miércoles, 27 de enero de 2021

Karate japonés y karate okinawense: Falsas concepciones de uno, otro y sobre el papel de ambos en la defensa personal. La realidad sobre Motobu y Funakoshi.

En vista de las recientes discusiones que hay por diferentes medios sobre las diferencias entre el karate japonés y el okinawense y la superioridad como sistema de defensa personal y de metodología de uno respecto al otro (buena parte de estas discusiones iniciadas a raíz de la visualización de algún vídeo del YouTuber e instructor de karate Jesse Enkamp), me he decidido a hacer una recapitulación de varias afirmaciones y concepciones que se hacen sobre ambos tipos de karate, la supuesta eficacia superior de uno con respecto al otro en una situación real y la mecánica de trabajo para afrontar dichas situaciones de uno y otro para desmentir algunas falsas creencias que hay en torno a toda esta temática. Sin más dilación, voy a comenzar a enumerar algunas de estas afirmaciones y a comentarlas y mencionar por qué o en qué medidas son falsas.

El karate okinawense es para la defensa personal y el japonés es para competir porque la defensa personal se da en distancia corta, que es la distancia en la que trabaja el karate okinawense. El japonés es deportivo porque la distancia media-larga es para conseguir puntos.

Esta afirmación, muy concurrida de un tiempo para acá por practicantes de karate okinawense (sobre todo tras habérsela escuchado repetir hasta la saciedad al YouTuber arriba mencionado) es una verdad (o mentira) a medias. Efectivamente, la defensa personal no sólo puede empezar en la distancia corta, si no que es muy posible que en algún momento el agresor acorte la distancia quedando muy cerca de nosotros. Evidentemente, cuando esto ocurre, debemos saber defendernos y desenvolvernos en esta situación. 

¿Significa esto que la distancia corta es la distancia ideal y suprema para la defensa personal? Absolutamente no. La distancia corta debe ser una distancia de transición, un lugar en el que no debemos querer estar y debemos buscar salir lo más rápido posible y, sobre todo, evitar entrar todo lo posible. Como refuerzo para mi argumento, voy a usar este vídeo en el cual Yagi Ippei, maestro de Goju-ryū, en el minuto 1:30 dice, claramente, hablando sobre cómo manejaría una situación de defensa personal real, 'No dejaría que el oponente se acerque más de esta distancia', procediendo a indicar que usaría una mano para mantener la distancia y si lo ve claro golpear. Segundos después dice 'No me gusta acercarme demasiado'. La distancia que está manejando es media, media-corta a lo sumo, una de las distancias en las que se especializa, precisamente, el Shōtōkan-ryū.

En una situación real, la distancia segura es la media-larga. En esa distancia, controlamos al agresor, controlamos sus movimientos tanto de cuerpo como de mano (por si intenta agarrar o sacar un arma cercana o escondida), controlamos nuestro entorno (al mantener la distancia con el oponente, podemos tener una visión más clara de nuestros alrededores sin dejar de vigilar al agresor) y, de este modo, controlar a otras personas alrededor (por si alguno de ellos es acompañante del agresor, o si están escondidos esperando una oportunidad). Cuando entramos en la distancia corta dejamos de ser capaces de ver y controlar el entorno, la gente que nos rodea y la totalidad del oponente. Todo esto implica y aumenta la probabilidad de una serie de riesgos peligrosos, desde que podemos tropezar con algo en el movimiento hasta que si aparecen acompañantes del agresor podemos no verlos o que el mismo agresor saque o alcance un arma sin que podamos verlo con claridad. Por eso, la distancia corta es el segundo peor lugar en el que podemos estar en una situación real (ya hablaré más adelante del primero) y debemos, en primer lugar, tratar de evitar llegar a este por todos los medios. De nuevo, ¿qué estilo trabaja, precisamente, buscando mantener y trabajar desde la distancia media-larga, tanto en ataque como en defensa? Shōtōkan-ryu.

¿Significa esto que es mejor no aprender a luchar en distancia corta y aprender únicamente distancia media-larga? De ninguna manera. Hay que aprender a manejar todas las distancias ya que, como he dicho anteriormente, no es raro que más pronto o más tarde una situación real nos lleve a la distancia corta y la única forma de saber desenvolverse en ella es haberla trabajado. Lo que significa todo esto que digo es que nuestra prioridad en una situación real debe ser siempre mantener la distancia media-larga y, cuando la perdamos, poner todos nuestros recursos para recuperarla y volver a ella.

Por eso, por ser un sistema que nos enseña a trabajar en la distancia media-larga (y, tras el bunkai del kata y su aplicación desde una perspectiva pragmática, también en distancia corta), el Shōtōkan-ryu es un estilo tan bueno para la defensa personal y las situaciones reales como cualquier sistema de karate okinawense. Creer que, como el karate japonés se especializa y predomina (que no significa que se centre únicamente en ello) la distancia media-larga, su única utilidad es la deportiva es un error. Si bien, por normativa, esa distancia es la que se usa en el karate deportivo, deportivo no es sinónimo de japonés, entre otras cosas porque también participan en karate deportivo practicantes de karate okinawense. Aprendamos a distinguir el karate deportivo del karate Budō, sea japonés u okinawense y a ver los puntos fuertes de uno y otro para poder aprenderlos y ser mejores budōka.

El karate japonés es irreal porque busca terminar con un solo golpe. El 'ichi geki, hisatsu' es mentira y en el karate okinawense no se busca, se quiere derribar y finalizar al oponente.

Aquí se puede hablar largo y tendido, desde la concepción errónea de ese concepto hasta la mentira de que en el karate okinawense no se busca esa idea. Muchos insisten en golpes más similares a los atemi de aikido, krav maga o similares, que se realizan como golpes leves que, supuestamente, desconciertan y aturden al oponente para permitirnos realizar nuestro numerito de técnicas. Sobra decir que cuando alguien está acostumbrado a recibir golpes (cosa nada rara en agresores callejeros, sobre todo si han recibido formación en lucha, cosa nada rara hoy día), no los va a frenar un golpecito en la cara. ¿Habéis visto los combates de boxeadores o de UFC, en los cuales uno avanza lanzando golpes, el otro retrocede dando golpes, los dos se están dando en la cara con fuerza y ninguno se detiene? Pues imaginad que, en lugar de esos golpes potentes, uno de ellos está dando atemi suave para aturdir. Sería irrisorio. Eso sí es irreal desde la visión de la defensa personal, el pensar que un golpe leve en la cara a alguien acostumbrado a recibir golpes lo va a aturdir o frenar para que nos permita realizar un derribo.

Pero, retomando el tema, si nos remitimos de nuevo al vídeo mencionado anteriormente sobre Yagi Ippei, en el minuto 2:41, dice textualmente 'El karate okinawense debe terminar con un solo golpe'. Algunos podrían decirme que Yagi Ippei practica Goju-ryū moderno, que está 'aguado' o 'contaminado' por ideas del karate japonés. En ese caso, podemos remitirnos a Itosu Anko, alumno de Matsumura Sokon, practicante de Shuri-te y maestro no solo de Funakoshi Gichin, si no también de otros como Motobu Choyu y Choki (Motobu-ryū), Yabu Kentsū (Shorin-ryū), Hanashiro Chōmo (Shorin-ryū), Mabuni Kenwa (Shito-ryū) o Chibana Chōsin (Kobayashi-ryū).

Itosu era famoso por su gran fuerza y su capacidad, habilidad y preferencia para acabar combates con un solo golpe. Es considerado por muchos eruditos y estudiosos del karate no solo como el abuelo del karate, si no como el primero en poner en práctica y fomentar la preferencia de 'un golpe, una muerte'. Hay diversas fuentes que cuentan cómo Itosu era famoso por esto, por vencer a sus oponentes con un golpe, incluso en una agresión de varios oponentes. Ya son dos fuentes que hablan de que el karate okinawense (ya que Itosu practicaba karate okinawense puro) también busca esa idea de finalizar con un solo ataque.

Ahora, ¿es realista esa perspectiva de la defensa personal? sí y no. Es realista porque, por un lado, efectivamente nuestra intención debe ser esa, que nuestro golpe sea definitivo, que no necesitemos nada más que eso para finalizar a un agresor. No es realista porque hay demasiados factores a tener en cuenta para que dicho concepto se manifieste: nuestra constitución física/fuerza, la del agresor, el contexto en que se produce la agresión, dónde aplicamos ese primer golpe, etc. ¿Significa eso que es mejor entrenar para golpes rápidos y continuos que para un solo golpe poderoso y definitivo? realmente no. Significa que debemos entrenar para conseguir que cada golpe nuestro sea definitivo, y que luego cuando realicemos una combinación de golpes seamos capaces de que cada golpe de esa combinación sea definitivo. Debemos golpear con esa determinación, con esa intención. Poner el 200% de nosotros en cada golpe, aunque sea una combinación. La concepción que tienen muchas personas externas (e internas) al karate japonés de que no hay que trabajar combinaciones porque 'se debe buscar un golpe una muerte' es no solo absurda e irreal, si no errónea. Y, de nuevo, no es exclusiva al karate japonés si no que se hereda del okinawense.

En el karate okinawense no hay patadas altas, son un invento del karate japonés para la competición, son imprácticas para el objetivo del karate, sólo útiles en competición y no es necesario entrenarlas.

De nuevo, esta es una de esas afirmaciones que, aunque no son completamente falsas, sí son erróneas. Por un lado, el insistente comentario de que 'en el karate okinawense no existen las patadas por encima de la cintura'. Por mucho que algunos lo hayan olvidado, Funakoshi Gichin era practicante de karate okinawense, y era lo que enseñaba incluso cuando se fue a Japón. Fue su hijo, Gigo, quien sistematizó buena parte de las patadas altas y, además la mayoría de patadas que tenemos hoy en karate (mawashigeri, kaiten ushirogeri, ura mawashigeri, etc.) y las diferentes variaciones de estas (keage, kekomi...). Y, a pesar de las recientes creencias, debidas a las afirmaciones plenas de cierta personalidad de YouTube, no hay ningún indicio ni prueba de que tomase o copiase esas patadas del savate francés. Pudo tomarlas del savate, o de algún sistema de kung fu norteño, o del taekkyon koreano o se le podrían haber ocurrido (los que ayudaron a Gigo a sistematizar el Shōtōkan-ryū insisten en que Gigo inventó mawashigeri pensando en la idea de dar un maegeri pero desde el lado), pero esa es discusión para otra publicación.

El caso, es que Gichin era practicante de karate okinawense, y en su libro Karate-do Kyōhan, considerado en su edición original el máximo exponente de Shōtōkan-ryū pre-Gigo, es decir, previo a las modificaciones que este realizó, menciona, por un lado, las zonas a las que se puede lanzar kebanashigeri (que, a efectos prácticos, vendría a ser lo que hoy llamamos maegeri keage), mencionando entre los objetivos el pecho del oponente. Llamadme loco, pero el pecho de una persona está bastante más arriba de su cadera y abdomen. Quizá no llegue a ser una patada nivel jōdan, pero es una patada bastante alta, nada que ver con el chūdan bajo de las patadas al abdomen o costados. No solo eso, si no que también habla de las tobigeri, las patadas en salto. De nuevo, llamadme loco, pero las patadas en salto, por su naturaleza, tienden a ser no solo patadas vistosas, si no también altas.

Esto se ocupa del erróneo pensamiento de que no hay patadas altas en el karate okinawense, pero ¿es necesario aprender patadas jōdan o kaitengeri? ¿son útiles para defensa personal, o sólo sirven para que queden bonitas y den puntos en competición? una vez más, la respuesta no es tan simple como 'sí' o 'no'. Es una verdad evidente que las patadas por encima de la cintura en una situación real implican una relación beneficio/riesgo que, normalmente, no sale a cuenta. Pasa igual con las patadas con giro o kaitengeri. El riesgo de resbalar, tropezar, que la ropa nos incomode o el tiempo de vulnerabilidad si el agresor es capaz de esquivarnos o, peor, agarrarnos, no se ve compensado por el beneficio de acertar esa patada en su cara, más aún habiendo otras muchas opciones con una ratio beneficio/riesgo bastante más positiva.

¿Significa eso que no debemos aprender, entrenar y trabajar ataque y defensa de patadas jōdan y kaitengeri? no, todo lo contrario. Debemos trabajarlas exactamente igual que las patadas chūdan y las patadas gedan. Pasa algo similar que con el trabajo de distancias. Por un lado, no podemos desechar la posibilidad de que nuestro agresor sea alguien que ha recibido formación en lucha. Cada día son más la gente que practica artes marciales, y muchísima gente se apunta a deportes de contacto como kick boxing, thai boxing o sistemas como wing tsun, jeet kune do y otros sistemas, con la intención de usar los conocimientos que adquieren de mala manera. Por eso, de entrada, no podemos asumir que nuestro oponente no sabrá luchar, si no todo lo contrario. Con esto en mente, o simplemente teniendo en mente lo aleatoria y caótica que puede ser una situación de agresión real, no podemos desechar la posibilidad de que nuestro oponente vaya a lanzarnos una patada a la cara, incluso una buena patada.

¿Qué pasa si no estamos acostumbrados a recibir patadas a nivel jōdan, tanto en entrenamiento de yakusoku kumite como en trabajos de jyū kumite? No sé si recordáis que ocurrió cuando los Gracie comenzaron a expandir y popularizar su sistema de ne waza, el Brazilian jiujitsu. Resumiendo, lo que ocurrió básicamente fue que decenas de luchadores de decenas de sistemas, no acostumbrados a trabajar derribos y entradas a piernas, en cuanto se veían venir a un tipo para agarrarles y derribarlos, se bloqueaban sin saber qué hacer, o trataban de golpearles esperando que uno o dos golpes lo aturdiese y frenase. ¿Resultado? todos al suelo y hechos un nudo en segundos. Exactamente lo mismo pasa con las patadas altas. Si no estás acostumbrado a trabajar con patadas altas, cuando alguien lance una tu cuerpo no va a reaccionar contra eso, porque le es desconocido. Pero no basta con soltar una patada y ya, del mismo modo que no basta tirarte a las piernas del otro para trabajar derribos, es necesario aprenderlo adecuadamente, con técnica, de modo que las defensas se realicen contra ataques efectivos y nuestras defensas sean verdaderamente pragmáticas y efectivas. Si trabajamos defensas contra técnicas inefectivas o erróneas, lo que aprenderemos no será realmente útil y pasaremos un mal rato si nos vemos en esa situación el día de mañana.

Pero este no es el único motivo por el cual es necesario y adecuado trabajar patadas altas (además de medias y bajas). El karate, como la mayoría de artes marciales, no se basa simplemente en lo que va a serme útil y necesario para defensa personal, también trata de desarrollo personal y físico, de mejorar nuestra salud, fuerza y control sobre nuestro cuerpo. Las patadas altas con precisión y potencia, patadas con giro y de más son trabajos para condicionar nuestro cuerpo y nuestras aptitudes. Además, cuando más y mejor desarrollemos las patadas a niveles más altos, mejor vamos a ser capaces de realizar las patadas a niveles más bajos del mismo modo que, si somos capaces de realizar con una técnica correcta un derribo a alguien que pese 20kg más que nosotros, cuando derribemos a alguien de nuestro peso nos resultará mucho más sencillo. Evidentemente, habrá personas que por su contexto personal (edad, problemas físicos, fisiología, etc.) no puedan dar vistosas patadas altas, pero no se trata de eso, si no de conseguir poner a prueba nuestros límites y ver hasta dónde podemos llegar con esfuerzo y trabajo y de mejorar al máximo, de ser lo mejor que nos permita nuestro cuerpo.

Por supuesto, todo este asunto de las patadas altas, que de algún modo conecta también con el tema anterior de las distancias en la defensa personal, también guarda relación con el trabajo de suelo, ne waza, y el trabajo de kumite, del cual ya hablo en la publicación sobre la defensa personal y el combate. Para aprender a desenvolvernos frente a algo, o en un contexto, debemos trabajarlo y aplicarlo en situaciones de estrés y no colaboración y, sobre todo, con la técnica y metodología correcta. Porque nunca sabemos qué puede surgir en una situación real, ni a qué puede recurrir el agresor.

Las posiciones bajas del karate japonés son innecesarias y únicamente útiles para el contexto de competición. Sólo las posiciones altas del karate okinawense son útiles para la defensa personal.

Nos vemos, una vez más, en el mismo contexto que con la distancia y las patadas altas. Se insiste mucho en que las posiciones más amplias y bajas del karate japonés, como zenkutsudachi, no sirven en la defensa personal y que en una situación real no vamos a tener espacio para usar semejantes posiciones. Por un lado, olvidamos que buena parte de las posiciones de karate, altas o bajas, son transicionales y contextuales, es decir, que se utilizan o bien para pasar de una fase a otra o bien para unos contextos bastante específicos. Cualquier practicante de karate japonés que conozca y domine mínimamente la defensa personal, en una situación real, va a usar de modo general una posición más cómoda como motodachi, bastante más similar a la posición estándar del karate okinawense, y pasará de forma transicional a una posición u otra según las acciones que realice, sin mantenerse fijo en una posición por mucho tiempo.

Pero, además, posiciones como zenkutsudachi o fudōdachi, ligeramente acomodadas y adaptadas, son posiciones ideales para desplazarse de forma rápida y ágil a la vez que recorremos una buena distancia, siendo ideales para ayudarnos a mantener la distancia con el oponente y, al mismo tiempo, ayudarnos a acortarla rápidamente para encajar un buen ataque en el momento adecuado que, como ya hemos dicho al principio de esta publicación, debería ser nuestro objetivo principal siempre que nos sea posible, buscar y mantener la distancia media-larga y tratar de finalizar con un golpe en el momento adecuado, evitando todo lo posible caer en la distancia corta. Una vez más, eso no significa que no deban trabajarse posiciones altas y cortas, si no todo lo contrario. Como siempre podemos vernos en un contexto en que salir de la distancia corta no sea una opción, o simplemente hemos caído en ella, debemos ser capaces de desenvolvernos en ese ambiente con una posición adecuada y buscar resolver la situación o salir de ahí lo más rápido posible.

Y, al igual que con las patadas, las posiciones bajas nos ayudan y permiten trabajar y condicionar nuestro cuerpo y nuestras piernas, ganar potencia y resistencia, mejorar el uso de la cadera, la conexión con el suelo y el modo de canalizar la energía desde el suelo hasta el puño, codo, rodilla, etc. facilitándonos luego trasladar esa sensación a posiciones más altas y cómodas. Por eso, el trabajar posiciones bajas es beneficioso e ideal, a la vez que útil.

El karate okinawense sirve para la defensa personal, Motobu Choki lo probó en cientos de enfrentamientos. El karate japonés es para el deporte, Funakoshi Gichin no era buen luchador ni le gustaba el combate, así que el karate que se desarrolla en Japón es peor. Motobu venció a Funakoshi en combate.

Hay mucho revuelo, y medias verdades, sobre esta afirmación, sobre todo después de que cierto YouTuber, de nuevo, sacase a la luz cierto vídeo esgrimiendo teorías, verdades parciales u opiniones como si fuesen la verdad absoluta, aprovechándose de su posición como 'personalidad' del karate. Vamos por partes: 

Motobu Choki. Un personaje que, durante mucho tiempo, no se le ha prestado nada de atención y, de repente, se ha convertido en la quintaesencia y máximo exponente del karate okinawense y, parece ser, el único que ha probado su karate en 'confrontamientos reales'. ¿Quién es Motobu Choki? Descendiente de la familia real de Okinawa, tercer hijo de su familia, por lo que no tuvo derecho a aprender el sistema de karate (llamado 'te' en aquella época) familiar. Según los testimonios, de mal carácter, camorrista y poco educado, pero parte de la realeza okinawense. Por su naturaleza, los maestros de karate de la época no solo no lo aguantaban, si no que realmente tampoco querían enseñarle, ya que era propenso a ir a buscar pelea a los barrios rojos, pero no podían negarse a ello por su origen noble. Por ello, se limitaban a enseñarle lo básico a regañadientes, para cumplir, y poco más, sin atreverse nadie a llevarle la contraria por sus actividades de camorrista al considerarse una falta de respeto.

Ahora, analicemos bien eso de 'confrontamientos reales en los barrios rojos'. Si cualquier persona presume de 'experto en defensa personal con amplia experiencia en el campo', sospecha. ¿Cómo adquiere alguien 'amplia experiencia en la defensa personal' para ser un experto en esto? quiero decir, a cualquiera puede habernos ocurrido algún altercado y haber tenido que defendernos, pero por norma general lo natural es tratar de evitar esos conflictos y, cuando se producen, evitar la confrontación al máximo. Como ya menciono en la publicación de la defensa más allá de las artes marciales, la defensa personal más efectiva es aquella que no se produce, es decir, cualquier día que logramos evitar un enfrentamiento, y en caso de enfrentamiento logramos evitar la agresión, es una defensa personal efectiva. Si una persona 'tiene amplia experiencia en situaciones de defensa personal', ¿no será que, más que defensa personal, esa persona ejerce la agresión ajena?. Imaginemos la situación: Motobu se va al barrio rojo y se para en mitad de la calle. Ojea y tantea el terreno, buscando con quién pelearse. Entonces, un pobre desgraciado, que lo mismo era algún mafiosillo, un cobrador, o lo mismo un mercader o noble medio borracho y que jamás ha soltado un bofetón, cruza miradas con él. Motobu decide que ese tipo le ha provocado y, sin previo aviso, se va hacia él y le suelta la primera hostia. Si te vas al primer desgraciado que te cruces, posiblemente borracho, y le sueltas la primera hostia sin que se la vea venir, está claro que las tornas de ese combate van a ir en tu favor. Pero ni eso es experiencia real, ni es defensa personal, es camorra pura y dura.
Pero vamos a ir más allá, vamos a imaginar que se peleaba con gente más curtida. Con los vigilantes de los locales o con los yakuza de la zona. Para que sea defensa personal, la otra persona debe ser quien intente provocarnos y agredirnos, y nosotros debemos tratar de evitar el altercado y defendernos (lo cual no significa no golpear primero) de su agresión. Pero si él iba al barrio rojo a probar sus habilidades, en muchos casos él sería el instigador de la pelea y buscaría activamente la búsqueda del conflicto, seguramente forzando, precisamente, a la otra persona a defenderse, o provocando un combate, algo muy diferente de una defensa personal. Incluso mirándolo desde esta perspectiva, al final toda la leyenda de Motobu encaja más o en la vida de un simple matón frustrado que golpeaba a cualquier desgraciado y se creía fuerte o, en su defecto, en la de alguien cuyo karate, en el mejor de los casos, es equiparable al de un luchador de MMA, kenka karate que lo llamaban, karate callejero, nada que ver con el karate para la defensa personal de Okinawa del que tanto se enorgullecen muchos de los que, hoy día, ensalzan la figura de Motobu.

Respecto al supuesto enfrentamiento entre Motobu y Funakoshi, ya la mayoría conoce la versión en la cual Motobu aparece en la escuela de Funakoshi, le reta y, sin que Funakoshi pueda evitarlo, Motobu le hace tres derribos de kotegaeshi y se marcha triunfante. Ok, pues esta es una de las al menos tres versiones que hay sobre esta historia. Y esta versión tiene, como único respaldo y fuente, la autobiografía de Motobu Choki. Es decir, esta maravillosa versión en la cual Motobu levanta la liebre de lo mal karateka que es Funakoshi y sale triunfal de la escuela consta únicamente en un libro escrito por el propio Motobu.

Otra versión de este mismo encuentro dice que Motobu estaba haciéndole preguntas a Funakoshi sobre cómo se defendería de un puñetazo y, cuando Funakoshi fue a mostrárselo, Motobu, de improviso, realizó la proyección, de forma sucia y bajuna.

Pero una versión que parece ser más creíble, básicamente porque es la versión contada por una tercera persona presente, Otsuka Hironori, fundador de Wadō-ryū, estudiante de Funakoshi Y uno de los que ayudó y apoyó a Motobu a establecerse en Japón, es decir, alguien ajeno e imparcial a ambas personas. Otsuka cuenta que, estando en la escuela de Funakoshi, Motobu apareció junto a un yondan de judō. El judōka agarró firmemente a Funakoshi de las solapas y Motobu le dijo 'Tan orgulloso que estás de tu kata básico, venga, libérate de este agarre, a ver qué utilidad tienen'. Sobra decir que un judōka joven, con un agarre firme y asentado, a un Funakoshi ya mayor, las probabilidades estaban en contra del viejo maestro. No hay que ser un genio para saber que es bastante difícil liberarse de un agarre fuerte, finalizado y consolidado. Aún así, Funakoshi intentó liberarse, tras lo cual fue alzado y lanzado por el judōka. Tras esto, se le preguntó a Otsuka si quería probar suerte, el cual con su trasfondo de jujutsu se ocupó sin dificultad del duelo.

Pero, incluso si la primera versión fuese cierta, pongámonos también en contexto: Motobu, miembro de la realeza okinawense. Funakoshi, de buena familia pero un simple profesor. Incluso fuera de Okinawa, la jerarquía entre ambos se mantiene. Y el primero aparece en la escuela del segundo demandando un duelo. Es absolutamente impensable que, incluso su Funakoshi fuese mil veces más fuerte que Motobu, le hubiese vencido, mucho menos dado una paliza. Funakoshi se habría dejado vencer una y otra vez porque habría sido una falta de respeto enorme que él, un simple profesor, diese una tunda a un miembro de la familia real de Okinawa. Y eso era algo que, irremediablemente, Motobu sabía.

Pero quiero llegar mucho más lejos en este tema, ya que esta historia se utiliza como mantra para decir que 'el karate okinawense es más efectivo para la defensa personal que el japonés porque Motobu probó su karate en cientos de combates'. Motobu no fue el único que probó su karate en enfrentamientos reales. Antes y después de él ha habido decenas. Matsumura, Azato e Itosu son tres ejemplos simples, pero si vamos a después de él y en karate japonés, Funakoshi Gigo participó en muchos combates (y sí, es cierto que perdió un combate contra practicantes de Goju-ryū, a raíz del cual comenzó a modificar su karate y a desarrollar el Shōtōkan-ryū) y buscó y probó los mejores métodos de realizar tsukiwaza y uchiwaza en cuerpos reales, buscando y estudiando de qué modos causaban más daños y más lesiones, Kase Taiji trabajó no solo de formador de kumite de la JKA, si no también de guardaespaldas, protegiendo a personalidades de agresiones reales y atentados contra sus vidas, Asai, Enoeda, Egami, Shirai, Aoki... Muchos de ellos, al igual que Motobu, han probado su karate en combates reales. Algunos, formando o siendo parte del ejército durante la II Guerra Mundial, otros, al igual que Motobu, en los barrios rojo, otros en combates entre las universidades con contacto pleno (contacto del estilo de acabar con dos, tres o cuatro dientes menos, en ambulancia al hospital, etc.), sin mencionar el estado del Japón de la post-guerra y la cantidad de asaltos que se producían por la pobreza y carencias que pasaba el país. Motobu no fue el primero ni el último en poner a prueba su karate en situaciones reales, y la mayoría de otros exponentes sí estaban usando su karate como defensa personal, al contrario que él.

domingo, 25 de octubre de 2020

La realidad (y la falsedad) sobre los samurai y los ninja. Parte 2 - Ninja, ¿qué son? ¿dónde y cuando surgen?

Para la primera parte:

La realidad (y la falsedad) sobre sobre los samurai y los ninja. Parte 1 - Samurai, ¿qué son? ¿dónde y cuando surgen?


Si el mundo del samurai ya estaba lleno de mitos, leyendas, misticismos y malconcepciones debido al romanticismo e idolatría de estos guerreros a lo largo de los años, el mundo del ninja, bastante más oscuro y carente de pruebas escritas, manchado por la cultura pop de los 80 y usado por personajes sin escrúpulos para vender su producto (falsas escuelas ninja) y lucrarse, no iba a ser menos.

De las primeras cosas que me gustaría tratar es el nombre en sí y algunas creencias generales de los ninja. Aunque generalmente, y debido a la cultura pop de los 80, se les llama ninja (忍者), el nombre real y completo de este colectivo es shinobi no mono (忍びの者) y se traduce, de forma más o menos sistemática, por 'espía', pues shinobu (忍), aunque tiene como posibles significados 'tolerancia' o 'perseverancia' o 'resistencia', también se utiliza como 'sigilo'. De nuevo, fruto de la cultura pop de los 80, se cree que los shinobi no mono vestían de negro, con capuchas, espadas cortas de hoja recta y que lanzaban estrellas. Todo esto es falso. O parcialmente falso en realidad. Siendo los shinobi no mono espías principalmente, lo ideal para estos sería pasar desapercibidos, por lo que no tiene sentido tener una vestimenta específica y característica que los delate. Los shinobi no mono se vestían como aldeanos, jardineros, cocineros o como cualquier persona normal de la región o zona donde tuviesen que ejercer su trabajo. Tampoco tenían una espada propia y característica. El famoso mito del ninjatō (忍者刀) es eso, un mito. Aunque hay indicios de la existencia de espadas de hoja recta, nada indica que esta espada fuese exclusiva de los samurai, si no que era, simplemente, un tipo de espada más que existía y se usaba en general, posiblemente entre los ashigaru incluso. El shuriken (手裏剣), generalmente identificado como la estrella ninja, es en realidad una técnica ya existente en muchas ryūha (流派, escuelas) de kenjutsu (剣術, esgrima japonesa), incluso en el Heihō Nitenichi-ryū (兵法二天一流) de Miyamoto Musashi, que se basaba en el lanzamiento de la espada, generalmente el wakizashi, como técnica de distracción y sorpresa, no una técnica exclusiva y única de los ninja, deshonrosa e impensable para los samurai. Tampoco eran, principalmente, asesinos. De hecho, hay pocos asesinatos encargados a los shinobi no mono y, de los pocos atribuidos a ellos, se les atribuyen únicamente por las raras condiciones en las que se ha producido la muerte o por carencia de datos escritos de dicha muerte (por ejemplo, la muerte de Uesogi Kenshin se dice que la realizó un shinobi no mono en su baño, pero estudiosos modernos creen que murió de cáncer estomacal, esofágico o de enfermedad cerebrovascular).

Cabe apuntar que, del mismo modo que nosotros, en ocasiones, no conocemos matices y detalles sobre nuestra historia y personajes famosos de nuestro país, en Japón tampoco hay un conocimiento general, por parte del pueblo, amplio sobre la temática ninja (y, en ocasiones, samurai), por lo que incluso allí se ha extendido y popularizado la visión ninja de la cultura pop de los 80, lo cual favorece la perpetuación de ideas y mitos erróneos sobre estos colectivos.

Pero, entonces, si todos estos datos son falsos o medias verdades,

¿Qué son? ¿dónde y cuando surgen los shinobi no mono?

Aunque en ocasiones se atribuye el título de ninja al príncipe semilegendario Yamato Tokeru, del s.IV, porque en el Kojiki se cuenta cómo se disfraza de mujer para matar a dos jefes de la tribu de los Kumaso, son hechos tan remotos que es cuestionable que guarden relación real con los ninja de tiempos más recientes. No es hasta el s.XV que realmente se comienza a entrenar de forma más profesional a los espías. Hay escritos de shinobi, haciendo referencia a agentes de inteligencia, espías, ya durante el Sengoku Jidai. Solían ser mercenarios que se contrataban para recabar información, provocar reyertas, sabotear, expandir rumores y tareas similares.

En general, cualquier persona dedicada al espionaje o enviada como agente doble era catalogada como shinobi, independientemente de que tuviese cualquier tipo de formación marcial, de ocultación, de venenos o de explosivos. La formación marcial no era necesaria y, de hecho, lo realmente considerado ninjutsu (忍術) no era ningún sistema de combate ni de arma de ningún tipo, si no las habilidades de infiltración, de camuflaje y ocultación, de recabar información y de causar reyertas o alzamientos, lo que hoy día se conoce como 'contrainteligencia'. Como shinobi podían ejercer desde trabajadores del castillo hasta un aldeano contratado para ese fin, pasando por samurai o mercenarios con formación más amplia en lucha y otros ámbitos. En ocasiones se usaban prostitutas, enviadas a estados enemigos para ejercer allí, ya que los generales enemigos que acudiesen a usar sus servicios podían irse de la lengua al relajarse hablando con ellas. Otras veces era un jardinero del castillo, que llevaba años tratando de conseguir esa posición. Otras veces era un samurai que había conseguido un cargo entre sus lineas. Y otras, efectivamente, era alguien con formación en infiltración y camuflaje que paseaba por los pasillos como si fuese un sirviente, solo para unas horas después huir sin que nadie le vea, tras haber escuchado furtivamente una conversación privada.

Entre los clanes más conocidos de ninja están el de Koga (甲賀) y el de Iga (伊賀), pertenecientes a las provincias del mismo nombre. Eran dos clanes de mercenarios especializados en infiltración y camuflaje, de los cuales se dice Yagyu Munenori, maestro de esgrima del shogun, era muy cercano al tener su aldea cerca de ambos. Como ya he mencionado, Koga e Iga preparaban ninjas profesionales, especializados en la tarea de obtener información y pasar desapercibidos. También recibían formación marcial, pero su especialidad era el ninjutsu, el espionaje y contrainteligencia. Los diferentes Daimyō hicieron buen uso de estos hasta que Oda Nobunaga atacó y arrasó la aldea de Iga, acabando con los clanes. Algunos de los supervivientes huyeron hacia Tokugawa Ieyasu, el cual los acogió y trató bien, convirtiéndose en parte importante de su ejército y recibiendo el rango de samurai ejerciendo como guardaespaldas, siendo Hattori Hanzo uno de los más famosos y conocidos. Tokugawa también hizo uso de los ninjas de Koga para diferentes tareas, incluyendo algún asesinato y la defensa del castillo de Fushimi durante la Batalla de Sekigahara. Se dice que, tras la victoria de Tokugawa, los ninjas de Iga ejercieron como guardias del interior del castillo de Edo mientras que los de Koga eran guardias de la puerta exterior.

El último testimonio escrito del uso de ninja en batallas fue en 1637 durante la Rebelión de Shimabara, donde Tokugawa Iemitsu usó mercenarios Koga contra rebeldes cristianos liderados por Amakusa Shirō. Ya en el período Edo, con la paz consolidada y el país unificado bajo un único señor, la mayoría de ninja, al igual que los samurai, perdieron su trabajo y tuvieron que dedicarse a otras tareas como médicos, vendedores de medicina, mercaderes, artistas marciales o fabricantes de fuegos de artificio aprovechando sus conocimientos. Otros tuvieron la suerte de ser contratados como guardaespaldas, espías, patrulleros anti incendios, etc. por los diferentes daimyō. Los que tuvieron peor suerte cayeron en el vandalismo, al igual que los samurai, siendo famosos algunos como Fūma Kotarō o Ishikawa Goemon.

A principios del s.XVIII, Tokugawa Yoshimune funda el Oniwaban (御庭番, Guardianes del jardín), un grupo de onmitsu (隠密, encubierto) una agencia de inteligencia y servicio secreto que recababan información sobre los daimyō y gobernantes oficiales. Debido a la tradición del gobierno Tokugawa de usar a los ninjas de Iga y Koga, se cree que el Oniwaban podía estar formado, al menos en parte, por miembros de estos clanes, aunque no hay ningún tipo de información escrita que verifique esta teoría ni nada que certifique un vínculo entre el shinobi y el Oniwaban.

Más allá de esto, lo único que hay son rumores sobre el uso de ninja en los finales del período Tokugawa para espiar a los opositores al shogunato e incluso a los EEUU, pero esto son solo rumores y teorías, no hay certeza escrita y contrastada sobre esto.

Con la información contrastada y verificada presente, podemos afirmar que los ninja ejercían como espías, recabadores de información, propagadores de rumores, tramperos, conocedores de química y farmacología e iniciadores de reyertas principalmente, que en ocasiones puntuales se contrataban mercenarios para cometer asesinatos y que lo que llamaban ninjutsu son las técnicas de infiltración, espionaje, contrainteligencia, trampería, farmacología y sabotaje de la época, elementos con los que la mayoría de ninjas estaban familiarizados, al menos con la infiltración, camuflaje y recabado de información, mientras que algunos, además, también estaban familiarizados con el taijutsu (体術) o bukijutsu (武器術), la lucha cuerpo a cuerpo o con armas. Incluso si ojeamos algunos de los manuales ninja de la época, como el Shoninki (正 忍 記), el Bansenshukai (萬川集海) y el Ninpiden (忍秘傳), descubriremos que ninguno de los pergaminos de estos libros están dedicados al taijutsu o al bukijutsu, si no exclusivamente al espionaje, ocultación, herramientas y similares. Con las pruebas y datos oficiales y certificados que tenemos, se puede afirmar que los ninjas aprendían ninjutsu (infiltración y espionaje) y algunos aprendían taijutsu y bukijutsu, pero esto último no era obligatorio en todos los casos, ni siquiera en los ninja profesionales de Koga e Iga. Si a eso le sumamos que los supervivientes de Koga e Iga se convirtiesen en samurai de Tokugawa, formando y enseñando las técnicas a nuevos samurai que entraban a su cargo, cabe pensar que, al final, las técnicas de ninjutsu que eran exclusivas de Koga e Iga se fuesen diluyendo poco a poco y acabasen formando parte del compendio de bujutsu que aprendían los samurai de Tokugawa, convirtiéndose ambos grupos, samurai y ninja, en uno solo que aprendían un compendio de lecciones comunes de bujutsu (con taijutsu, bukijutsu, heihō [兵法, estrategia], ninjutsu y un largo etcétera). Es posible que, precisamente, en ese momento fuese cuando nació el Oniwaban, cuando los supervivientes de Koga e Iga pierden su identidad específica al mezclarse esta con las enseñanzas internas de los samurai de Tokugawa, naciendo un grupo completamente nuevo de espías e inteligencia.

Como cierre a ambas partes de los artículos creo que podemos concluir que para los samurai no existen cosas como técnicas o armas deshonrosas, al menos hasta bien entrado el período Tokugawa (s.XVII), que su código de honor es algo relativamente moderno que se comenta en el s.XVII por Yamamoto Tsunemoto y Daidōji Yūzan y algunas historias/novelas, con pocas fuentes más, y que no consta escrito hasta el XX por Nitobe Inazō. Que los ninja no son opuestos a los samurai ni hacían cosas que estos no podían, pues muchos samurai ejercían de shinobi, que lo que conocemos por ninjutsu o shinobijutsu era en realidad el espionaje, contrainteligencia y ocultación y que el ninja no necesitaba saber luchar, aunque algunos supiesen hacerlo y tuviesen formación en algún taijutsu. Hoy día, con las pruebas verdaderas y contrastadas que tenemos, podemos afirmar que el ninjutsu no es ningún tipo de lucha y que cualquier persona que enseñe ninjutsu como un arte de lucha con o sin armas no está enseñando ninjutsu, si no otra cosa, efectiva o no, pero otra cosa que no es ninjutsu.

Espero os haya sido útil el artículo en dos partes sobre los samurai y los ninja para esclarecer algunos puntos sobre estos y descubrir algunas falsas concepciones sobre ellos, como la romantización de unos, la apariencia física de otros o la supuesta rivalidad y oposición entre ambos.

jueves, 22 de octubre de 2020

La realidad (y la falsedad) sobre los samurai y los ninja. Parte 1 - Samurai, ¿qué son? ¿dónde y cuando surgen?

 Desde hace ya bastante tiempo, hay mucho debate sobre la temática de los samurai y los ninja, sobre qué son uno y otro, qué los diferencia, son opuestos, etc. Este debate se ha reavivado recientemente y se le han añadido nuevos temas debido a la reciente aparición del videojuego Ghost of Tsushima, que hace una representación (bastante libre) de la invasión mongola a la isla de Tsushima y cómo nuestro protagonista comienza a ignorar las tradiciones de honor y lucha samurai para adoptar posturas más duras y efectivas contra el invasor. En este artículo quiero comentar algunos puntos sobre la realidad, a nivel histórico, de los samurai y los ninja, así como desbancar algunos mitos y malconcepciones que hay sobre ellos. Lo separaré en dos partes, una para los samurai y otra para los ninja, ya que nada más que hablar de uno de ellos da para largo y tendido, más aún si hablamos de los dos. Aún así, intentaré hacerlo lo más breve posible y claro para todos. Sin más dilación, comienzo con la primera parte de este artículo:


Samurai,  ¿qué son? ¿dónde y cuando surgen?

Lo primero que deberíamos tener claro es ¿qué son los samurai? la mayoría de la gente tiende a limitarse a categorizar como 'samurai' a cualquier persona que lleve espada japonesa, generalmente categorizada como katana. La realidad es que 'samurai' (侍) es un título nobiliario. Sí, representa a un tipo de guerrero y sí, es japonés, pero es un título nobiliario. Un punto intermedio entre el soldado raso, ashigaru (足軽), y la aristocracia, kuge (公家). Eran nobles, con poder y riquezas. Evidentemente, dentro de la casta samurai había niveles, y había samurai con menos poder adquisitivo que los mercaderes y muchos tan pobres como los campesinos, pero a donde quiero llegar es que cualquier persona con una espada no era un samurai. Para ser samurai, había que recibir el título, que se representaba simbólicamente por el permiso a llevar el daishō (大小), el kit de espada larga, daitō (大刀), ya fuese uchigatana o katana, y espada corta, shōtō (小刀), ya fuese wakizashi o tantō. Estrictamente hablando, nadie fuera de la casta samurai tenía permiso para llevar ese kit a efectos sociales. Tampoco era necesario ser diestro en la lucha, ni estratega ni nada. A lo largo de la historia de Japón se le ha otorgado el título de samurai a monjes, a extranjeros sin formación en lucha, a políticos y un largo etcétera. De un modo similar a cuando hoy se le otorga el título de 'Sir' a alguien sin que lleve armadura y espada y cabalgue por Inglaterra.

Pero, entonces, ¿cómo se llaman todos esos guerreros con sus espadas, lanzas y arcos que había en Japón cuando no eran samurai? Mientras que samurai es una palabra que hace referencia a una clase social, que realmente no tiene traducción directa en nuestro idioma si nos limitamos a ese significado de casta, la palabra japonesa para guerrero es bushi (武士). Se pueden usar varias más para referirse a un guerrero, como senshi (戦士), bugeika (武芸家) o budōka (武闘家), la cual no debemos confundir con budōka (武道家) aunque tengan significados similares, pero en general y simplificando podemos limitarnos a bushi como término estándar para guerrero. De este modo, los yamabushi (山伏) o ascetas de la montaña eran bushi, pero no samurai. Una persona que practicase artes marciales de cualquier tipo, fuese noble o lacayo, sin vinculación a la casta samurai, era bushi pero no samurai. Muchos rōnin (浪人) eran bushi, pero no samurai. Todos estos eran guerreros, pero no eran samurai ni tenían derecho a portar el daishō. Del mismo modo podía darse al revés y, como he dicho, había personas que recibían el título de samurai pero no eran bushi al no tener formación en lucha como podían ser monjes, políticos e incluso extranjeros. Estos no eran guerreros, pero sí eran samurai y tenían derecho a portar el daishō, o al menos la espada corta, generalmente un tantō

¿Confuso? sí, un poco. Simplificándolo todo, como digo al principio, samurai es un título nobiliario que podía recibir cualquier persona, aunque generalmente se otorgaba a guerreros a cargo de un daimyō o se heredaba, que pertenecían a la nobleza y disfrutan de privilegios sociales, fiscales y políticos, a pesar de que hubiese samurai tan pobres como campesinos. Pero cualquier guerrero no es un samurai.

Entonces, ¿cuándo aparece el samurai?

La concepción actual del samurai es, en realidad, bastante moderna (menos de 500 años) y tiene muchísimos cambios a lo largo de la historia a medida que cambiaban las épocas y tiempos en Japón. El samurai comienza a aparecer como concepto alrededor del siglo VII-IX (Período Heian) cuando la corte imperial, buscando suprimir rebeliones y grupos que se oponían al gobierno en regiones lejanas de la capital (los emishi), comenzó a mandar representantes militares de la corte a dichas regiones bajo el nombre de ei'i-taishōgun (征夷大将軍). Estos representantes comenzaron a hacer uso, cada vez más, de poderosos clanes locales que se habían formado en las regiones, diestros en arquería y lucha a caballo.

Poco a poco, los clanes poderosos alrededor de Kyoto, capital imperial de la época, fueron asumiendo más y más poder, tomando posiciones políticas y como magistrados y tomando control sobre terrenos, imponiendo impuestos y pagos a los campesinos para enriquecerse o pagar deudas, impuestos que en ocasiones no podían pagar, provocando que los campesinos perdiesen sus terrenos. Muchos de estos clanes surgieron como grupos de campesinos que se unían para oponerse a los cobradores de impuestos, acumulando armamento y recursos, posteriormente uniéndose a otros clanes para defenderse de clanes más poderosos y así sucesivamente. Aunque al principio eran herramientas del emperador y la nobleza, mediante alianzas y respaldo político, recursos y aumento en su número consiguieron el primer gobierno samurai (la palabra viene de 'saburau', un término que hacía referencia a 'aquellos que servían a la nobleza', a pesar de que acaban siendo una casta social en sí misma y gobernantes del país). A medida que se hacían más poderosos, los líderes de estos clanes comenzaron a ser descendientes del emperador y representantes menores de los clanes Taira, Minamoto o Fujiwara. El mandato era temporal, de 4 años, pero los gobernantes, pasado el tiempo, se negaron a volver a Kyoto y su cargo acabó siendo heredado por sus hijos. Tras finalizar la guerra Genpei (1180-1185), con la victoria de Minamoto no Yoritomo, este recibió el derecho de nombrar shugo (守護, gobernador militar) y jitō (地頭, lugarteniente general), así como el poder de organizar policía y ejército y de cobrar ciertos impuestos. Originalmente, la labor de estos clanes labor era suprimir rebeliones y tomar provisiones militares, teniendo prohibido interferir en asuntos oficiales, pero poco a poco sus responsabilidades se extendieron, volviéndose la casta samurai el poder político gobernante en Japón.

Ya en el período Kamakura (1185-1333) estaba establecido el mandato del Shogun, quedando el emperador como una figura simbólica, y se dio el alzamiento como clase de los samurai al ser catalogados 'guardianes de la seguridad de los estados' y modelos a seguir de guerreros y ciudadanos. En esta época, el budismo zen comenzó a ser popular entre los samurai, comenzando a moldear sus ideales y conducta, principalmente superar el miedo a la muerte o a matar y buena parte de su desarrollo interno en busca del Satori, del mismo modo que buena parte de la mentalidad social estuvo moldeada por el confucionismo y el taoismo, hasta el punto de que hoy día la sociedad japonesa mantiene un patrón de conducta jerárquico a todos los niveles (marcial, escolar, laboral e incluso social en ocasiones) que proviene de estas enseñanzas. De este modo, por la influencia del zen, los samurai comenzarán a estudiar diversos textos y meditar, pero aún queda tiempo para que se dediquen de pleno y por costumbre a artes como el shodō, la pintura, la escritura de haiku o similares.

En 1274 se produce la primera invasión mongola a Japón, empezando en la isla de Tsushima. En esta época, aún se dista mucho del modelo de samurai que conocemos hoy día, culto y espiritual que busca el desarrollo interior. Del mismo modo, la katana que conocemos hoy día no existía aún. La espada usada en aquel entonces era el tachi (太刀), una espada bastante grande, pensada para usar a caballo, y pesada, además de tener una hoja poco flexible que se rompía y mellaba con facilidad. Lo difícil que era usar estas espadas a pie, junto a lo pesadas que eran y la rigidez de sus hojas fueron determinantes en la derrota, a nivel bélico, que los japoneses sufrieron contra los mongoles, pues las hojas de las armas japonesas (espadas y lanzas) no eran capaces de atravesar el cuero de las armaduras mongolas.

Tras ser expulsados los mongoles por un tifón que destruyó su flota y buena parte de su ejército, los samurai revisan toda su estrategia militar y armamentística, comenzando en este momento el método de herrería usando hierro laminado (ya usado en Europa y el Mediterraneo desde 2000 años atrás) en el que se alternan láminas de hierro duro y blando reforzado por una espina resistente y flexible que perfeccionarían en el s.XIV dando lugar a la icónica katana. Es en este período, posterior a la primera invasión de los mongoles, que los samurai ven el inicio de lo que posteriormente sería el guerrero letrado, estudioso y dedicado a las artes, pues hasta ahora su dedicación era la guerra. Aún así, tras repeler por segunda vez a los mongoles en 1281, comienza a producirse una 'relajación moral' entre los clanes samurai, siendo comunes las invasiones de unos a otros para ocupar sus terrenos. Todo esto desembocaría en el Sengoku Jidai (戦国時), la Era de los Estados en Guerra (1467-1615).

Una de las características de este período fue que la escalada social era relativamente sencilla, dándose muchos casos de personas nacidas en diferentes estratos sociales, ganándose un nombre como guerreros y convirtiéndose en samurai de facto. Uno de los ejemplos más claros de esto es Toyotomi Hideyoshi, que era un campesino, pasó a convertirse en uno de los generales de Oda Nobunaga y acabó siendo Daimyō. Es en esta época donde hay más evolución en las costumbres, estudios y prácticas de los samurai hacia lo que hoy día conocemos y concebimos como tal, parte de ellos introducidos por Oda Nobunaga, sobre todo a nivel militar. Comienzan a usarse términos como 'ser un auténtico samurai' o 'comportarse como un samurai', pero realmente no hay nada oficialmente establecido como la actitud o código de un samurai. Aún no se han escrito obras como el Hagakure (葉隠) o su contemporáneo el Budō Shoshin-shū (武道初心集), que datan del s.XVIII y son los máximos exponentes de la ética y moral samurai. Al final, lo que se consideraba una auténtica ética samurai variaba mucho de una persona a otra, de un señor feudal a otro e incluso de una región a otra, dependiendo de las necesidades específicas del señor feudal y lo que este valorase. Contra creencia popular, durante este período se generaliza el uso de cañones y arcabuces y, como enseña El arte de la guerra, uno de los textos estudiados en la época, el engaño y las artimañas eran comunes en esta época. Akechi Mitsuhide traicionó a Oda Nobunaga. Este último atacó templos budistas en los que se refugiaban monjes guerreros rebeldes que se oponían al gobierno, ignorando la ley de acogimiento a sagrado que tenían. Los estilos de lucha contaban con cientos de técnicas que hoy se catalogan como 'sucias'. Remates a enemigos caídos, lanzamientos de espada o de tierra, técnicas de distracción y otras mil cosas que se catalogan de 'poco honorables'. Algunos estilos de esgrima eran tan brutales, como el Jigen-ryū (示現流), que los cuerpos de las víctimas de los practicantes se encontraban en los campos de batalla partidos del hombro a la cadera, a pesar de la armadura. Los kata de esta escuela carecen de saludos iniciales y finales, dando a entender que provienen de una época donde el que está delante es un enemigo y nada más, alguien a quien eliminar, sin protocolos ni moralismos, fin.

En 1586, Toyotomi Hideyoshi sube al poder y comienza una reforma social completa. Prohibe la escala social, de modo que los campesinos no podían pasar a ser samurai y los samurai, por pobres que fuesen, no podían pasar a ser campesinos, de modo que el rango de samurai se vuelve hereditario (a pesar de que alguien podía ser nombrado samurai por el shogun, como es el caso de William Adams o los Shinsengumi) . Obliga a los samurai a abandonar sus hogares para mudarse a las ciudades-castillo y prohibe la movilidad por el país salvo que se tenga permiso específico para ello, favoreciendo cierta estabilidad en todos los niveles, militar, social y económico. En esta época, la diferencia entre samurai y no-samurai era tan fina que casi cualquier campesino varón pertenecía a alguna organización militar. Las únicas familias samurai que quedaron autorizadas después del s.XVII fueron aquellas que siguieron a Oda, Toyotomi y Tokugawa.

Tras finalizar el Sengoku Jidai en 1615, se establece un período de paz que durará hasta el final de período Tokugawa en 1868, la casta samurai pierde su razón de ser. Nacida por y para el confrontamiento bélico, una vez unificado Japón bajo un único señor, sin guerras, miles de samurai se quedan sin trabajo. En este momento, comienza una modificación de todo lo que implica ser samurai, convirtiéndose principalmente en sirvientes del Daimyō y cargos públicos. Servían en el castillo, ejercían de guardias, llevaban las cuentas, se convirtieron en instructores de lucha y similares. Una vez estos puestos, junto con los de gobernadores de regiones y otros puestos políticos, estaban cubiertos, el resto de samurai provenientes del Sengoku Jidai (que podían ser perfectamente el 90%) quedaron sin trabajo, muchos de ellos limitándose a crear escuelas de lucha en ciudades y regiones lejanas, otros buscaban empleos como buenamente podían y, finalmente, los que peor suerte tenían, caían en el mundo de los bajos fondos y la delincuencia.

Es en esta época de paz, reforma e introspección que la casta samurai comienza a ser lo que hoy día concebimos como samurai. Aunque el estudio de Confucio y El arte de la guerra, entre algunos otros clásicos, ya se daban desde antes, es ahora cuando se profundiza en todo el zen, los haiku, el shodō, el desarrollo personal y el entrenamiento para alcanzar la iluminación y el summun de la técnica. Es ahora cuando comienza a surgir, aunque levemente, la idea de Budō (武道) frente al bujutsu (武術). Aún era importante la práctica por la efectividad, pues se daban duelos, torneos, además de asaltos de bandidos en los caminos y similares, pero es aquí donde los samurai, por un lado, abandonan las vías de la guerra para comenzar a adoptar, por otro, un camino más introspectivo y espiritual. De hecho, algunas de las grandes obras del período, como el Hagakure mencionado anteriormente, así como historias y novelas de la época, hablarán de los tiempos de guerra con nostalgia y como envidiables, maldiciendo esa época de paz y 'afeminamiento' que le ha tocado vivir al samurai. Es en esta época también donde comienzan a dejarse de lado muchas técnicas de las ryū-ha por considerarse demasiado violentas, toscas o poco atractivas, favoreciéndose modos de combate más 'deportivos' (honorables) y criticándose ciertas actitudes, como podían ser lanzar tierra a los ojos o similares. Pero hasta esta época, durante el Sengoku Jidai o incluso en la época de Miyamoto Musashi, una de las figuras clave y más admiradas en lo referente a los samurai, absolutamente todo valía en el combate, incluso atacar a tu rival desprevenido y sin previo saludo (de hecho, así gana Musashi su primer duelo siendo un niño). No existía nada así como el 'duelo honorable' o las 'técnicas deshonrosas' hasta bien asentado el período Tokugawa. Aún así, cabe apuntar que, como todo, sigue siendo una visión idealizada y romántica del samurai el pensar que en esta época eran todo honorables y benevolentes, pues como en todas partes existían samurai corruptos, crueles, explotadores y abusadores que ascendían a posiciones de poder mediante engaños y pisoteando a otros. Como ya he mencionado, realmente no existía un código común de conducta del samurai y hacer alusión a este era algo bastante ambiguo y libre a interpretación.

A pesar de esto, realmente, no hay indicios de ningún texto que hable sobre el famoso Bushidō (武士道) ni de las 7 virtudes de los samurai. Más aún, incluso el mismo Hagakure pasó bastante desapercibido hasta que, ya en la era Meiji (1868-1912), se usó como herramienta política para favorecer el nacionalismo japonés frente a las demás naciones, sobre todo tras la derrota en la Segunda Guerra Mundial. No es hasta 1900 que Nitobe Inazo escribe, en EEUU, un libro llamado 'Bushidō: The soul of Japan' que ilustra las supuestas virtudes del samurai y el código de honor de estos y de todo Japón, comparándolo de algún modo con el cristianismo. Es este el primer escrito que consta sobre el Bushidō como tal y las virtudes del samurai, quizá basado y extraído de ideas de textos antiguos e historias, pero hasta ese momento no existía nada de 'las 7 virtudes de los samurai' ni su código de honor, más allá de lo escrito por Yamamoto Tsunemoto y Daidōji Yūzan y algún escrito más.

Podemos resumir, por lo tanto, que samurai (侍) era un título nobiliario otorgado y heredado, que podía o no llevar de la mano el conocimiento de artes de lucha, y que su desarrollo como guerreros cultos, con introspección y mundo interior y honorabilidad comienza en el s.XVII durante los períodos de paz, mientras que anteriormente su principal preocupación era la guerra y ser los mejores en esta y que, hasta bien entrado el período Tokugawa, no había nada como tácticas o técnicas deshonrosas, ni en el combate ni en la guerra.

Como detalle, añadir por lo tanto que, aunque Ghost of Tsushima es un juego bastante bueno, con una trama entretenida y unos paisajes espectaculares, a nivel histórico el juego es extremadamente inexacto, pues los samurai como guerreros honorables no existían en esa época (borrando de golpe toda la base de la trama, que es que el protagonista utiliza 'estrategias deshonrosas' e insinuando que es el surgimiento del primer ninja exclusivamente por esto), la katana no existía en aquel entonces (usaban el tachi, y no era el arma principal del samurai, si no el arco y la lanza) y, además, el tachi era ineficaz contra las armaduras mongolas, una de las cosas que desencadeno la derrota de los samurai en dicha invasión.

Y con esto finaliza la primera parte sobre este artículo. La segunda parte, sobre los ninja, la tendréis disponible en el siguiente artículo. Espero os haya gustado y haya resuelto algunas dudas sobre el concepto de samurai y su código de honor.

domingo, 12 de julio de 2020

La realidad (y la falsedad) de la defensa personal. 5- La defensa más allá de las artes marciales.

Si quieres leer las partes anteriores del artículo:

3: Técnica VS Principio.
4: La defensa personal y el combate.

5- La defensa más allá de las artes marciales

¿Recordáis ese vídeo que puse por allá por la parte 1 con varios ejercicios situacionales y que, al final, comentaba que no todo era malo en el vídeo y que la parte final me sería útil? bueno, pues aquí es donde encaja todo eso que se comenta al final de dicho vídeo. Seguramente esta sea la parte más importante y que más hace falta trabajar en todo el tema de la defensa personal y la que menos atención suele recibir. ¿Por qué? pues porque es aburrida, desmotivadora todo lo contrario a lo que solemos querer que, básicamente, es soltar hostias. Aquí vamos a hablar de todo lo que gira en torno a la defensa personal pero que, en realidad, no está tan estrechamente ni directamente relacionado con las artes marciales, o al menos no en su aspecto más físico y técnico.

Lo primero y más importante que debemos tener en cuenta es que 'defensa personal' es un término legal. Sí, tal cual. Dependiendo del país en el que estés, 'defensa personal' significará una cosa u otra y se aplicará de un modo u otro. En algunos, disparar con un rifle a un desconocido que entra en tu jardín es defensa personal. En otros, dar un puñetazo a una persona cabeza y media más pequeña que tú que ha intentado pegarte previamente no se considera defensa personal. Y, entre esos dos extremos hay un millón más de variables, contextos, agravantes y atenuantes que se basan simple y llanamente en la concepción legal del término según el país en que nos encontremos. Quizá, si realmente queremos aprender defensa personal, deberíamos informarnos veraz, lícita y correctamente sobre que entiende y cómo concibe la legislación de nuestro país el concepto de 'defensa personal', evitando bulos, leyendas urbanas y otra serie de historias muy comunes en este ámbito (mitos como el de 'saber artes marciales cuando te defiendes te lo juzgan como si usases un arma blanca' en España, muy desmentidos y explicados pero que siguen rulando, usándose y comentándose en estos círculos). De hecho, para enseñar defensa personal debería ser obligatorio informarnos sobre esto. No son raras aplicaciones de, por ejemplo, defensa contra cuchillo que terminan con algo tipo 'y le arrebatas el cuchillo y le haces 7 cortes y 4 puñaladas, porque como quería matarte pues es defensa personal'. Bueno, quizá la legislación de tu país no opina igual y, aunque está claro que salvar tu vida es prioritario, también debemos ser conscientes de lo que hacemos y minimizar nuestro riesgo y daño no sólo a nivel físico, si no también a nivel legal.

El segundo punto importante en este apartado es que la defensa personal más efectiva es aquella que no se produce. ¿Qué significa esto? pues, en realidad, es el sentido más literal. Cada día que salimos a la calle, nos relacionamos con otras personas y/o nos cruzamos por desconocidos o tomamos según qué trayectos y no tenemos un percance o altercado, hemos realizado una defensa personal efectiva. Si queremos volver a casa y tenemos opción de elegir un trayecto con cierta fama de conflictivo u otro trayecto generalmente más tranquilo o seguro y elegimos el segundo, hemos realizado una defensa personal efectiva. Si vamos por la calle y vemos venir de frente una persona que sabemos o sospechamos puede ser conflictiva y cambiamos de acera o, directamente, cambiamos el camino para ahorrarnos la mera posibilidad de que se produzca el encuentro, hemos realizado una defensa personal efectiva. Si nos encara un sujeto, con o sin arma, pidiéndonos dinero, o un reloj o cualquier cosa, se lo damos y el sujeto se marcha y nosotros quedamos sin un rasguño, hemos realizado una defensa personal efectiva. Evidentemente, pueden darse situaciones en que no podamos evitar el conflicto. Quizá el agresor no se conforma con lo que le damos y, aunque no tengamos más, piensa que le mentimos y se ponga violento. O quizá, si somos una mujer, el agresor no busca bienes materiales y ha conseguido arrastrarnos de algún modo a un entorno sin salida sin confrontación. Pero, en la mayoría de los casos, nuestra actitud preventiva va a ser suficiente para realizar una defensa personal efectiva. En los tiempos actuales, la mayoría de personas (sobre todo varones) que viven en regiones civilizadas serán capaces de pasar todo su periodo vital sin necesidad alguna de recurrir a la lucha para defenderse o evitar una agresión. Siendo eso así, se hace evidente que si además, de forma activa y consciente, tratamos de ejercitar la prevención y evitar por nosotros mismos cualquier situación que vaya a requerirnos enfrentarnos a alguien, nos convertiremos en auténticos maestros de la defensa personal, incluso si jamás hemos adquirido entrenamiento alguno en técnicas de lucha.

El tercer punto a mencionar es el asunto de la condición física en la defensa personal. Son habituales comentarios como 'aquí enseñamos a defenderte de forma rápida y efectiva y sin necesidad de tener forma física ni ser un atleta' junto a otras tantas variantes. Es interesante que muchísimas veces esa clase de comentarios estén acompañados luego de aplicaciones de defensa que finalizan con 'y después de esto te vas corriendo'. Quienes afirman ese tipo de cosas, quizá, nunca han pegado una carrerita corta, breve, para coger el autobús o conseguir cruzar un semáforo antes de que cruce. Yo me he pegado esas carreras, tanto estando en forma como sin forma. Creedme, para pegarte una carrera, más aún si es para 'correr por tu vida', hace falta estar en forma. También hace falta estar en forma para encarar el enfrentamiento, porque lo mismo conseguimos resolver la situación con un golpe, un derribo o un control, pero lo mismo la situación se prolonga y lo que va a determinar que podamos defendernos durante el tiempo suficiente es tener una forma física decente. También, si aplicamos el famoso consejo de 'simplemente corre' (un consejo, generalmente, pésimo, por cierto), sería ideal ser conscientes de que existe la posibilidad de que el oponente corra más o aguante más corriendo que nosotros. Imaginad la situación, echas a correr y, como careces de forma física, 3, 4 calles más adelante estás agotado, sin aire y tu agresor te ha alcanzado y está fresco, y ahora tienes que enfrentarte al conflicto físico sin tener una pizca de energía. Sí, cuesta imaginarse un panorama peor.

El cuarto punto que quiero mencionar tiene cierta relación con la primera parte de este artículo, pues es el tema de que la defensa personal requiere sacrificio. ¿Qué quiere decir esto? que, por mucho que intenten vendernos 'sistemas mágicos, modernos o antiguos, que en pocos meses nos otorgan los conocimientos necesarios para defendernos de cualquier agresor con técnicas supremas' todo es mentira. Aprender a defenderse requiere sacrificio porque requiere entrenamiento, mucho. Requiere dedicarle horas, semana tras semana, a trabajar las técnicas, aprenderlas, interiorizarlas, usarlas con compañeros, en diferentes contextos, asimilar los fundamentos, hacer combate, sudar, sufrir, recuperarse, frustrarse, desmotivarse, seguir adelante. Horas, días, semanas y años. Requiere dejar de hacer otras cosas, como estar en casa, ver películas, jugar videojuegos, salir de fiesta, ir a la playa y mil cosas más que el resto de personas hace, ya sea porque 'a esa hora tengo que entrenar' o porque 'mañana entreno y necesito estar fresco'. Por eso, si tu objetivo es la defensa personal de verdad, hay que ser consciente de esto y no dejarnos ilusionar ni engañar por ese tipo de eslogan que nos promete ser los nuevos Jason Bourne sin necesidad alguna de sacrificio y esfuerzo. Ese camino requiere muchísimo tiempo, muchísima dedicación y muchísima prioridad, y quien afirme lo contrario es un mentiroso.

El quinto punto es lo que engloba la conciencia espacial y ambiental en el pre, durante y post conflicto. Cuando nos vemos inmersos o percibimos que vamos a vernos metidos en una situación de defensa personal, no solo tenemos que prestar atención a la amenaza potencial directa (el agresor en este caso), hay que ser capaz de prestar atención a posibles acompañantes que no se hayan evidenciado, a personas que por el mero placer de hacerlo quieran o puedan meterse al conflicto, elementos inanimados (paredes, muebles, columnas, escalones, objetos varios...) que podrían servirnos como herramientas o afectarnos en nuestro intento de defendernos, posibles vías de escape y sus accesos... y un sinfín más de cosas. Todo esto es, también casi tan importante o más que todas las técnicas que practiquemos, ya que si vamos a defendernos y al dar el primer paso tropezamos con una maceta y vamos al suelo pues, seguramente, ya se acabe ahí la película. También, si el agresor va a iniciar su acción y de algún modo somos capaces de hacer que algún mobiliario le entorpezca y tropiece y, mientras, nosotros tomar una vía de escape y perdernos de su rango y vista, pues nos hemos ahorrado cualquier consecuencia del enfrentamiento. Debemos trabajar mucho la conciencia espacial y ambiental si queremos, realmente, trabajar la defensa personal efectiva, lo cual no significa vivir como un paranoico siempre pensando que nos van a agredir y siempre buscando una posición que nos facilite la huida.

El sexto punto tiene que ver con la desescalada de conflictos, que básicamente hace referencia cuando ya el posible agresor se nos ha encarado un poco y, aunque no hay un conflicto real, sí puede haber cierto enfrentamiento. El modo en que usemos el lenguaje, cómo nos comuniquemos con él y qué le digamos, puede permitirnos poco a poco realizar una desescalada que simplemente finalice con la situación de un modo natural y sencillo sin mayores consecuencias. Un ejemplo sencillo es la típica situación en la cual dos personas se cruzan por la calle y, accidentalmente, sus hombros se chocan (o, incluso, uno de ellos voluntariamente provoca el choque para generar el conflicto) y uno de ellos reacciona con comentarios como 'Eh, cap*llo, mira por donde vas'. Con respuestas y tonos sinceros como 'tienes razón, ha sido culpa mía, tendré más cuidado' puede producirse una bajada de la tensión de la situación que haga que la otra persona acabe perdiendo la actitud agresiva y el conflicto se resuelta 'por sí mismo'. Seguramente sea uno de los puntos más difíciles de trabajar, ya que nos cuesta reaccionar de forma tranquila y serena ante quien se comporta de manera hostil hacia nosotros.

El séptimo punto guarda relación con el anterior y es el lenguaje corporal. Da igual que le digamos al agresor 'tienes razón, ha sido culpa mía, tendré más cuidado' si le estamos mirando de mala manera o si adoptamos una postura corporal hostil. Debemos trabajar nuestro lenguaje corporal de modo que no sea tan solemne y pasivo como para que envalentone y crezca al agresor, pero tampoco tan activo y agresivo como para que este sienta la necesidad de enfrentarse o defenderse de nosotros. Es otro trabajo muy complicado. En ocasiones, actitudes como alzar ambas manos a los lados de nuestra cabeza suele manifestar una actitud pasiva, 'no quiero problemas, no busco conflicto'. Retroceder suele envalentonar o crecer al agresor, por lo que quizá sería más conveniente tratar de mantener nuestra posición. La idea es que el mensaje que reciba el agresor sea 'ni quiero ni busco problemas ni conflictos, pero no tengo miedo ni dudaré en defenderme si me veo obligado' sin tener que decírselo, ya que este mensaje de forma oral suele resultar provocador. Que nuestro lenguaje corporal convenza al agresor de que es mejor dejarlo estar mientras nuestra expresión oral, como he mencionado anteriormente, apoya y reafirma este mensaje y nuestro deseo de no pelear.

El octavo punto hace referencia a la asunción de que nuestro oponente no sabrá luchar, será claramente afectado por una técnica distractoria, correrá menos que nosotros, quedará incapacitado con nuestra técnica de forma evidente. Cada día es más común la gente que practica artes marciales y deportes de contacto, y es evidente que hay mucha gente que los practica, precisamente, con la intención de usarlos de forma maliciosa y para ganar ventaja en reyertas callejeras o buscando camorra. No sólo eso, si no que una persona que jamás ha recibido entrenamiento en AAMM o DDCC pero que ha dedicado buena temporada de su vida a, simplemente, pelearse en las calles y similares tendrá un rodaje, dureza y habilidad basados en la experiencia que posiblemente le harán ser todo un reto para la mayoría de artistas marciales cuya única experiencia es en el dojo o gimnasio. Basar los entrenamientos y trabajos en la premisa de que nuestro oponente no sabrá luchar, en el sentido de saber artes marciales, puede ser muy contraproducente. Del mismo modo, asumir que nuestra técnica lo dejará KO y relajarnos al acabarla es un gran error, ya que como hemos mencionado no existen las técnicas definitivas que nos garanticen el resultado, de ninguna de las maneras. Lo mismo ocurre con el pensamiento de que puedan o no llevar armas o tener o no compañeros que le ayuden. Si nos vemos en un inminente conflicto, debemos tener absolutamente siempre la mentalidad de que nuestro agresor sabrá luchar mejor que nosotros, será más fuerte que nosotros, tendrá más resistencia que nosotros, correrá más rápido que nosotros, tendrá una o varias armas escondidas y tendrá uno o varios amigos que le ayuden si tiene dificultades. Debemos actuar mentalizados de que estamos en la peor situación posible y actuar manteniendo el estado de alerta ante la peor situación posible, de modo que nada nos pille desprevenidos ni bajemos la guardia, porque la realidad es que nunca sabemos si realmente va a ser ese el caso. Y, como vamos a asumir que cualquier agresor potencial o inminente va a ser mejor en absolutamente todo que nosotros, va a tener armas y amigos para ayudarlo, va a ser también por lo que vamos a evitar el conflicto por todos los medios necesarios como se menciona en el segundo punto. Practicar artes marciales no nos hace invencibles ni nos convierte en superhéroes y cualquier persona, sepa o no luchar, puede tumbarnos con un buen golpe, o matarnos con cualquier arma.


Como cierre para este artículo, quiero hacer un breve resumen-recopilatorio-recordatorio de las cosas que debemos tener en cuenta a la hora de elegir un sistema cuando pensemos en la defensa personal y a qué debemos dar prioridad en este ámbito:

1- Las técnicas/sistemas/estilos definitivos no existen. Los puntos sensibles mágicos, las zonas que golpeas y funciona 100%, sin forma física, sin apenas entrenamiento y sin importar la fuerza de nuestro agresor, etc. no funcionan.

2- Si no somos capaces de encontrar o practicar un sistema realmente completo, es preferible un sistema puramente de striking o uno de puramente grappling a uno de puntos de presión o toques mágicos.

3- Recordemos siempre que la técnica es un medio, no un fin. Cualquier sitio que nos venda que su sistema es efectivo para la defensa personal pero luego absolutamente todo se base en la pureza e inviolabilidad de la técnica, así como el trabajo y entrenamiento de esta, sin más, entonces nos está mintiendo. Un principio vale más que mil técnicas.

4- Literalmente, cualquier sistema con un tipo de combate con contacto, aunque sea restrictivo y reglado, de striking o grappling, es preferible a cualquier sistema con un entrenamiento sin combate de ningún tipo, sólo trabajos colaborativos, situacionales y pasivos. Si no podemos permitirnos un sistema com ambas cosas, elegid aquel que os permita tener combate.

5- La parte más importante de la defensa personal es aquella sin nada que ver con las técnicas. Nuestra prevención y actitud es lo más importante y siempre que salgamos ilesos de cualquier situación, sin importar lo que hayamos rebajado nuestro orgullo o el bien material que hayamos perdido, hemos realizado una defensa personal efectiva.


Eso es todo. Espero que os haya gustado este artículo y que os resulte útil si estáis buscando o en algún momento os animáis a practicar artes marciales desde el prisma de aprender defensa personal.

domingo, 5 de julio de 2020

La realidad (y la falsedad) de la defensa personal. 4- La defensa personal y el combate.

Si quieres leer las partes anteriores del artículo:


4- La defensa personal y el combate

Se ven muchísimos maestros de muchas disciplinas esgrimir argumentos tales como 'en nuestro sistema no trabajamos combate libre y con contacto porque nuestras técnicas son Para-La-Calle™️ y son demasiado peligrosas y si las aplicamos contra un compañero lo dañaríamos o lesionaríamos' o 'no practicamos combate porque esto es una disciplina de defensa personal real™️ no pensada para la competencia y aumentar los egos, y el combate es solo ego'. Incluso existen argumentos como 'no trabajamos combate porque nuestra disciplina es el camino de la paz y la armonía y, por lo tanto, no buscamos luchar si no contener y disipar el deseo agresor del oponente, por lo tanto nosotros no debemos trabajar combate'. Estos son argumentos muy comunes en disciplinas tipo kyushojutsu, Bujinkan, aikido/hapkido, kempo americano, shorinji kenpō, karate okinawense, jujutsu japonés moderno y otros tantos sistemas... Aunque aparecen en muchos sistemas de 'nueva creación', son bastante comunes en sistemas tradicionales bajo la idea de que 'el combate es un invento moderno para subir el ego en competencias y las técnicas verdaderamente útiles para la defensa personal no pueden aplicarse en combate y en entornos no colaborativos porque buscan incapacitar y lesionar gravemente al agresor, por lo tanto no podemos hacérselas a un compañero'. Bueno, seré claro y conciso: todo esto son estupideces.

Sobre todo con el reciente auge de sistemas como las MMA donde se permiten gran amplitud de técnicas se ha demostrado no solo que la mayoría de técnicas existentes pueden aplicarse en entornos combativos y no colaborativos si no que muchísimas de las técnicas e ideas que se tenían de qué cosas funcionaban o no para defenderse de verdad han quedado evidentemente desbancadas y desmentidas. No es raro que que los sistemas tradicionales critiquen muchísimo la MMA, tachándola de lucha de egos, de barbarie y, como suele pasar con los sistemas de contacto pleno deportivo, de ser inefectivo porque 'es una competencia'. Aunque en alguno de sus argumentos pueda haber parte de razón, pretender desprestigiar las competiciones deportivas con contacto como si fuesen algo nuevo para subir el ego es una absurdez, ya que ya antiguamente existían torneos de lucha tanto en China como en Japón, tanto de sistemas de grappling como de lucha con armas e incluso de golpeos. En Okinawa tienen cierta fama ciertas zonas, plazas y tal, donde los antiguos maestros de Ryukyu kenpō se encontraban para enfrentarse en combates que solían ser duros y crudos, con contacto real y sin protecciones hasta una época más avanzada.

El combate con contacto ha sido un método no solo de probar las técnicas entrenadas y practicadas para comprobar su efectividad, si no también un método de, a nivel personal, enfrentarse a la situación de estrés de tener frente a ti a alguien que quiere agredirte (aunque se usen protecciones), que cuando te golpee va a hacerlo con contundencia (aunque sea sparring light) y que va a intentar romperte y someterte mientras que va a buscar que tú no se lo hagas a él. Es un método de enfrentarse a ese miedo, al temor a ser golpeados y a aprender que los golpes duelen bastante menos de lo que pensamos, que es más el miedo que les tenemos que el daño que realmente hacen. Es un elemento necesario y obligatorio tanto para la parte física, el usar activamente las técnicas en contexto de no colaboración y oposición, como por la parte mental, buscar acostumbrarnos y acercarnos lo más posible a ese contexto en el cual alguien quiere dañarnos y nosotros debemos responder, defendernos y finalizarlo.

Prácticamente cualquier técnica se puede trabajar, desde puños, patadas y rodillas hasta cualquier tipo de proyección, luxación y control ya sea desde el pie o en el suelo, pasando por cualquier técnica tipo 'golpe a los testículos™️', porque hoy día tenemos protecciones para absolutamente todo. Tenemos guantillas (preferibles a guantes si hablamos de un entrenamiento más realista), tibiales, cascos, coquillas... En general, para buscar un trabajo lo más libre posible no es necesario mucho más. Con ese equipamiento y un suelo relativamente blando para evitar lesionarnos con caídas podemos trabajar combate a contacto light, moderado e incluso contacto duro (aunque no es necesario realmente) sin problemas, y podemos trabajar absolutamente cualquier tipo de técnicas. ¿Que no puedes trabajar el meter un dedo en el ojo? bueno, puedes trabajar absolutamente todo lo que implica ese gesto sin llegar a clavarle el dedo. Incluso, si tienes confianza con tu compañero y queréis, si estáis haciendo grappling, podéis incluso probar el hecho directo de meter el dedo en el ojo con suavidad e ir ejerciendo presión hasta que él pida que pares, igual que con luxaciones o estrangulaciones. Como poderse, se puede hacer. Y el único motivo que se me ocurre para no practicar combate y ejercicios de resistencia y no colaboración es que, en realidad, sabes que lo que entrenas sólo funciona en ese contexto en el cual la otra persona se deja hacer.

¿Significa esto que deberían dejarse los entrenamientos situaciones y contextuales y trabajos colaborativos, que como se ha dicho anteriormente no son suficientes, y limitarse a trabajar combate?

Para nada, todo lo contrario. Como ya he mencionado, las técnicas y entrenamientos situacionales son un medio para un fin, y ese fin es este. Primero aprendes el modo de hacer algo, la técnica. Luego vas trabajándola en un entorno colaborador y situacional para aprender cual es la dinámica de esa técnica con respecto al entorno (oponente, alrededores, etc.). Después se pasa a realizar el mismo trabajo situacional pero sin colaboración, con un oponente activo y que busque impedirte que realices la técnica o golpearle y realizarte cualquier otra a ti, o golpearte o lo que sea. Finalmente, se hace un trabajo de combate libre, con contacto y sin colaboración para aprender a reaccionar y usar esas técnicas cuando el contexto en el que se usan llegan sin preveerlo, teniendo que estar atento a mil cosas, no únicamente a esa técnica en particular (por ejemplo, es más fácil trabajar defensas contra derribos cuando estás mentalizado y sabes que van a hacerte un derribo que cuando estás en un contexto en el cual pueden hacerte, literalmente cualquier cosa y de repente te viene un derribo). Es un proceso que nos lleva hasta esa prueba final que es lo más parecido a una situación veraz, con su estrés y su aleatoriedad, que podemos realizar tratando de mantener el entorno seguro del dojo o escuela.

Pero, como siempre, puede darse el caso de que no encontremos un sitio donde se haga un sparring libre, o con contacto, o donde no se hagan trabajos situaciones, mil situaciones más, así que... ¿qué debo elegir o tener en cuenta si ningún sitio que pueda permitirme trabajan de ese modo tan completo?

Este punto es bastante simple. Si la elección es entre un lugar donde no se trabaja ningún tipo de sparring, sólo ejercicios pasivos y/o colaborativos/situaciones o un sitio donde se haga un sparring aunque sea restrictivo (combate deportivo al estilo boxeo, full contact, thai boxing, kyokushin karate o incluso kumite de karate tradicional, randori al estilo como se hace en judo o rodar al modo en que lo hacen en BJJ, sambo, wrestling, etc.), la elección es simple: elegir siempre el sistema donde se hace sparring. Da igual que tu única opción de practicar combate sea un gimnasio de full contact o BJJ donde no se haga ningún entrenamiento situacional ni nada enfocado a la defensa personal, únicamente para el combate deportivo, es preferible tener experiencia en la confrontación, en dar y recibir golpes reales, aunque sólo sean puñetazos y patadas o se trabajen finalizaciones de suelo, a un trabajo de mil millones de técnicas y mil millones de situaciones que sólo se prueban en contextos pasivos. Es preferible estar acostumbrado y hecho al estrés y ansiedad de la situación de que alguien quiere pegarte y dejarte KO y no va a dejarse golpear o derribar o finalizar a saberse todo lo demás pero que cuando el tipo de delante te ofrezca resistencia no te salga nada porque el estrés te puede. Es mejor saber que el acelerador mueve el coche y el freno lo para, sin saber absolutamente nada más sobre el tema de circulación, porque estás harto de coger el coche en un circuito, porque eso te va a permitir coger de forma efectiva el coche, a conocerte toda la normativa de circulación y teoría y que te suelten en la calle sin haber cogido un coche jamás. Es preferible haber entrenado únicamente boxeo y saber 'solamente' (hacen falta muchas comillas en ese 'solamente', porque en boxeo no solo se aprende a soltar puñetazos sin más) dar puñetazos a haber entrenado únicamente kyushojutsu y saberte 87 puntos dolorosos y de KO del cuerpo que jamás en tu vida has tratado de aplicar contra alguien que quiere partirte la cara. Es preferible haber entrenado únicamente BJJ y saber 'solamente' trabajar desde el suelo y con la normativa competitiva del BJJ a haber entrenado únicamente Bujinkan y que todos los trabajos de las nosecuantas ryuha samurai y ninja se hayan realizado nada más que en situación de colaboración y pasividad absoluta por parte del compañero y jamás haber hecho un sparring. Si tu prioridad es la defensa personal, esto es lo más importante. Si buscas o das importancia a otra serie de factores por encima de la defensa personal, como la espiritualidad, el desarrollo personal, la tradición o formar parte de una comunidad con ideas comunes, reales o inventadas, entonces puedes entrenar lo que quieras, pero si tu prioridad es la defensa personal no me cansaré de decirlo ni podré decirlo más claro: el sparring, sea del tipo que sea, es obligatorio.

¿Qué pasa si podemos elegir entre sparring de striking o sparring de grappling? Sencillo, al igual que en el punto 2, eso es preferencia de cada uno. Prueba ambos, obsérvalos y practícalos un poco y quédate con el que te sientas más cómodo y mejor encaje contigo, sin más.


Entonces, ¿ya sabemos todo lo que necesitamos saber sobre la defensa personal y sobre qué nos conviene o no practicar? ¿sabiendo técnicas, trabajos situacionales y haciendo combate ya tenemos todo lo necesario para ejercer la defensa personal con posibilidades de salir con vida de un altercado real? No, para nada. Después de todo eso viene la parte más importante y la que, normalmente, más se suele obviar y pasar por alto o se hace menos énfasis. El quinto y último punto de nuestro artículo:

5- La defensa más allá de las artes marciales