técnicas que implicaban dejarse cortar o incluso herir de gravedad en pos de conseguir tener al oponente en una distancia adecuada y con la guardia baja para poder acabar con él. No era raro en los enfrentamientos entre samurai el llegar a dejarse herir de muerte solo para poder herir de muerte al rival también. Y quizá algunos diréis '¿y cómo relacionamos todo esto con el kime y el karate?'. De un modo muy sencillo:

Recuerdo una ocasión en la cual quedé con un chaval que no conocía (quedamos por mediación de un amigo común) para practicar sparring libre, es decir, al más puro estilo MMA, valiendo el uso de codos, rodillas, lucha de suelo, etc. Usamos guantillas y tibiales, pero como ese chaval no tenía casco pues decidí no usarlo yo tampoco, para estar en igual de condiciones en ese aspecto. Recuerdo que el chaval me sacaba aproximadamente una cabeza de altura y era ancho de espalda. Era como enfrentarse a un oni, le faltaba la maza de hierro. Era practicante de karate deportivo y, como tal, tenía un manejo excepcional de la distancia y de los desplazamientos y la entrada y salida en la guardia del oponente. Yo, por mi parte, llevaba muchísimo tiempo sin entrenar y, en general, nunca había sido realmente bueno manejando la distancia, menos aún cuando me enfrentaba a gente más alta, y por lo tanto con más facilidad para alcanzarme que yo a ellos, que yo. Como cabía esperar, por el modo en que he pintado la situación, quien recibió una buena somanta de palos fui yo, que acabé con la cara hecha un Cristo. El chaval no golpeaba, o no me quiso golpear, realmente fuerte, sobre todo teniendo en cuenta su tamaño y constitución, pero si te pinchas 35 veces en la misma zona con una aguja pues al final te haces un boquete realmente grande. Esto fue igual. El caso, y es a donde quería llegar, es que las veces que yo conseguí golpearle fueron porque decidí abandonar las precauciones. Él era más grande que yo, él manejaba la distancia mejor que yo y reaccionaba muy bien a mis intentos de ataque, no iba a conseguir nada buscando el modo de entrar a golpearle y evitar recibir cualquier daño, así que mi única solución era, simplemente, lanzarme a atacarle, con todo lo que tuviese y mentalizado de que iba a recibir algún golpe, pero incluso si él me golpeaba, yo conseguiría alcanzarle con un golpe más duro aún que el suyo. Y, efectivamente, las pocas veces que conseguí golpearle fueron porque me lancé así al ataque, de un modo decisivo y mentalizado, abandonando el ego y con la determinación de alcanzarle con fuerza incluso si eso significaba que yo iba a recibir daño también. No sólo eso, si no que, además, cuando me lanzaba de ese modo contra él era las pocas veces que era menos capaz de reaccionar y defenderse de mis ataques. Y sí, todas y cada una de las veces que me lancé así recibí golpes en el proceso.

Eso, es atacar con sutemi. Sobra decir que atacar con sutemi no es atacar a la desesperada. No, al menos, como se suele concebir. No es lanzar un ataque porque sí y de cualquier manera y que sea lo que Dios quiera. Es, precisamente, todo lo contrario. Se debe buscar el momento, mentalizarse, centrarse, abandonar y dejar ir de nuestra mente absolutamente todo lo que no tenga que ver con ese ataque decisivo, observar al oponente y, cuando llegue el momento, lanzar nuestro ataque haciendo acopio de toda nuestra energía, fuerza, velocidad, realizando la técnica lo más perfecta posible y con una sola cosa en mente: el ataque debe llegar al objetivo y ser definitivo. Nada más importa. ¿El oponente reacciona? Da igual. ¿Su ataque nos alcanza? Da igual. Nuestra mano, nuestro codo, rodilla o pie continua su trayectoria, hasta alcanzar su objetivo. ¿Nuestro oponente se ha defendido o evadido el ataque? Da igual, continuemos atacando, un segundo ataque con la misma determinación, la misma intención, la misma decisión. Lo único que importa es finalizar al oponente, no nosotros.

Cuando alguien ataca así, suele desprender una presión y una carga mental abrumadora y es natural que, precisamente, nos bloqueemos cuando alguien arremete contra nosotros de este modo. Por eso, el único modo de responder a un ataque con kime de verdad o, peor aún, a un sutemi, es precisamente con un sutemi. Si nuestro oponente nos ataca con decisión plena de acabar con nosotros con ese golpe y si, además, lo hace sin importarle lo que le ocurra en el proceso, no podemos tratar de responder a dicho ataque mirando por nuestra seguridad, si no que debemos responder con el mismo abandono del ego que él. Si somos capaces de anticiparnos totalmente a su ataque con un sen sen no sen, nuestro oponente estará seguramente acabado. Si no somos capaces y debemos reaccionar con un sen no sen entonces, usando argot samurai, quien tenga mayor determinación y convicción será el vencedor.

Cabe apuntar que esto no significa que cuando entrenemos con nuestros compañeros del dojo debamos ir acabando con ellos uno tras otro. Teniendo en cuenta que gran parte de estos modos de atacar y reaccionar en combate son más estados y actitudes mentales, nosotros podemos tener una actitud, lanzar un ataque con plena determinación e intención de acabar con nuestro oponente (en este caso, compañero) pero, al final de este, controlar el ataque y no golpearle o hacer un ataque más moderado que no cause el daño que causaría un ataque a plena potencia. Pero la decisión, la determinación, la actitud, el estado mental del sutemi y la presión que este genera en nuestro oponente, así como el kime se pueden trabajar y aplicar incluso con compañeros, incluso con ejercicios de ippon kumite o jyu ippon kumite. Trabajadlo, conseguid desarrollar tanto el kime como el sutemi, y podréis lanzar ataques verdaderamente imparables. A un precio, pero imparables.

martes, 2 de octubre de 2018

El timo de la 'defensa personal femenina'.


Seguro que todos hemos visto cientos de vídeos como este:


Vídeos con nosecuantosmil consejos para defensa personal, generalmente enfocados a mujeres, por temas de acoso sexual, robo, agresiones y tal. Son vídeos bastante compartidos por FB y que se llenan de comentarios del tipo 'Dios santo, gracias por el vídeo, ahora sabré cómo reaccionar si me ocurre algo'. También es común que muchísimos sitios (o peor aún, de forma online) se hagan cursos o seminarios de un fin de semana del palo 'Defensa personal femenina, aprende a defenderte en un fin de semana. Efectividad probada. Vuelve a salir sin miedo' y movidas así.

Voy a empezar la entrada diciendo que no sólo no tengo nada en contra de la defensa personal femenina si no que, además, me parece perfecta e incluso necesaria. Lo que me parece fatal es la publicidad engañosa, el vender humo y el generar una falsa sensación de seguridad y confianza a consta de la integridad física de alguien, más aún si vas a lucrarte con ello vendiendo vídeos/libros o dando cursos de fin de semana.

Dicho esto y yendo directo al asunto, todas estas cosas son una inmensa, completa y absoluta patraña, un timo, un engaño. No valen para nada y quienes las imparten y venden demuestran claramente o que quieren estafar al personar y lucrarse con ello o que jamás en su vida han tenido una confrontación mínimamente real, ni siquiera en un entorno controlado como puede ser en un dojo o gimnasio, en plan golpear y ser golpeado. Cabe decir, porque las cosas como son, que en muchísimos casos los consejos o datos que dan no son INTRÍNSECAMENTE malos o penosos, al revés, son cosas lógicas y con sentido desde el punto de vista de la defensa personal. ¿Cuál es el problema entonces?

El problema viene cuando nos venden la película de que con ese vídeo de 30 segundos, o de 15 minutos, o con ese curso de un fin de semana, nos vamos a convertir en los Jason Bourne del barrio y vamos a poder vencer incluso a osos adultos con nuestras recién adquiridas habilidades. Nadie, absolutamente NADIE, practicando esto en un curso de un fin de semana, va a salir luego a la calle siendo capaz de aplicarlo, de ninguna manera. Ya no hablemos de quien pretende aprender por un vídeo de Youtube o 4 imágenes en un PDF o un curso online. Es imposible y estúpido. Es como dedicarse a ver vídeos sobre nadar y mantenerse a flote en una tormenta, los vídeos están grabados en una piscina y nosotros, sin haber tocado el agua más que pa ducharnos, nos creemos que si luego en alta mar caemos al mar embravecido vamos a ser capaces de nadar y sobrevivir. Carece de sentido y lógica, por mucho que quieran hacernos creer. Voy a ir más allá todavía, incluso aquellos con experiencia y práctica en artes marciales, acostumbrados a dar golpes con precisión, a buscar puntos concretos del cuerpo para golpear aunque sean puntos pequeños, etc. les resultaría complicado realizar algunas de las cosas expuestas en esa clase de videos. Voy a enumerar algunas a continuación:

  • ¿Eso de los puntos de presión? Precioso, súper chulo, nos sentimos poderosos pensando conocer esas técnicas propias de ninja o espías que presionas un punto con el pulgar y el tío se desmaya o su sistema nervioso se colapsa y le explota el bazo, pero ajeno a que esto último es mentira, ¿sabéis lo DIFÍCIL que es acertar un punto de presión? Quiero decir, así tal cual, yo con un amigo delante, alzar la mano e ir a por el punto de presión sin que este se oponga y, a la primera, acertar el punto. Es algo complicado, incluso si estás acostumbrado a ello, conoces el punto y has entrenado para automatizar e interiorizar el gesto de alcanzar ese punto. Ahora imaginaros una situación real. La otra persona nos agrede, quiere hacernos daño. Además, evidentemente, quiere evitar que nosotros se lo hagamos a él. Nosotros, irremediablemente, sentimos cierto miedo, nuestro organismo se estresa, hay cierta ansiedad, todo va muy rápido y es un poco caótico. Y, en ese contexto, trata de clavar tu pulgar entre el biceps y el triceps del agresor. Suena a coña, pero ahora hay que añadir más variantes: Seguramente el agresor tenga el brazo (o la pierna, o la región que sea que tenga el punto) contraído, tenso, endurecido, es natural cuando agredimos, tensarnos. No os hacéis una idea de lo mucho que disminuye la efectividad de la presión que un músculo se tense y endurezca, permite a uno aguantarlo bastante más. Añadamos que, al igual que nosotros, el agresor tiene una subida de adrenalina y se le dispara el estrés, por lo que aumenta su resistencia y tolerancia al dolor. Y el matiz final, la reacción natural de un agresor, si empieza a sentir dolor por algo que le hacemos, seguramente sea usar el brazo (o brazos) libre para soltarnos una hostia que haga que dejemos de hacerlo. Lo sé porque, cada vez que he trabajado temas de puntos de presión o incluso algunas luxaciones, mi reacción natural ha sido querer darle una hostia a la otra persona, impulsada por el dolor, y de hecho he tenido que reprimir ese instinto. Después de todo esto, observar ese contexto tan hermoso del video en el cual el agresor se acerca a la chica, ella de forma precisa y con una tranquilidad pasmosa presiona el punto de presión en 0,2 segundos y el agresor suelta con expresión de dolor y de un empujoncillo cae fácilmente al suelo y la chica huye feliz. Lo siento, pero es todo mentira. Absolutamente todo.
  • Cuando muestran ciertos golpes y ataques, la en muchísimos casos muestran golpes con la base de la mano al rostro. Desde el punto de vista fisiológico y defensivo es algo bastante acertado, pues es una zona sólida, sin articulaciones de por medio, sencilla de usar y perfecta para quien aún no tiene mucha práctica con los puños como tales. Aún así, ¿Alguna vez habéis golpeado a alguien con la mano? En el mentón, que suele ser uno de los puntos elegidos y preferidos. Creedme, las barbillas de la gente están duras. Sí, le vas a hacer daño, pero posiblemente también te lo hagas tú en la mano, partiendo de la base de que se supone sólo hemos practicado todo esto un fin de semana, es decir, no tenemos ni puñetera idea de cómo golpear realmente con la mano. No hablemos ya de aquellos que, directamente, dicen que des un puñetazo. Para muestra, un botón. Probad algún día, si frecuentáis un gimnasio, a colaros donde hagan artes marciales o deportes de contacto y dadle un puñetazo a uno de los sacos grandes que tengan ahí. Uno mínimamente contundente. No hace falta darle con todas vuestras fuerzas, simplemente soltarle un puñetazo con un poco de intención. Notaréis rápidamente como vuestra muñeca se resiente, si no se os dobla y os lastimáis.
  • La fuerza real de cualquier golpe que demos. Aunque es cierto que hay zonas del cuerpo que resultan dolorosas incluso con golpes leves, como pueden ser ojos, nariz o testículos, en ocasiones ese dolor puede no ser suficiente para frenar a alguien dispuesto a agredirnos, sobre todo si ese alguien está mínimamente acostumbrado al dolor. Si no sabemos golpear, de modo que podamos generar potencia real, hay muchas posibilidades de que nuestro golpe, más que incapacitar al agresor y permitirnos huir, lo que haga sea, simplemente, cabrearlo y aumentar el peligro que corremos.
  • La liberación de agarres. En los vídeos se suelen ver súper consejos de cómo librarse del agarre de un agresor que nos saque medio metro de altura y nos doble en anchura y esté cuadrado son suma facilidad, con un par de movimientos sencillos y rápidos. Bueno, esto es mentira. Tal cual. He practicado, y he visto practicar, técnicas para librarse de agarres. Si una persona te agarra de verdad, con todas sus fuerzas, desde atrás, te aseguro que con un movimiento que has practicado rápidamente dos días no vas a conseguir librarte, jamás.
Podría seguir con una lista interminable de puntos que hacen absurdos todos esos consejos y cursos de fin de semana, pero entonces me llevaría semanas hablando sólo de eso. El objetivo final de esta entrada es echar un poco de luz sobre el asunto de la defensa personal. Todos estos consejos que nos dan en estos vídeos y cursos, ¿resultan ser mentira e inútiles para defenderse? no, la realidad es que muchos de los consejos son realmente útiles y prácticos, y son los que se suelen enseñar en las clases de defensa personal. Pero, ¿no acabas de decir todos los fallos que hay y por qué son un timo? el timo, y el fallo, no reside precisamente en los consejos en sí (aunque, como ya he dicho, los de los puntos de presión están bastante cogidos con pinzas), si no en el falso mensaje de que viéndolo en vídeos o practicándolo un fin de semana (o más aún, todos los días pero con tus 3 amigos/as que fueron al curso contigo y tienen la misma idea de defensa personal que tú, ninguna) vas a poder usar todo eso en una situación real.

Para poder usar cualquier consejo o truco en una situación real, es necesario entrenar, recibir instrucción, que nos enseñen la FORMA y TÉCNICA correcta para hacer cada cosa, el golpe, el movimiento para librarse, desarrollar precisión, agilidad y, al definir la técnica y la forma, potencia en los golpes. Requiere TIEMPO el mero hecho de aprender a hacerlo lo suficientemente bien para que podamos hacerlo nada más que en un entorno controlado. Ahora hay que ver cómo nos ponemos a trabajar bajo presión, tensión, con poco tiempo de decisión, rápido... Trabajos que nos hagan interiorizar y automatizar la técnica, de modo que nos salga de modo automático y, al mismo tiempo, correcto. No creáis que por aprender a hacer una técnica luego, bajo estrés y presión, nos va a salir, porque si el cuerpo no tiene la técnica interiorizada no va a recurrir a ella bajo presión. Hace falta memoria muscular, y eso se consigue entrenando la técnica y haciendo entrenamientos bajo presión. Finalmente, encontramos el factor MIEDO. Da igual cuántos entrenamientos hagamos en el dojo o gimnasio, da igual la presión y tensión que nos hagan sentir, incluso da igual si se realizan con cierto contacto real y que si nos defendemos mal nuestro compañero nos golpeará, siempre tendremos, al final, la seguridad de que es un entorno controlado y que, como mucho, nos darán un coscorrón, un ojo morado, un golpe que duela, y ya. Pero luego en la calle la cosa es diferente. Quien está delante nuestra pretende dañarnos de verdad y, si nos da una hostia, va a querer darnos 5 más detrás, sin mencionar el que pueda llevar algún tipo de arma. Vamos a estar mucho más estresados, vamos a sentir, irremediablemente, miedo, mucha más tensión... En estas situaciones, hay gente que no atina ni a mover las piernas coordinadamente para correr y huir, y es algo que hacemos con frecuencia, mover las piernas para desplazarnos. Imaginad, si eso en ocasiones es difícil, como será algo que hemos tenido que aprender e interiorizar en un entorno controlado y ahora nuestra integridad física corre peligro. Seguro que hay mucha gente que puede llegar rebatiendo esto con algo así como 'pues yo una vez...' o 'pues yo conozco a alguien que...' seguido de una alucinante historia en la cual, gracias a uno de estos vídeos, tuvo una epifanía en un momento de agresión, usó alguno de esos trucos o técnicas y le salvó. Sabed que esto pasa una vez de cada cien. O de cada mil. Nadie con cero formación en artes marciales consigue usar esto contra alguien realmente dispuesto a hacerle daño y le sale bien la jugada.

Así que, cuando veáis esa publicidad de cursillos para aprender a defenderse, no os lo creáis. Esos cursos sólo son mínimamente útiles si una persona ya tiene cierto rodaje en artes marciales o algún sistema de defensa personal, de manera que la observarlos pueda memorizarlos y entrenarlos de forma correcta para incorporarlos a una base que YA tiene, pero por sí solos son absolutamente inútiles. Apurando, podéis hacer uso de ellos como toma de contacto con el sistema o escuela de una persona concreto para ver si os interesaría apuntaros a su gimnasio para entrenar, pero resulta más cómodo y barato asistir directamente a una clase, que suelen permitir una o dos de prueba.

Dicho todo esto, voy a enumerar algunos estilos que pueden ser útiles o están, de algún modo, más enfocados o tienen un trabajo más específico aplicable a la defensa personal. Este listado no significa que el resto de estilos fuera de ella no sirvan para nada, ni mucho menos. Pueden faltar estilos porque yo no los conozca, no los recuerde o porque, realmente, están enfocados intrínsecamente a la lucha en ring, como puede pasar con el boxeo, el kick boxing o el thai boxing, pero está claro que saber soltar un puñetazo y esquivar un ataque de forma ágil es mucho más útil que no saber hacer absolutamente nada, aunque lo hayamos aprendido para usarlo en un ring.

  • Karate: Empiezo hablando de lo que más conozco y, principalmente, practico. Por norma general, la mayoría de escuelas de karate, independientemente del estilo, trabajan enfocadas al ámbito competitivo, de modo que realmente las técnicas que aprenden en ocasiones son poco prácticas fuera de aquí y no tienen un trabajo de golpeo real y eficiente, pero en ocasiones se pueden encontrar escuelas en las que se realiza un karate más pragmático y se realizan trabajos de aplicación de todas las técnicas de karate y se busca aplicarlo en defensa personal, incluyendo trabajos de proyecciones y de distancia corta para defenderse y poder lanzar al agresor al suelo. También, además, algunos estilos de karate se especializan en la distancia media-larga, lo que significa que si en estas escuelas se enseña a manejar la distancia corta y, además, la media-larga, seremos capaces de defendernos si el agresor se nos acerca demasiado y, además, seremos capaces de alejarnos y mantenernos en una distancia segura de sus ataques, al mismo tiempo que seremos capaces de atacarle si fuese necesario. En una buena escuela de karate se trabajan codos, rodillas, golpes con la base y cantos de la mano, golpes de puño a diferentes distancias y con diferentes trayectorias, entradas y salidas en la distancia corta, proyecciones para lanzar al oponente al suelo... Un repertorio técnico bastante completo que sumado a un buen entrenamiento lo hacen un estilo bastante bueno para usarlo como sistema de defensa personal, hasta el punto de que es el estilo practicado por el ejército japonés, en una versión evidentemente más agresiva. ¿Las pegas? por un lado, encontrar una escuela así es difícil y, normalmente, hace falta complementar el karate con otro estilo que llene las lagunas que pueda tener y, por otro, el karate suele ser uno de esos estilos que requiere un tiempo en ser capaz de usar sus técnicas eficientemente, mes arriba o mes abajo dependiendo del tipo de entrenamiento al que uno se vea expuesto.
  • Judo: El judo tiene un problema similar al karate. La mayoría de escuelas realizan trabajos y entrenamientos enfocados a la competición deportiva y poco más, pero quien encuentre una buena escuela de judo contará con un repertorio de trabajo, derribos y proyecciones en distancia corta abismal, junto con luxaciones y defensa/lucha en suelo. Es un estilo con un repertorio técnico, en cuanto a lucha sin golpeo, extremadamente rico, pero que es dificilísimo encontrar una escuela donde trabajen de este modo. A fin de cuentas, el ahora tan famoso jiujitsu brasileño derivó del judo, al extraer y estudiar/desarrollar los Gracie todo el trabajo de suelo que este contenía. Es una buenísima opción como sistema de defensa personal, hasta el punto de que es lo que aprenden los policías en Japón para defenderse y someter a quienes deben detener y se resisten. ¿Las pegas? No es normal que incluyan trabajo de golpeo y, por lo tanto, en la mayoría de casos se trabaja partiendo de la base de que el oponente no nos va a soltar una hostia, por lo que en según qué contextos podemos ser susceptibles de recibir un golpe fruto de la falta de costumbre a que el oponente reaccione golpeando cuando intentamos proyectarlo o someterlo.
  • Jiujitsu brasileño: Este sistema puede ser especialmente interesante y útil para las mujeres. ¿Por qué? pues porque, mientras que los hombres solemos ser asaltados para robarnos y pegarnos, las mujeres, además, pueden ser asaltadas para ser violadas. Esto significa que el agresor va a intentar tirarla al suelo. El jiujitsu brasileño es un estilo que se especializa en la lucha y sumisión en suelo, de modo que si alguien se lleva a una practicante de jiujitsu brasileño al suelo no tardará en descubrir que ha cometido un grave error. Es un estilo con un trabajo bastante dinámico y sencillo de aprender mediante la práctica y repetición diaria con métodos bastante sencillos para interiorizar las técnicas y estrategias. Es sorprendente lo que una persona con un mínimo de conocimiento de lucha en suelo puede hacer a alguien sin la más mínima idea de la lucha en este medio. ¿Las pegas? Al igual que en el judo, en el jiujitsu brasileño no se permite el golpeo, por lo que en muchos momentos podemos estar expuestos a recibir un golpe y no darnos cuenta de ello. En estilos como las artes marciales mixtas hacen trabajo de suelo partiendo de la base de que tanto tú como el oponente pueden golpear en el suelo, por lo que, realmente, en este sentido es algo más completo y 'realista', muy entre comillas, pero también incluye todo un trabajo de golpeo y lucha que está enfocado a la lucha en el ring, por lo que implica también un aprendizaje algo más lento.
  • Sambo: No conozco mucho del sambo, pero por lo que me han comentado es un sistema muy similar al judo pero bastante más duro y permisivo, incluso en sus competencias. Algunos judokas dicen que el sambo es como el judo en sus inicios. Existe incluso una modalidad de competición llamada combat sambo en la cual, al parecer, con un protector en la frente (para evitar cortes) y guantillas de unas 4 onzas (que eso y nada es similar) se permite absolutamente TODO, incluso golpes a los testículos, no solamente proyecciones o lucha por sumisión. Debido a eso, intuyo que en muchas escuelas de sambo se enseña cierto golpeo, además de lucha, lucha de suelo, proyecciones y tal. Lo hace un estilo, al parecer, bastante completo y que, quizá, incluso en su versión competitiva 'estándar' basada simplemente en la lucha y lucha de suelo, sea más completo que el judo actual practicado en la mayoría de escuelas. Pero, como digo, el sambo es un estilo del que conozco bastante poco.
  • Krav maga: Es un sistema de defensa personal que en los últimos años ha tenido bastante bombo. Se caracteriza por enseñar directamente técnicas y métodos de defensa personal ante agarres, ataques a mano vacía o con cuchillo y en según qué sitios incluso defensa contra pistolas y hasta rifles. Se supone enseñan técnicas y secuencias directas, sencillas y rápidas que buscan atacar directamente algunas zonas vulnerables del agresor para, finalmente, derribarlo y poder huir, se realizan trabajos de lucha de suelo, proyecciones y luxaciones. En general, es un estilo completo y directo al grano que permite un aprendizaje relativamente rápido. ¿Las pegas? existen muchísimas escuelas de gente flipada, que se cree que vivimos en Oriente Medio o rodeados de cárteles de la droga. También hay gente que afirma enseñar krav maga para luego enseñar secuencias o técnicas irreales, absurdas y simplemente llamativas (aunque esto pasa en muchísimos sitios donde afirman enseñar defensa personal, independientemente del estilo). Incluso en un sistema supuestamente sencillo y directo como el krav maga, es difícil encontrar una escuela donde nos enseñen adecuadamente, con honestidad y realismo.
Estilos que pueden aportarnos elementos extrapolables a la defensa personal:
  • Kick boxing/Thai boxing: El beneficio principal que tienen ambos estilos es que trabajan mucho el sparring/combate, de modo que vamos a tener un control decente de la distancia, de la capacidad de reacción, de la estrategia para encajar técnicas, etc. Independientemente del estilo que practiquemos, practicar kick boxing o thai boxing nos va a dar bastante más soltura en lo que es el combate y nos va a ayudar a acostumbrarnos a encajar golpes y evadirlos, por lo que incluso como complemento viene bastante bien. El thai boxing, además, tiene un trabajo muy rico de clinch, es decir, cuando las dos personas están prácticamente pegadas y agarrándose, desde el cual se aprenden a encajar rodillas, codos, puños e incluso derribos, así como a defenderse de todo esto. Siendo la distancia corta e incluso el agarre lo más habitual cuando nos agreden en la calle, el thai boxing nos ayuda a acostumbrarnos a ese entorno y desenvolvernos mejor en él de manera excelente. Podría ser un complemento bastante bueno para estilos como el judo o el karate, donde o se carece de técnicas de golpeo y entrenamiento contra estas o hay poco entrenamiento en distancia corta.
  • Artes marciales mixtas: Aunque actualmente las MMA se han asentado y establecido casi como un estilo propio, con su forma y sistema de lucha, más que como un método de fundir y juntar varias disciplinas para usarlas en un ring de forma efectiva, es cierto que debido al gran repertorio técnico que se trabajan en estas por lo permisivo de sus competencias ofrece una posibilidad de adquirir destreza en muchos ámbitos. Se permiten codos, rodillas, luxaciones, proyecciones, clinch, sumisión en suelo, golpeo en suelo... Prácticamente de todo, por lo que, aunque sea un sistema enfocado a la lucha en ring, la variedad de situaciones en las que nos podemos ver envueltos y en las que nos enseñan a desenvolvernos hace que nos permita coger soltura y acostumbrarnos a vernos envueltos en casi cualquier contexto. Tiene las carencias evidentes de cualquier deporte de contacto, pero usarlo como complemento de un sistema de defensa para adquirir más rodaje en un sparring casi totalmente permisivo, la lucha de suelo que permita golpes, incluso defendernos cuando estamos espalda a una pared... Eso nos hace desarrollar una serie instintos y capacidad de reacción que, si lo añadimos a lo que aprendemos en un sistema de defensa personal, nuestras capacidades pueden incrementarse o mejorar exponencialmente.
  • Aikido: Aunque es cierto que el aikido ha pasado a ser un estilo muchísimo más enfocado al desarrollo interno de la persona y que raro y casi inexistente es el sitio donde se realicen trabajos realistas para aplicar el aikido como defensa personal, sí es cierto que ofrecen un trabajo de luxaciones y de control del cuerpo y del timing que puede venir bien como complemento. En la mayoría de sitios, por sí mismo seguramente sea insuficiente, pero los atributos que ayuda a desarrollar y entrenar pueden ayudarnos a mejorar en cualquier otro sistema de defensa personal que practiquemos.
Y con esto finalizo el tema de la defensa personal/defensa personal femenina. Como resumen de todo, simplemente recordar que si alguien quiere vendernos que con su curso de un fin de semana o su manual online con vídeos vais a aprended a defenderos de forma efectiva y perfecta, os está engañando. Aprender a defenderse requiere tiempo, entrenamiento e instrucción presencial de un BUEN maestro, e incluso así es posible que no nos sea suficiente por mil y un factores. Y, por encima de todo, la mejor técnica de defensa personal que existe es, por un lado, la prevención. Si podemos evitar lugares propensos a los problemas, evitémoslos, al igual que pasar junto o frente a gente que sepamos o sospechemos pueden causárnoslos, y por otro lado el correr, huir. Resulta casi más útil el ser capaz de correr 1km a plena potencia sin morir en el intento que conocer 34 métodos de defenderte de una agresión. Incluso si sabes defenderte de la agresión, lo más inteligente que puedes hacer en cuanto el agresor esté mínimamente reducido es echar a correr hasta asegurarte de estar bien lejos. ¿El clásico 'patada en los cojones y a correr'? si ves que la patada lo va a dejar 10, 20, 30 segundos mínimo quejándose y que eres capaz de correr rápido durante 40, 50, 60... Hazlo. Si la patada no lo deja tan así, suéltale otra hostia más y, ahora sí, corre. Cuanto más corta sea la confrontación, mejor, y si puede no existir, mejor.

miércoles, 19 de septiembre de 2018

Reflexiones sobre un curso en Luxemburgo.

Este fin de semana pasado estuve en un curso de mi estilo de karate en Luxemburgo. El curso lo impartían mi sensei y otro más, de Alemania, ambos miembros de la shihankai de la Kase-ha Shotokan-ryu Karate-do Academy. El trabajo que realizó durante el curso mi sensei fue algo que me resultaba familiar, pues aunque en ocasiones trató de adaptar y conectar con parte del trabajo que realizaba Nico, nombre del otro sensei, seguían siendo cosas que trabajamos habitualmente en el dojo o que incluso habíamos trabajado poco antes del curso, por lo que voy a centrarme en lo que me resultó nuevo, que viene siendo el trabajo de Nico-sensei.

Voy a pasar por alto los calentamientos, que resultaban a la vez efectivos para calentar como prácticos a la hora de trabajar la flexibilidad, reflejos, equilibrio y otras tantas cosas. Ya los calentamientos eran duros por sí mismos, pero el trabajo que hizo me resultó interesante y fascinante. Los ejercicios consistían en lo siguiente:

Por parejas, uno está en guardia y el otro detrás de quien realiza el ejercicio. El que está detrás, tiene que tocar un miembro del compañero, es decir, brazo o pierna, y el que está en guardia debe realizar una técnica, lo antes posible, con el miembro que le han tocado. Parece simple. La dificultad del ejercicio aumentaba cuando se iba aumentando la cantidad de técnicas, al tocar dos veces el mismo brazo, o brazos diferentes, o dos brazos y una pierna, dos piernas y un brazo, tres piernas...

En un principio, no se realizan más de 4 ataques y se pueden combinar como se quiera. Cuantos más ataques y más variados los miembros a usar, más complicado a nivel mental el ejercicio, sumado a intentar disminuir el tiempo de reacción y realizar las técnicas de la forma más correcta y exacta posible. Pero Nico-sensei añadió una complicación más: con la mano izquierda sólo podían usarse técnicas de mano cerrada, mientras que con la derecha sólo de mano abierta. Al restringir así el uso de técnicas, aumentaba la necesidad de concentración, dando una subida de nivel bastante grande en dificultad el ejercicio.

Más adelante, aplicó otra variante del ejercicio incluyendo desplazamientos. Consistía en realizar 4 desplazamientos al frente, cada uno con dos técnicas de brazos. En el primer paso debían ser dos técnicas de mano cerrada (siempre con diferente brazo), en el segundo paso una de mano cerrada y otra de mano abierta, en el tercero una de mano abierta y una de mano cerrada y, finalmente, el cuarto paso dos de mano abierta. El desplazamiento lo elegía, de nuevo, el compañero. Primero se empezaba con algo simple, como 4 yori ashi, pero posteriormente se iba subiendo la dificultad con combinaciones como kae ashi, tsugi ashi, kae ashi, yori ashi. Suena simple, pero recordar los desplazamientos junto a que hay que usar mano abierta o cerrada de forma restringida hace que suponga un trabajo mental bastante complejo.

En una sesión posterior, mi sensei hizo una aplicación de este trabajo al trabajo de jyu ippon kumite contra ataque de joudan oi tsuki+chuudan gyaku tsuki, de modo que quien atacaba le decía al compañero qué miembros debía usar para contraatacar una vez hubiese defendido (la defensa era libre). Por ejemplo, indicarle que use brazo derecho, pierna izquierda y brazo izquierdo. De nuevo, no se buscaban más de 4 contraataques, pero aún así resultaba en ocasiones complejo y difícil de recordar todo, sobre todo cuando se pasaba a realizar el ejercicio fuerte. Un nivel más en este ejercicio habría sido restringir, como hizo Nico-sensei, el uso de mano abierta y cerrada a una de las dos manos, o indicar también algún desplazamiento concreto en la defensa como kirikaeshi, shotomawari o cualquier otro. Incluso el miembro con el que se defiende, obligando al compañero a usar defensas en gyaku o defensas dobles con mismo o diferente brazo, etc.

Y uno de los últimos ejercicios que realizamos fue el que más me impresionó, ya que resultó ser un ejercicio de trabajo en clinch. No el clinch típico de los thai boxers, agarrándose la nuca, si no uno más similar al de los boxeadores, guardia cerrada, cubriendo mentón y costillas, cabeza baja y pegado al oponente, ambos buscando desde esa distancia colar rodillas al torso, codos a la cara o cabeza, joudan o chuudan mawashi tsuki o ura tsuki. El ejercicio de realizó de forma suave y tranquila, pues no llevábamos protecciones ni nada, simplemente tocando a la hora de lanzar los golpes. Me resultó fascinante ver cómo la mayoría de compañeros, acostumbrados a la distancia media-larga de nuestro karate, se encontraban incómodos, tensos e incluso torpes en una distancia tan corta, no sabiendo muy bien qué posición colocar, recurriendo a fudoudachi como solemos hacer a pesar de la distancia, alejándose un poco buscando la distancia media-corta la menos y cosas similares, sin hablar ya del bloqueo mental en lo referente a lanzar técnicas con tan poco recorrido.

Este ejercicio evolucionó a algo que me encantó: uno de los que realizaba el ejercicio, después de ratito intercambiando golpes, trataba de entrar a un single leg con intención de llevarse al oponente al suelo. El otro compañero, debía retroceder todo lo posible la pierna antes de que le agarrasen y cargar su peso sobre el oponente, bajando la cadera en un movimiento que, aunque no llegaba a ser un sprawl, era muy parecido y con una mecánica muy similar. Quiero creer que no trabajábamos un sprawl puro porque estábamos buscando un trabajo realista en el sentido de usarlo en la calle, donde hay suelo duro, y hacer un sprawl en la calle puede hacernos bastante daño en piernas, rodillas, cadera y tal. Tras realizar ese amago de sprawl, debíamos empujar al oponente para alejarlo todo lo posible y, mientras trastabilaba y recuperaba el equilibrio, lanzar rápidamente un ataque de joudan oi tsuki, chuudan oi tsuki o chuudan mae geri.

Este último ejercicio fue el que más me impresionó y gustó, ya que buscaba un enfoque realista de lo que acaba siendo una pelea, dos personas en distancia muy corta, y cómo manejarla y llevarla al terreno en que los practicantes de karate japonés nos sentimos más cómodo, la distancia media-larga, sin que resulte irreal o absurdo como presuponer que la otra persona va a estar a esa distancia sin más, que somos nosotros quienes tenemos que alejar al oponente y realizar nuestro ataque cuando este sea vulnerable.

Durante el curso, también hizo un par de trabajos más enfocados a la distancia media-corta, buscando la velocidad de reacción, el explotar las cualidades de cada uno para conseguir la defensa más efectiva (que alguien delgado y pequeño recurra a su velocidad para esquivar y evadir frente a alguien grande y corpulento, o que el grande y corpulento recurra a su potencia y carga para mantenerse estable y defender con contundencia el ataque de alguien igual o más pequeño o débil) que fueron bastante interesantes también, pero para mí el trabajo de clinch y de defensa con sprawl me pareció sublime, algo que normalmente se ve poco en el karate en general, incluso en mi estilo que se caracteriza por ser bastante pragmático y nada deportivo. Personalmente, espero que, de algún modo, alguno de estos ejercicios se enfoque e incorpore a futuros entrenamientos en el dojo o, incluso, a la materia de examen de la academia, cosa que siendo Nico-sensei parte de la shihankai no me parece tan dispar ni imposible.

martes, 18 de septiembre de 2018

Deai, la reacción al ataque.

En las artes marciales existe un concepto que en japonés se conoce como deai (出合い), encuentro, que hace referencia a la respuesta de uno mismo a la iniciativa o intención (sen, 先, que literalmente significa 'iniciativa', pero en este contexto puede alternarse con 'intención' para una traducción lógica) del oponente. Aunque este concepto está sistematizado y definido por el kenjutsu, en realidad es un concepto existente en cualquier estilo de lucha independientemente del nombre que se le de, ya que es algo básico y cualquier reacción al ataque va a ser una de las previstas dentro del deai.

Hay tres tipos de reacciones a un ataque:

  • Go no sen (後の先), respuesta a la iniciativa: Es la forma más básica y típica en cualquier estilo de lucha. Consiste en, simplemente, esperar a que el rival ataque para defender y realizar un contraataque. Muchos sistemas son propensos a quedarse en este nivel y no ir a más. Es cierto que, realmente, es de las formas que más entrenamiento y dedicación requiere porque, si cualquiera de las otras formas de respuesta nos falla, esta es nuestra última barrera para evitar el ataque del oponente, por lo que debemos tener un buen trabajo de go no sen y una buenísima defensa, ya que sin una buena defensa no habrá forma de realizar un contraataque. Este concepto también es llamado machi no sen (待の戦) o tai no sen (対の戦) en algunos estilos o escuelas.
  • Sen no sen (先の戦), reacción al ataque: Es un nivel superior al go no sen. Consiste en responder al ataque del oponente mientras este lo realiza, ya sea atrapándolo a mitad de camino como una contra pura o incluso esquivando el ataque para contraatacar, buscando los dos momentos de más vulnerabilidad cuando alguien ataca, la mitad del trayecto del ataque o justo el momento en que lo finaliza, antes de que sea capaz de asentar posición y recuperar su guardia.
  • Sen sen no sen (先先の戦), anticipación a la intención de ataque: Es el nivel más alto de reacción. Se busca percibir y captar el momento justo entre el cual el oponente se ha decidido, ha tomado la determinación de realizar un ataque, y comienza a realizarlo. Es un punto en el cual el cerebro tiene fija la idea de realizar el movimiento X y se dispone a ordenar al cuerpo a realizarlo, por lo que no tiene capacidad para dar ninguna otra orden. En ese momento, que dura no más de un segundo, lanzamos nuestro ataque, que pilla al oponente indefenso mentalmente, no pudiendo asimilar e interpretar nuestro ataque y, por lo tanto, siendo incapaz de defenderse de este de ninguna manera. Es un ataque demoledor, ya que no sólo causa el impacto físico, si no que también asesta un impacto mental y emocional brutal que causa la sensación de que nuestro oponente es capaz de leernos el pensamiento. Se debe entrenar muchísimo, no sólo para poder realizar este tipo de contraataque, si no también para conseguir que nuestros ataques y nuestro lenguaje corporal no den la más mínima señal de que hemos decidido atacar y disminuir al mínimo las posibilidades de que nuestro oponente realice esta técnica con nosotros. Es importante no confundir este tipo de contraataque con el simple y mero hecho de tomar la iniciativa al atacar. Cuando tomamos la iniciativa, nuestro oponente está en posición física y mental de defenderse, ya sea con go no sen o sen no sen. Al realizar sen sen no sen, lo que hacemos es adelantarnos a la iniciativa física del rival, pero realizando nuestro ataque después de que tome la iniciativa a nivel mental.
Otros tipos de deai:

  • Yu no sen (囮の戦), cebo al ataque: Más que un deai en sí mismo, en realidad es un elemento aplicable a los otros 3 deai. Consiste en dar algún tipo de muestra de debilidad o de apertura en nuestra defensa, a modo de cebo, para provocar y atraer el ataque del rival. Este cebo puede ser aparentar intimidación, debilidad física, dificultad para desplazarse o incluso dejar descubierta voluntariamente una parte de nuestro cuerpo. De este modo, nuestro oponente puede envalentonarse al sentir que nos intimidamos y atacar de forma más despreocupada, buscar ataques más potentes pero lentos que nos vayan a permitir esquivarlos, que intente arrinconarnos o que directamente nos ataque a donde nosotros elijamos. Así, podemos elegir sabiamente cual de los deai usar según el cebo que le pongamos. Por ejemplo, si dejamos una apertura voluntaria en nuestra guardia, podemos usar fácilmente un go no son, ya que sabemos a dónde va a dirigir el ataque. Si nuestro rival cree que es más rápido y ágil que nosotros, podemos engañarle para responder con un sen no sen, y si está más confiado porque nos ve débiles o intimidados, podemos pillarle de imprevisto con un sen sen no sen. Esto son solo ejemplos, se pueden aplicar cualquiera de los deai según prefiramos y nos convenga según la situación, pudiendo realizarse incluso cebos en ataque que busquen provocar una respuesta de deai de nuestro oponente, ya sea go no sen, sen no sen o sen sen no sen, para poder nosotros, a su vez, realizar un contrataque a su contra, entrando ya en el concepto del kaeshi (返し), retorno, del cual hablaremos en otro momento.
  • Go no sen kiwami (後の先極み), respuesta a la iniciativa extrema: Este concepto, aunque existente en muchísimos estilos, sobre todo de kenjutsu, no he encontrado ningún lugar donde le den un nombre propio y establecido, así que simplemente le he asignado yo mismo un nombre. Se trata de un concepto que sigue la misma dinámica que el go no sen estándar, siendo más una variación del principal que un deai por sí mismo. El oponente ataca tomando la iniciativa, ya sea porque le dejamos o porque, simplemente, es más rápido que nosotros. Nosotros, en lugar de tratar de esquivar o defender, recibimos el ataque, dejamos que nos golpee. Ese, es el momento más vulnerable de cualquier persona, el momento justo en que encaja un ataque que considera definitivo. Baja su guardia, se confía y, además, tiende a tener un espacio de tiempo de vulnerabilidad más largo. Ese es el momento en que nosotros atacamos, aprovechando toda esa vulnerabilidad, evidentemente buscando lanzar un ataque definitivo. La idea de esta técnica de respuesta es tratar que, cuando recibamos el golpe, aunque no lo defendamos ni esquivemos, consigamos de algún modo evitar el daño que nos incapacite completamente, ya sea con un leve movimiento del cuerpo o algún leve gesto para amortiguarlo, de modo que mantenga la sensación de seguridad de nuestro rival pero nosotros no suframos un daño que nos incapacite al instante ni nos quite las fuerzas necesarias para lanzar un ataque definitivo. Es evidente que es un elemento a usar en casos extremos y pensando en unas situaciones muy concretas, pues el dejarnos golpear voluntariamente con algo que el oponente lanza como un ataque definitivo, sobre todo si es usando algún arma, no es algo que podamos hacer a la ligera, de ahí que le haya dado el apelativo de kiwami (extremo) al nombre. Este tipo de técnicas que suponen un riesgo o sacrificio por parte de uno, también se conocen como sutemi waza (捨身技), técnicas de sacrificio, existiendo en otras variantes en estilos como el judo, aikido y otros mil sistemas de lucha pero priorizándose, como dije anteriormente, en estilos de armas en los cuales voluntariamente recibimos un ataque del oponente para conseguir la distancia y vulnerabilidad adecuada para poder atacarle de forma letal con nuestra arma y esperar que no nos mate a nosotros.
  • Sen no sen kiwami (先の戦極み), reacción al ataque extrema: Del mismo modo que el go no sen kiwami, esta reacción al ataque consiste en atacar a la vez que el rival, pero se asume que estamos en una situación en la cual nos es imposible que nuestro ataque le alcance sin que el suyo nos alcance a nosotros, por lo que nos lanzamos asumiendo el riesgo de recibir su ataque, reduciendo los daños todo lo posible, con la intención de conseguir alcanzarle con el nuestro y que este sea definitivo. De nuevo, es una técnica a usar en situaciones extremas y contadas.
Esto es, a día de hoy, todo lo que sé sobre el deai y los modos de respuesta al ataque del oponente. Aunque unos métodos se consideren "niveles superiores" de los otros, realmente no significa que alguien de gran nivel en artes marciales sólo utilice sen sen no sen y que un principiante utilice solamente go no sen (aunque esto suele ser lo natural, ya que es el trabajo que realizan y el sen no sen y sen sen no sen se deja a niveles más avanzados), si no que aquel con auténtica maestría es capaz de utilizar todos según convenga más a la situación y al oponente que tiene delante, siendo capaz de analizarlo y conocerlo tanto como se analiza y conoce a sí mismo para saber si es preferible realizar una defensa, una evasión o una anticipación. Por eso, es obligatorio entrenar y trabajar los 3 tipos sin descuidar ninguno, da igual el nivel que se tenga y lo bueno que se haya llegado a ser.

domingo, 26 de agosto de 2018

Go Budo Shin - Los cinco espíritus del Budo.

En las artes marciales japonesas hay un grupo de conceptos conocido como el "Go Budo Shin" (五武道心), los cinco espíritus o mentes del Budo. Se entienden como cinco estados mentales o del espíritu (心) que se deben desarrollar durante la práctica marcial, supuestamente en orden desde el primero hasta el último, pero que no se entienden como una serie de pasos donde, cuando pasas al segundo, te olvidas del primero, si no que es acumulativo. Una vez asimilas y controlas el primero, debes mantenerlo cuando vayas a por el segundo, a por el tercero, el cuarto... y así sucesivamente.

Estos 5 estados no son aplicables únicamente a las artes marciales, si no que son conceptos que se pueden aplicar a la vida diaria, como la mayoría de conceptos que se desarrollan en la práctica marcial. Sin más dilación, paso a exponer los 5 espíritus con una explicación de lo que buscan expresar:

- Shoshin (初心), mentalidad de principiante: Es el estado que solemos tener cuando comenzamos a aprender algo, no sólo artes marciales, si no cualquier cosa nueva. Es la mentalidad más fácil de conseguir, pues es con la que solemos empezar, pero es la más difícil de mantener, pues a medida que vamos aprendiendo vamos asumiendo, de forma consciente o inconsciente, que como ya sabemos X sobre algo no necesitamos aprender otra cosa o que lo que sabemos es el mejor modo de hacerlo. Sin ir más lejos, cuando una persona practica cualquier estilo basado en, o con gran repertorio de, striking (karate, thai boxing, boxeo, kung fu, etc.), si en algún momento deciden practicar algún otro en el cual el sistema de golpeo sea distinto (aunque la mecánica corporal sea la misma, el modo de usar los brazos en karate difiere mucho de cómo se usan en boxeo, o la forma de dar mawashi geri en karate es muy diferente a como se dan las circulares en thai boxing) el practicante suele tener en ocasiones una actitud del estilo de 'yo ya sé dar puñetazos/patadas, no sé por qué tienen que enseñarme a darlos de otra forma, si la mía es la buena'.

Si llegamos a entrenar a un lugar nuevo, independientemente del estilo o sistema que trabajen, lo menos que podemos hacer es respetar su modo de hacerlo, y ya que estamos ahí, aprenderlo. No nos va a hacer daño conocer más de un modo de lanzar un puñetazo, al revés, nos va a enriquecer aún más. Más aún, manteniendo siempre la mentalidad de principiante seremos capaces de analizar y estudiar nuestro propio estilo siempre, observándolo como novatos que tratan de desencriptar sus secretos, sacar cualquier cosa que esté bajo la superficie, oculta a la vista. Así, es como uno avanza y desarrolla su estilo, como uno consigue mejorar de verdad, además de librarnos de la frustración al no conseguir alcanzar algo rápidamente pues, si tenemos siempre en mente el hecho de que somos principiantes, ¿cómo esperamos conseguir algo con poco entrenamiento o práctica? es natural necesitar más tiempo y entrenamiento si eres un principiante. Cuando abandonamos la mentalidad de principiante, quedamos estancados e incapaces de mejorar y avanzar, pues al abandonarla estamos asumiendo que no somos principiantes, si no maestros, y por lo tanto no necesitamos aprender o estudiar nada más.

- Zanshin (残心), mente alerta/mente permanente: Es un estado mental que, tras desarrollar nuestra técnica, nuestros reflejos y nuestros instintos, debemos entrenar y mantener. Es la capacidad de mantenernos en guardia, atentos, alerta, preparados para cualquier situación que pueda surgir. Este espíritu se da antes, durante y después de una situación de agresión. Antes, porque debemos estar pendientes y alerta de cualquier imprevisto que pueda aparecer, para ser capaces de reaccionar con rapidez; durante, pues en mitad del acontecimiento no podemos relajarnos, debemos ser rápidos y eficaces para solucionarlo y terminarlo y poder alejarnos de dicha situación; después, dado que nunca sabemos si la situación realmente se ha solucionado o si estamos fuera de peligro hasta que nos hemos largado del lugar. Si alguien nos ha agredido, puede que nuestra defensa no haya sido tan contundente o definitiva como pensábamos, o quizá tenga compañeros, o pueda surgir cualquier otro percance.

Es un estado mental que se extiende a cada cosa que hacemos, a cada momento de nuestra vida. No significa eso que el zanshin signifique vivir constantemente con miedo, mirando a un lado y otro y mirando hacia atrás por si alguien nos sigue o nos quieren pegar. Es el simple y mero estado mental que nos permite ser capaces de reaccionar ante el percance surgido porque, aunque estemos tranquilos y relajados, nuestro espíritu está alerta y listo para reaccionar, no puede ser pillado por sorpresa. Vas caminando por la calle, vas a girar una esquina, relajado, tranquilo, como cualquier persona dando un tranquilo paseo, y de repente de esa misma esquina surge una bicicleta que va demasiado rápido como para frenar. El zanshin es lo que nos hace percibir dicha amenaza y rápidamente apartarnos para que no nos arrolle, y el que nos hace rápidamente buscar cualquier otro elemento que pueda ser una amenaza. Quizá viene otra bici acompañándola, o al esquivarla nos hemos puesto en la carretera y puede venir un coche, o una persona distraída va a chocar con nosotros porque nos hemos cruzado en su trayectoria al evadir la bici. El percibir todos esos elementos antes de retomar nuestro camino y dictaminar que, efectivamente, ya estamos seguros, es tarea del zanshin.

- Mushin (無心), no-mente: Para explicar este estado mental, siempre me ha gustado usar el diálogo de 'El último samurai', pues creo que es extremadamente gráfico y claro con lo que esto significa:
- Algren-san. Por favor, perdón. Demasiado pensar.
- ¿Demasiado pensar?
- Hai. Pensar espada. Pensar gente mira. Pensar enemigo. Demasiado pensar. No pensar.
En la versión inglesa, en lugar de 'pensar', utiliza la expresión 'mind'. 'Too many mind', 'mind the sword, mind the people watch, mind enemy. Too many mind. No mind', por lo que ilustra bastante mejor a qué me refiero. A pesar de que debemos mantener la mente alerta (zanshin), al mismo tiempo debemos ser capaces de eliminar todo pensamiento, mantener la mente simplemente enfocada en lo que estamos haciendo, sin dejar que se centro u obceque en una sola idea. En el momento en que nos paramos a pensar, a planificar, a hacer estrategias, entonces perdemos la oportunidad de actuar, cosa que el oponente aprovecha. La acción debe venir por sí misma, sola. El cuerpo sabe qué debe hacer y cuando debe hacerlo, sólo tenemos que dejarle actuar. El modo de dejarle actuar es alcanzando la no-mente, el mushin. ¿Cuántas veces habéis estado realizando una acción de forma automatizada y ha salido idílicamente bien y, en el momento en que habéis decidido realizarla de una forma más consciente, analizando y planificando cada paso, habéis empezado a cometer errores o a salir de forma menos perfecta? cuando conseguimos el mushin, el cuerpo aprende a actuar de forma instintiva con lo que tiene interiorizado y asimilado, de modo que no se requiere absolutamente nada más, la acción se hace todo lo perfecta, en cuanto a forma y tiempo, que somos capaces de hacer, cosa que no ocurre si nos dedicamos a pensar en la acción y el modo y momento de hacerlo. Pensar ocupa tiempo, actuar no.

- Fudoushin (不動心), mente inamovible: Nuestra mente, nuestro espíritu, debe ser como una montaña. Si tomamos una determinación, un objetivo, si creemos en algo o si tenemos convicción, debemos ir hasta el final, sin titubear, sin dudar, sin descarrilarnos de nuestro camino. Soportar las dificultades y obstáculos, resistir el sufrimiento y momentos más duros. Si nuestro espíritu y determinación es fuerte, llegaremos allí. Cabe apuntar que este precepto no dice que, incluso si se nos demuestra que nuestro camino o la meta que buscamos es errónea, inexistente, absurda o estéril, sigamos en nuestros trece hasta el final incluso sabiendo que es algo sin sentido o completamente abocado al fracaso. Lo que quiere decir es que si verdaderamente creemos en algo, o nos gusta algo, o soñamos con conseguir algo, que no dejemos que las inseguridades, la presión de otros, la incapacidad de los demás o los miedos nos frenen, que soportemos todo eso, que nos sobrepongamos a las dificultades y los obstáculos del camino y que cada complicación sirva solamente para reafirmar la convicción de nuestra idea.

Del mismo modo, durante el combate, siempre se dará en algún momento el caso en que alguien sea más fuerte, o más rápido, o más diestro o más experimentado que nosotros. Cuando llegan esos momentos, normalmente recibimos un castigo mayor al que se recibe en cualquier combate, pues los golpes de nuestro rival son más duros o es capaz de golpearnos más veces que otros. O las dos cosas a la vez. Que eso no nos hunda. Da igual que nos golpee, da igual que duela, da igual que nuestro cuerpo crea que no puede soportar más castigo. Nuestro espíritu sigue queriendo luchar. Nuestro espíritu y nuestra determinación ordena continuar luchando y no mostrar al oponente el sufrimiento que soportamos. Es duro, es difícil, duele y sufrimos, pero se puede soportar porque nuestro espíritu es inamovible, como una montaña, y de ese modo lo somos nosotros también.

- Senshin (先心), mente iluminada: Estado mental en el cual una persona puede ser equiparable a un Buda, un ser que ha alcanzado un nivel de comprensión del mundo, de la vida, de respeto a todo bajo el cielo y de deseo de unificación, armonía, paz y amor entre todo ser vivo. Los 4 estados anteriores pueden alcanzarse mediante el estudio, entrenamiento y concienciación y pueden preparar la mente y sentar las bases para este quinto estado, pero el senshin no es algo que pueda conseguirse deseándolo mucho ni como fruto de soportar un duro entrenamiento. Es algo que, dicen, ocurre tras una vida de dedicación y meditación, una vida de misericordia, compasión, y humanidad con el objetivo de reconciliar y traer amor a todos los seres vivos, de eliminar la discordia del mundo.


Como dije al principio, aunque estos son una serie de estados mentales o espíritus propios de las artes marciales, en realidad son aplicables y extrapolables a cualquier contexto de nuestra vida, a cualquier situación. Lo podemos aplicar a relaciones con otras personas, a los estudios, al trabajo, a actividades cotidianas, a cualquier deporte o a cualquier aspiración que tengamos. Cualquier persona puede cultivarlos y practicarlos y beneficiarse de los frutos que pueden ofrecer.

sábado, 11 de agosto de 2018

Meditación.

Mucha gente, practicante de artes marciales o no, practica, o le gustaría practicar, la meditación. Ajeno a los temas espirituales, que es asunto personal de cada uno el creerlos o no, están demostrados los beneficios y ventajas que tiene el realizarla y practicarla, incluso en pequeños periodos de tiempo al día. La mayoría de la gente encuentra problemas en el proceso en sí de meditar. No saben si tienen que dejar de pensar, si tienen que pensar mucho, si tienen que respirar mucho o si tienen que respirar poco. En esta publicación, hablaré un poco sobre lo básico de la meditación para que cualquiera, practique artes marciales o no, pueda iniciarse y realizarla, al menos, a nivel usuario.

Por un lado, es importante matizar que, sobre todo al principio, no se trata de meditar 2 horas seguidas, se trata de realizar lo que podamos. Del mismo modo que, si mañana decidimos empezar a ir a correr, no nos marcamos una carrera de 10kms en 1 hora, entre otras porque ni es posible ni es beneficioso, no podemos pretender empezar a meditar hoy y estar 20, 30, 40, 120 minutos de seguido. Tampoco podemos pretender notar los beneficios de la meditación con la primera meditación de nuestras vidas. En general, una meditación de 5 minutos diarios llega a ser suficiente, incluso para alguien que ya tiene experiencia, siempre y cuando se haga a conciencia y mentalizados. Obviamente, lo ideal es ir subiendo el tiempo de duración, del mismo modo que hoy corremos 10 minutos y mañana intentamos correr 15 y pasado 15 en menos tiempo y al siguiente... Del mismo modo, hoy meditaremos 5 minutos. Mañana podemos intentar meditar de nuevo 5 minutos pero inmergiendose más aún en el estado meditativo. Al siguiente podemos intentar aguantar más de 5 minutos, y así progresivamente.

Cuando digo "al día siguiente", quiero referirme a un tiempo indeterminado entre el momento en que hacemos ese ejercicio y el momento en que nos consideramos preparados para dar el siguiente paso. Puede ser un día o pueden ser 3 semanas, eso está en cada uno. No todo el mundo es capaz de inmergirse en el estado meditativo durante 20 minutos al mismo ritmo. El caso es ir consiguiendo avances, ya sea en cuestión de inmersión o de duración. Es preferible 5 minutos completamente inmerso que 1 hora distraído y ausente.

Otro elemento importante es la posición. A día de hoy se han establecido mil y una posiciones adaptables a cada persona y al contexto en que se encuentre. Se puede meditar sentado en una silla, tumbado en la cama o el suelo, sentado en el suelo, con la postura X o con la postura Y. A mí, personalmente, me gusta meditar de dos formas. Una es de rodillas, posición típica en las artes marciales japonesas e incluso en el zen. Esta posición puede ser complicada para quien no esté acostumbrado, pues no tarda en causar dolor en los empeines al cargar peso y tensión sobre ellos, pero en mi opinión es de las que mejor y más cómodamente te permite mantener la espalda recta. La otra posición es sentado con las piernas cruzadas. Se pueden cruzar o por debajo de las rodillas o por encima, según la comodidad y flexibilidad de cada uno. Personalmente, me gusta menos porque me dificulta más el conseguir mantener la espalda recta, pero es cómoda y no causa molestias en los pies como hacerlo de rodillas.

Otro elemento de la posición son los brazos. La gente suele no saber qué hacer con las manos. Yo, independientemente de que me posicione de rodillas o sentado, tiendo a colocar las manos en el hara/tanden, el punto situado 4 dedos por debajo del ombligo, palmas hacia arriba, dedos de mano derecha sobre dedos de mano izquierda y los pulgares en horizontal cerca el uno del otro pero sin llegar a tocarse. Esa suele ser mi forma preferida, pero también pueden colocarse con las palmas sobre las rodillas, con el reverso de las manos sobre las rodillas y las manos abiertas o reverso sobre las rodillas  con los pulgares tocando sus correspondientes dedos índices o corazón. En ocasiones, hay quien toca el anular. De nuevo, esto es algo más cuestión de preferencia y que, en la meditación básica o realizada para la mera relajación no tiene mayor importancia.

La postura en sí, da igual que nos coloquemos de rodillas, sentados en el suelo, en la silla, tumbados, manos en el hara, en las rodillas, pulgares tocando un dedo u otro. Lo verdaderamente importante es mantener la espalda recta. Los hombros relajados, que caigan hacia abajo, pero no hacia delante porque encorvaríamos la espalda, y buscando "cerrar" las escápulas, sin hacer excesivo esfuerzo para no estar tensos pero pensando en ello. El cuello, alineado con la espalda, mirada al frente, sin pegar la barbilla el pecho ni tampoco con la cabeza alzada. Esto es lo verdaderamente importante de la meditación, la postura, tanto para que sea efectiva como que nos permita relajarnos y no nos resulta nociva.

Una vez hemos encontrada la posición adecuada en la cual estemos cómodos dentro de las pautas de la postura, otro elemento importante es la respiración. El modo de llevar la respiración también difiere según las personas, escuelas y métodos de meditación. Lo habitual, o inspirar por la nariz y espirar por la boca o bien inspirar y espirar por la nariz. Nunca inspiramos por la boca. La respiración debe ser abdominal, es decir, debemos llevar el aire al abdomen cuando inspiremos, no al pecho como solemos hacer. Respecto al ritmo de la respiración, también hay varianzas. Se suele decir que la equivalencia inspiración/espiración sea 1:3, es decir, por cada segundo de inspiración 3 segundos de espiración y que la inspiración sea rápida o, como poco, al ritmo normal de inspiración. También hay quien dice que la inspiración sea lenta, de 3-4 segundos y la espiración de 6-9 segundos. Personalmente, suelo empezar haciendo inspiraciones de ritmo normal con espiraciones lentas, pero cuando me sumerjo en el estado meditativo mi respiración acaba yendo por libre, llegando a ser algo superficial, aunque las espiraciones siguen siendo más largas que las espiraciones.

Otro elemento que, aunque parezca una tontería, puede traer de cabeza es la cara. La gente acaba no sabiendo qué hacer con la boca, la lengua, los ojos. Yo mismo no lo sabía. El modo de conseguir relajar la boca es dejando "suelta" la mandíbula, no cerrando los dientes, aunque mantengamos los labios cerrados (o levemente abiertos si vamos a espirar por la boca). De ese modo la mandíbula no está tensa. La lengua, posicionamos la punta justo en la unión de las paletas superiores con el paladar. En ese punto, la lengua se relaja normalmente y no tiene tensión ni hacia el interior ni hacia el exterior de la boca. Los ojos, personalmente me limito a dejarlos "sueltos", a intentar no forzarlos a mirar en ninguna dirección. De este modo, según el momento, o se deslizan un poco hacia arriba, como si colocase los ojos en blanco, o ruedan hacia abajo, pero siempre de forma relajada, porque ellos mismos se mueven hacia esos puntos, no porque los intente mover yo.

Y, una vez tenemos más o menos listo todo esto, comenzamos con el proceso en sí de meditación. Para esto, también hay diferentes métodos y formas de hacerlo. Hay quien afirma que hay que dejar la mente totalmente en blanco, ausente de pensamientos e ideas, mientras que por otra parte hay quien dice todo lo contrario, que hay que dejar precisamente que los pensamientos e ideas fluyan libremente por la mente, pero de forma continua, sin detenerse ni pararse en ninguno de ellos, simplemente dejar que vayan pasando y fluyendo uno tras otro. Personalmente, me gusta y me resulta más cómodo dejar la mente en blanco, pero también es cierto que hay personas completamente incapaces de dejar la mente en blanco, por lo que quizá para ellos sea más adecuada la segunda opción. El proceso para llegar tanto a la mente en blanco como al fluir de pensamientos, al final, es el mismo:

Normalmente, empezamos por centrarnos en la respiración. Con los ojos cerrados siempre, imaginamos el recorrido de esta al entrar por la nariz, llegar al abdomen/hara/tandem, hacer un pequeño remolino y luego dirigirse al exterior. En este punto, ayuda el realizar inspiraciones lentas y profundas y espiraciones más lentas aún. Poco a poco, acabaremos centrándonos únicamente en el sonido de nuestra propia respiración, olvidando la imagen mental del aire entrando y saliendo de nuestro cuerpo. Mientras hacemos esto, debemos estar atentos a nuestro cuerpo. Es muy posible, y normal, que tengamos partes de nuestro cuerpo tensas, incluso si no nos damos cuenta. Debemos ir relajando todas y cada una de ellas. Quizá tengamos los hombros ligeramente tensos y elevados. La mandíbula apretada sin darnos cuenta, las piernas un poco endurecidas. Mientras nos centramos en la respiración, debemos identificar estos puntos e ir relajándolos, dejándolos sueltos, pero siempre manteniendo los puntos importantes de la posición de meditación, evitando doblar la espalda o cargar los hombros hacia delante o ladear o inclinar la cabeza.

Poco a poco, acabaremos llegando a un punto en el cual nuestro cuerpo mantendrá la postura correcta, sin caernos ni inclinarnos ni encorvar la espalda, pero manteniéndose al mismo tiempo completamente relajado a nivel muscular. Del mismo modo, a nivel mental, habremos ido pasando de centrarnos en el sonido de nuestra respiración a que esta se haya automatizado y nuestra mente o bien esté totalmente en blanco o hayamos ido dejando pasar pensamientos. Para los primeros, es importante estar mentalmente alerta en lo referente a comenzar a cavilar y darle vueltas a cualquier tema. Es fácil comenzar a pensar en algo sin darse cuenta y centrarse en ello. Si algún pensamiento acude a nuestra cabeza, dejad que pase de largo y manteneos en el vacío de mente. Para los segundos, en esencia, exactamente lo mismo. Los pensamientos llegarán y de forma inconsciente acabaremos dedicando cierta atención a alguno. Cortad de golpe esa atención y que el pensamiento pase de largo, dando lugar al siguiente, y al siguiente y al siguiente. Lo que hablo en este párrafo puede ser, perfectamente, la parte más complicada, pues hay que ser capaz de tener el cuerpo muscularmente relajado, pero mantener la posición recta y firme, mente relajada y sin centrarse o pararse en ningún pensamiento, pero alerta para notar cuándo nos perdemos en alguna idea. Todo esto tratando de mantener al mismo tiempo el estado de meditación, sin perder la concentración que estamos realizando.

Es posible que, a la larga, acabemos notando la sensación de que la única parte del cuerpo con la que estamos conectados, a nivel de conciencia, es con la cabeza, y que apenas sentimos el resto del cuerpo, como si no estuviese ahí o no tuviésemos control sobre él, a pesar de que este mantiene su postura. Es una sensación normal, implica que estamos en el buen camino. A partir de este punto, las sensaciones y experiencias son diferentes, según el objetivo de la meditación, las ideas o creencias de cada uno, el momento, el contexto y otros mil millones de cosas, pero ese no es el objetivo de esta publicación.

Al final, acabará llegando un momento en que o bien nosotros mismos decidamos cortar la meditación o por algún motivo externo, o no, nuestro estado de meditación se rompa de tal modo que tendríamos que volver a empezar. Independientemente de que llevemos 5 minutos o 2 horas meditando, personalmente pienso que, cuando ocurre esto, es momento de parar y dejarlo para el día siguiente. Por mucha práctica o experiencia que tengas, no siempre está uno para meditaciones largas, del mismo modo que no todos los días está un deportista para hacerse 10kms, hay días que sólo está para 3. No es malo hacer menos, lo malo es no hacer nada.

Algunas buenas opciones tras la meditación son o una ducha/baño caliente, que nos ayudará más aún a incrementar la sensación de relajación, o un baño en el mar/oceano/lago/río, en caso de encontrarnos en algún entorno natural con fuente de agua cercana. También es recomendable realizar estiramientos antes de la meditación, pues estos ayudan a relajar y preparar el cuerpo, mejorando la relajación mental de la meditación. Personalmente, a veces medito incluso después de hacer ejercicio, al acabar la rutina del gimnasio y tal, tras estirar los músculos ejercitados, dedico 5 minutos, colocando una alarma en el móvil incluso, a meditar y relajarme un poco, volviendo a casa con una sensación de relajación y tranquilidad tanto en el cuerpo como en la mente bastante agradable.

Y eso es todo sobre la meditación básica. Así, en general, la realizo yo y noto resultados. Si tenéis métodos, experiencias o formas diferentes, podéis aportar en la sección de comentarios.

sábado, 28 de julio de 2018

Origen de los grados (kyu y dan) y cinturones (obi) en karate.

Para empezar este tema, hay que decir que todo el sistema de kyu, dan y obi de colores es algo extremadamente nuevo y moderno en lo referente a las artes marciales. Lo creó Kano Jigoro, fundador del judo, basándose en el sistema de grados del go, un juego de tablero japonés, cuando quiso que el judo fuese un deporte extendido y aplicable a todos los niveles de la sociedad, incluyendo a nivel estudiantil y en niños. Creando este sistema de niveles y grados progresivos, hacía que para gran parte de la población y, sobre todo, los niños, fuese más motivador el entrenar y avanzar, ya que por un lado tenían metas y objetivos a más corto plazo y, además, veían de forma evidente sus avances, a parte de tener una "recompensa", la satisfacción de aprobar el examen de grado.

Antes de crearse este sistema, se usaba el Menkyo, "Licencia" en japonés, que básicamente consistía en una serie de "títulos" que se otorgaba a los practicantes después de X tiempo de práctica continuada además de una serie de logros en cuanto a aprendizaje. Este sistema, en general, podía variar de una escuela y de un estilo a otro, pero a rasgos generales era más o menos que así:

  • Okuiri : Iniciación en el arte. Podía ser equivalente a lo que hoy día son todos los kyu.
  • Mokuroku : Certificado, se considerada la entrada oficial en el sistema, es decir, cuando realmente ibas a aprender los entresijos del estilo y profundizar en su estudio. Se dividía en tres niveles y podían corresponder, aproximadamente, a shodan, nidan y sandan, en ocasiones incluso hasta yondan.
    • Sho Mokuroku
    • Hatsu Mokuroku
    • Go Mokuroku
  • Menkyo: Licencia. A partir de aquí, ya se consideraba a alguien mínimamente versado y diestro en el estilo y tenía cierta consideración dentro del arte. Se dividía en 4 niveles que podían equivaler aproximadamente del godan al hachidan actual
    • Shoden Menkyo
    • Chuden Menkyo
    • Okuden Menkyo
    • Hiden Menkyo
  • Menkyo Kaiden: Se otorgaba tras, al menos, 30 años de práctica y estudio continuado del arte y sólo lo recibía aquel que iba a ser el heredero de la escuela, recibiendo también las instrucciones finales con los supuestos ougi (técnicas sucesorias, lo que se plasma en películas como "técnicas secretas súper destructivas" que, en la realidad, no lo eran tanto, eran más bien técnicas o estrategias algo extravagantes que pocos se esperaban y que hoy día no tienen mucha cabida, pues ya está todo inventado) del estilo. Es lo que hoy día consideramos kyudan y judan.

Incluso había sistemas que, directamente, no tenían grados, si no que los alumnos aprendían y, cuando el maestro estaba mayor e iba a dejar de instruir, elegía un alumno como sucesor y este tomaba las riendas de la instrucción, tal cual. Esto, de hecho, era algo bastante común en China.

Como he dicho anteriormente, Kano decidió tomar el sistema de grados del go y adaptarlo al judo. En el go, el sistema es tal que así:

  • Sanjukyu (30ºkyu) - Nijuichikyu (21º kyu) - Principiante 
  • Nijukyu (20ºkyu) - jukyu (10ºkyu) - Jugador casual 
  • Kukyu (9ºkyu) - Ikkyu (1ºkyu) - Jugador intermedio 
  • Shodan (1ºdan) - Nanadan (7ºdan) - Jugador avanzado, incluyendo el hachidan (8ºdan) como título especial 
A parte, tienen un sistema de dan específico para jugadores profesionales que va del shodan (1º) al kyudan (9º), añadiendo el judan (10º) como título especial. En este sistema, a aquellos que tienen kyu se les llama "mudansha", literalmente "quien no tiene dan", mientras que los que han alcanzado el shodan o superior se les llama "yudansha", "aquel que ostenta un dan". De aquí, Kano sacó el siguiente sistema:

RangoAdultoInfantilNombre japonés
Sexto kyū
(principiante)
Judo light blue belt.svg
Azul claro
Judo light blue belt.svg
Azul claro
rokkyū (六級)
Quinto kyū
Cuarto kyū
Judo white belt.svg
Blanco
Judo white belt.svg
Blanco
gokyū (五級)
yonkyū (四級)
Tercer kyū
Segundo kyū
Primer kyū
Judo brown belt.svg
Marrón
Judo purple belt.svg
Violeta
sankyū (三級)
nikyū (二級)
ikkyū (一級)
Primer dan
Segundo dan
Tercer dan
Cuarto dan
Quinto dan
Judo black belt.svg
Black belt 2nd dan.svg
Black belt 3rd dan.svg
Black belt 4th dan.svg
Black belt 5th dan.svg
Negro
shodan (初段)
nidan (二段)
sandan (三段)
yodan (四段)
godan (五段)
Sexto dan
Séptimo dan
Octavo dan
Judo red white belt.svg
Rojo y blanco
o
Judo black belt.svg
Negro
rokudan (六段)
shichidan (七段)
hachidan (八段)
Noveno dan
Décimo dan
Decimoprimer dan
Judo red belt.svg
Rojo
o
Judo black belt.svg
Negro
kudan (九段)
jūdan (十段)
juichidan (十一段)
Este sistema era el original creado por Kano en 1883. A día de hoy, en Japón, es normal que, aunque se mantiene el sistema de kyu, no haya cinturones de colores, habiendo algún dojo donde sólo se usan cinturones blancos y negros, otros donde a los mudansha de nivel alto se les pone el cinturón marrón y, en particular en las escuelas primarias, se añade a veces cinturón verde a grados intermedios.

Cuando Funakoshi Gichin estuvo por segunda vez en Japón y conoció y entrenó con Kano, Funakoshi se llevó de vuelta a Okinawa tanto este sistema como el judogi, con intención de adaptar ambos al karate, del mismo modo que hizo Ueshiba Morihei para su aikido. Después de Funakoshi, seguramente hubo muchas variaciones dentro del mismo Shotokan-ryu, sin hablar ya de las modificaciones que se hicieron en otros estilos de karate. Actualmente, tengo constancia de alrededor de 3 sistemas de grado dentro del Shotokan-ryu. Por un lado, está el que utilizan oficialmente en la Nihon Karate Kyokai, que consiste en:

  • Hachikyu - Cinturón blanco
  • Sichikyu - Cinturón amarillo
  • Rokkyu - Cinturón naranja
  • Gokyu - Cinturón verde
  • Yonkyu - Cinturón azul
  • Sankyu, nikyu e ikkyu - Cinturón marrón
  • Shodan y superior - Cinturón negro

Por otro está el que usamos en Kase-ha Shotokan-ryu, que es igual con una pequeña variación:

  • Kukyu - Cinturón blanco
  • Hachikyu - Cinturón amarillo
  • Sichikyu - Cinturón naranja
  • Rokkyu - Cinturón verde
  • Gokyu - Cinturón azul
  • Yonkyu - Cinturón violeta
  • Sankyu, nikyu e ikkyu - Cinturón marrón
  • Shodan y superior - Cinturón negro

En Kase-ha Shotokan-ryu añadimos un kyu extra, de modo que yonkyu/cinturón violeta es, en realidad, como una extensión, un añadido extra, al gokyu/cinturón azul. De hecho, no es raro que cuando alguien se examine de yonkyu en Kase-ha, un examen relativamente corto en comparación con los demás, se le pidan también partes del examen de gokyu/cinturón azul, al considerarse ambos grados casi como uno solo extendido.

Finalmente, hay sitios, independientemente del estilo, en los que se lleva un sistema similar al que llevaban donde hice aikido, donde el color de cinturones varía con respecto al modelo original de Kano pero el número de kyu se mantiene igual, siendo tal que:

  • Rokkyu - Cinturón blanco
  • Gokyu - Cinturón amarillo
  • Yonkyu - Cinturón naranja
  • Sankyu - Cinturón verde
  • Nikyu - Cinturón azul
  • Ikkyu - Cinturón marrón
  • Shodan y superior - Cinturón negro

Como digo, todo esto, al final, varía de un estilo a otro, de un sistema de lucha a otro y de un dojo a otro. Hay lugares donde los tres kyu de cinturón marrón los plasman añadiendo como una marca roja al cinturón cuando se es nikyu y dos marcas cuando se es ikkyu, por ejemplo. También a día de hoy, al menos en parte importante de occidente, en la mayoría de sistemas que siguen este patrón de colores también se utilizan cinturones intermedios formados por dos colores para los niños que inician la práctica, para evitar que avancen demasiado rápido, de tal modo que entre el blanco y el amarillo habría un cinturón blanco-amarillo, entre el amarillo y el naranja uno amarillo-naranja... Y así sucesivamente hasta llegar al marrón completo.

Respecto a los colores, hay mil y una interpretaciones y mil y una teorías, aunque personalmente creo que todo eso son, realmente, movidas de la New Age para darle significado y sentido a todo. Hasta donde tengo entendido, no hay ningún testimonio real y directo de Kano Jigoro, ni de Funakoshi Gichin, sobre por qué eligieron esa mezcla de colores para los cinturones. Pero el hecho es que a día de hoy hay quienes le han dado explicación a esto (sobre todo en sistemas algo más posteriores al karate o que, en su defecto, adoptaron el sistema de cinturones de colores después, como el taekwondo o la capoeira o el jiujitsu brasileño, que tienen una explicación clara de por qué usan tales o cuales colores). En general, una explicación relativamente uniforme al sistema de colores estándar y más extendido es esta:

Blanco: Blanco significa nacimiento, inicio, de una semilla. El cinturón blanco es un principiante buscando conocimiento del arte, es el inicio del ciclo de la vida y representa la semilla que yace bajo la nieve del invierno.

  • Amarillo: El amarillo representa los primeros rayos de luz solar que llegan a la semilla, dándole nueva fuerza con el inicio de nueva vida. El cinturón amarillo recibe sus primeros rayos de conocimiento por parte de sus instructores, abriendo su mente. 
  • Naranja: El naranja representa el poder creciente del sol al calentar la tierra para preparar el nuevo brote para la primavera. El cinturón naranja comienza a sentir cómo su cuerpo y su mente se abren y desarrollan. 
  • Verde: El verde simboliza el crecimiento de la semilla al brotar de la tierra, tratando de alcanzar el sol y empieza a convertirse en una planta. El cinturón verde aprende a fortalecer y refinar sus técnicas. 
  • Azul: El azul simboliza el cielo, hacia el cual la planta continua creciendo. El cinturón azul asciende en rango del mismo modo que la planta se hace más alta. La luz alimenta la planta para que continue creciendo. El estudiante se alimenta de conocimientos adicionales en su arte para continuar el crecimiento y desarrollo de su cuerpo y su mente. 
  • Violeta: El violeta simboliza el cambio del cielo del amanecer, del mismo modo que el estudiante se enfrenta a un nuevo cambio y se prepara para la transición a estudiante avanzado. El cinturón violeta comienza a entender el significado del cinturón negro. 
  • Marrón: El marrón representa la maduración de la semilla, el proceso de maduración y cosechamiento. El cinturón marrón es un alumno avanzado cuyas técnicas comienza a madurar y comienza a entender el fruto de su trabajo duro como principiante. 
  • Negro: El negro simboliza la oscuridad más allá del Sol. El cinturón negro busca conocimientos nuevos y más profundos de su arte. Cuando empieza a instruir a otros, planta nuevas semillas y les ayuda a crecer y madurar. Sus alumnos, de los cuales muchos crearán raices profundas en el arte, florecerán y crecerán a traves de los grados en un proceso sin fin de crecimiento personal, conocimiento e iluminación.

Esta es una de las explicaciones más extendidas que hay sobre el asunto de los colores, añadiendo normalmente el tema de que el cinturón negro, con los años de entrenamiento, se acaba desgastando y volviendo blanco, color del principiante, haciendo referencia al ciclo sin fin de crecimiento y aprendizaje personal e interno de las artes marciales, a que nunca, realmente, se alcanza la maestría absoluta y que siempre se es, de algún modo, un aprendiz.


Como he dicho antes, todo esto me parece una inventiva de la New Age para darle un significado a algo que, originalmente, no se tenía o se conocía. No digo que esté mal, simplemente que, hasta la fecha, no tengo constancia de que ninguno de los sistematizadores y usuarios originales del sistema de colores haya dado una explicación a ello y que cualquier explicación existente es algo sacado a posteriori.

Para terminar con el hilo, hablaré de mi opinión sobre todos estos sistemas. Personalmente, el sistema de cinturones de colores no me gusta. Es decir, me gusta poco o nada. Enfatizo lo de "cinturones de colores". El sistema de kyu-dan no me parece malo, al revés, está bien organizado y estructurado, pero no me gusta el ir cambiando los colores. Es por mera cuestión estética, supongo. Personalmente, me gustaría que en mi futura y por ahora imaginaria escuela se usasen simplemente cinturones blancos y negros o, en su defecto, blancos, marrones y negros. El motivo, además de que me parece más estético que todo el dojo lleno de colorines por doquier, es que, precisamente, a simple vista no se distingue el grado real de los practicantes salvo que ya tengan shodan (o en su defecto sankyu, nikyu e ikkyu si se añade el marrón). Todos, a simple vista, son iguales y el único modo de distinguirlos es en el momento en que realicen sus técnicas, las cuales mostrarán su auténtico nivel. De este modo, por un lado, se favorece el que los alumnos entrenen entre ellos sin tratar de elegir el compañero por el color de su cinturón (cosa relativamente común en la gente nueva, que o busca a los más nuevos o a los más antiguos, ya sea para entrenar más fuerte o para entrenar más relajado), si no que tienes que elegir compañero tal cual, pues hay que entrenar con todos. Por otro lado, nadie puede tener la tentación de inflar su ego por el hecho de tener el cinturón de color TAL mientras que su compañero tiene el de color CUAL, ambos son exactamente iguales. Incluso si se añadiese el marrón para identificar a los mudansha más avanzados, siguen siendo 3 kyu con un solo cinturón, por lo que los mismos mudansha avanzados son iguales, independientemente de que uno adquiriese sankyu ayer y otro se examine de shodan mañana.

Del mismo modo y por este mismo motivo, el sistema Menkyo me gusta muchísimo, pues todos los que se considerarían mudansha se llaman "iniciados" y no tienen signos que los diferencien, salvo su propia técnica, y la distinción comienza en cuanto reciben el título de mokuroku. Más aún, el adquirir dicho título es algo honorífico, sigue sin haber nada físico en la indumentaria que represente dicho grado o título. Creo que, dentro del dojo, las únicas muestras de distinción entre los estudiantes deben ser, por un lado, su técnica y nivel reales, y por otro la posición que adoptan al alinearse en el dojo para los saludos, momento que, además, también muestra la honestidad y sinceridad que tienen en caso de dejar a otro compañero colocarse más hacia la derecha. Pero esto es un tema de etiqueta y protocolo del dojo que, quizá, trate en otra publicación, no en esta.

Lo dicho, personalmente me gustan el sistema Menkyo y el sistema kyu-dan siempre y cuando no se involucren los cinturones de colores. Por lo demás, creo que es un sistema súper adecuado y súper bien organizado para vigilar el avance de los estudiantes. Por algo será que la mayoría de sistemas de lucha que no contaban con modo objetivo de evaluar el avance de sus alumnos han terminado adoptando este mismo sistema, dándole un nombre u otro y usando unos colores u otros, pero el mismo sistema a fin de cuentas.