martes, 3 de julio de 2018

La superioridad moral y existencial de los artistas marciales.

De un tiempo para acá, ando encontrándome por internet imágenes y comentarios que hacen un alarde brutal de una especie de sentimiento de superioridad moral y existencial por parte de los artistas marciales con respecto al resto de mortales que habitan este mundo. Hablo de imágenes como estas dos:


Son imágenes que, siendo sincero y hablando rápido y mal, me inflan muchísimo las pelotas, así tal cual. Me las inflan porque, de algún modo, el principal y más importante mensaje que se transmite en las artes marciales, la humildad, es pisoteado, meado y cagado encima con este tipo de comentarios.

Se ha desarrollado una especie de sensación de superioridad existencial en la cual aquellos que practicamos artes marciales tradicionales estamos en un escalón moral superior al de cualquier otro luchador o deportista del mundo, que tenemos acceso a un nivel y conocimiento de la moral y la ética al que nadie más tiene acceso y nunca lo tendrá salvo que se meta a practicar karate, judo, aikido, kung fu o alguna chuminada similar.

Después, cuando alguien les dice "pero el de MMA/Full contact/Kick boxing/BJJ/Sistema de lucha combativa X luego te coge en combate y te parte la vida entera" y dicen "pero porque son brutos, carentes de arte y de finura, unos borricos, no entienden la verdadera magia de las artes marciales y sólo saben pelear como animales, lo nuestro es un arte" y justifican así su propia inutilidad y estrechez de miras.

Si queremos comparar un arte marcial con un deporte estándar, si queremos ser honestos y hacer una comparativa justa y lícita, de entrada, no podemos compararlos tomando el prisma de uno de forma interna (lo que suele ocurrir en los entrenamientos, lo que imparte el entrenador, lo que está escrito en el papel sobre los valores que transmite, etc) y el del otro en forma de espectáculo (lo que ocurre cuando dicho deporte se lleva a los medios y se hace primar cierta competición entre los participantes y se busca un ENTRETENIMIENTO DE MASAS principalmente), porque es como comparar dos platos de comida, uno hecho en una pequeña venta en un pueblo que lo que quiere es que los clientes queden llenos y satisfechos a un precio asequible y otro plato de alta cocina donde prima la presentación y estética de este y no lo nutritivo que sea. Es absurdo, porque es comparar dos cosas que tiene poco que ver, igual que comparar un coche con un armario.

Si queremos comparar el fútbol, o cualquier deporte, con un arte marcial, lo honesto es tomar los entrenamientos de fútbol de gente que lo practica por pasión o por entretenimiento, gente que no se dedica profesionalmente a ello, ver qué les enseña su entrenador, cómo juegan en equipo, cómo se apoyan, etc. O, en su defecto, coger el arte marcial que sea y tomar su vertiente de espectáculo, esas competiciones y torneos que tan poco se televisan y en las que prima ganar la medalla de turno. Ahí, podemos hablar de una comparativa justa.

Y, comparándolos así, ¿sabéis qué veo yo? Veo que hay personas que juegan a fútbol, a baloncesto, a voleibol, con tantos principios, ética y moral, o más, que muchos "artistas marciales" que he conocido, muchos practicantes de judo, aikido, karate y kung fu, entre otros. Más honestos, más legales y más correctos. Y sí, más respetuosos y más educados. ¿Sabéis qué más he visto? He visto a un campeón de kumite, nada más conseguir el punto que le daba la victoria, darle la mano al oponente y después pasar tres carajos de saludar al árbitro, al jurado, y ponerse en mitad del ring a bailar el Gangnam Style, a modo de mofa y cachondeo no sólo hacia su rival, si no hacia todo el mundo allí presente. Y hablo de Este video del hipervínculo en concreto, o este, ya que el tipo no se contenta con hacerlo una sola vez, si no más de una.

También he oído a entrenadores de karate (porque me niego a llamarlos "sensei" o "shishou" o "maestros") decirles, antes de un torneo, a sus alumnos, "Nada más empezar el combate, suéltale una patada fuerte en la pierna, en el cuádriceps. A ti te harán una amonestación, pero él ya estará con esa pierna tocada para el resto del combate y podrás ganarle si problemas".

También he visto a instructores de kung fu/xanda alardeando, en un curso multidisciplinar, de los puntos que consigue en torneos usando tal o cual técnica o combinación, en lugar de limitarse a impartir su parte del seminario de forma simple y sencilla.

He visto a practicantes de mil estilos dar un golpe lesivo, queriendo o sin querer, al oponente y, en lugar de acercarse a ver si están bien, pasar del tema y alejarse un poco y quedarse mirando, como si no fuese con ellos.

¿Sabéis qué más he visto? A futbolistas, jugadores de baloncesto, de voleibol, que nada más acabar el partido van y estrechan la mano de todos los del otro equipo, incluso saludar al árbitro, y ajeno a celebraciones típicas y estándar de un gol, canasta o punto conseguido, propios de la alegría, ninguna salida de tono o acto fuera de lugar. He visto a deportistas agacharse a comprobar si alguien del equipo contrario al que han golpeado sin querer se encontraba bien.

Todos esos actos irrespetuosos y deshonrosos he visto en artes marciales, a nivel interno y a nivel de espectáculo, y todos esos actos respetuosos y honorables he visto tanto a nivel interno como de espectáculo en los deportes típicos.

Si ya nos metemos en el tema de artes marciales VS deportes de contacto, la cosa no mejora. Como comenté anteriormente, al parecer los deportistas de contacto son poco menos que animales, cabras y gallos de pelea que sólo saben meterse en una jaula y soltar mamporros hasta que uno acaba desmayado y otro cubierto de sangre, sin más. Los artistas marciales, por el contrario, al parecer somos súper refinados, precisos, meamos colonia, cagamos purpurina y nuestros pedos huelen a ambientador de pino para el coche. Al parecer, aquí hay muchos que no son mínimamente conscientes de que las artes marciales, al final, son el arte de matar. Estamos en tiempos de paz, tiempos en los que no hace falta matar a nadie y que principalmente se entrena para el desarrollo personal y todo eso, pero en última instancia las artes marciales se practican y se crearon para matar.

Algunos me replican, al afirmar esto, con que las artes marciales se crearon "para defenderse en caso de necesidad, no para matar". Me gustaría saber cómo se cree esta gente que era la vida cuando todos estos sistemas de lucha se crearon. ¿De verdad creen que, allá por el año 1300, cuando ibas por un camino de arena con tus cargamentos y te asaltaba un bandido, "defensa propia" significaba darle dos tortas al bandido y que este se fuese a su casa llorando? No, en esa época, "defensa propia" significaba, con bastante seguridad, tener que matar al otro, porque si no te mataba a ti. Y así se crearon absolutamente todos nuestros sistema de lucha, todos esos que ahora se nos llena la boca de decir lo honorables y lo precisos y pacíficos que son, todos tienen el jugo de que son artes para matar en su esencia.

Tampoco parecen recordar todos estos puritanos las antiguas competiciones de karate, esas primeras competiciones en las cuales la mitad salían del torneo sin dientes, narices rotas e incluso articulaciones dislocadas. Esos torneos, la mayoría ilegales, que hacían entre universidades, por el honor de su universidad, en sótanos y edificios abandonados. Combates sin protecciones, combates en los cuales, al igual que los anteriores, aunque el instructor o senpai dijese "sin contacto", se sabía que, en realidad, estaba diciendo "pártele la vida, por el honor de nuestra universidad". Eso se hacía y era normal en nuestros honorables y éticamente inmaculados estilos de artes marciales tradicionales.

Y lo peor del asunto es que estas actitudes de superioridad no se limitan a las artes marciales con respecto al resto de deportes, si no que también se dan entre ellas. No es raro ver practicantes de aikido alardeando o luciendo su precioso estandarte de que practican auténtico budo, "el arte marcial de los samurai", como si fuesen el único estilo que, realmente, viene de ahí y que promueve el budo. Han monopolizado el concepto de budo como propio, y todo lo que no sea aikido es indigno, de algún modo, de ser llamado budo. Me gustaría ver qué cara se le queda a todos estos que gritan a los cuatro vientos que el aikido es el arte marcial de los samurai (he llegado a oír a gente afirmar que, cuando el samurai perdía su espada, hacía aikido) cuando, tras informarse un poco (no hace falta buscar mucho), descubran que los samurai desaparecieron en 1868, mientras que el aikido se fundó entre 1930 y 1960. Hay unos cuantos añitos de por medio como para afirmar que los samurai, en las guerras, usaban aikido (que la última guerra de samurai fue el final del Sengoku Jidai allá por 1568. A partir de ahí, todo fueron períodos de paz hasta la llegada de la era Meiji en 1868).

Y, peor todavía, dentro de un mismo arte marcial la diferencia de estilos crea esta clase de trifulcas. No es raro ver a practicantes de karate de la Nihon Karate Kyokai (JKA) hablar de lo indignos, brutos  y desconocedores del verdadero budo y karate que son los practicantes de Kyokushin-ryu o de Kase-ha Shotokan-ryu.

Queda bastante claro que es muy fácil ver la paja en el ojo ajeno pero no tanto ver la viga en el propio. Quizá, toda esta gente que alardea de los valores y principios morales que imparte y transmite su sistema o escuela, debería dejarse de buscar tantas cosas malas que tiene todo aquello que no practica y hacer introspección, tanto en sí mismo como en sus propios sistemas, y asegurarse de que aquello de lo que tanto presume no es una carencia en realidad. También, digo yo, sería conveniente dejarse de criticar sistemas, estilos, deportes, colectivos y grupos en general y pasar a criticar simplemente a personas, individuales, actitudes concretas que comete tal o cual persona, en lugar de tal o cual colectivo, porque como llevo exponiendo un buen rato... Ni los unos son tan buenos ni los otros son tan malos.

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